«El sonido oculto»: Toni Acosta en notable creación de una profesora adicta a la literatura
Horacio Otheguy Riveira.
Tan alienante como cualquier otra adicción, la entrega absoluta a los caprichos de la imaginación literaria o al ego de su oficiante, puede alcanzar extremos neuróticos de ilimitadas proporciones. Tal el mar de fondo de esta historia preñada de enigmas que Toni Acosta defiende a brazo partido, ayudada por una muy eficaz dirección de Juan Carlos Rubio, quien, por el contrario, en la puesta en escena se entusiasmó a castellanizar en datos y españolizar en ambiente una historia con marcado suspense anglosajón, perdiendo de ese modo mucho de su hipnótico encanto.
Mientras que en otras puestas en escena, fuera de España, algunos directores han visto en el texto una insólita historia de amor platónico, en esta versión quedamos con un sabor amargo, angustioso reflejo de profunda neurosis. Queda en nosotros, espectadores, resolver el enigma, siempre alentados por el fascinante retrato de la cautivante profesora que vive como si permaneciera entre páginas de libros.
La sinopsis publicada por la productora menciona bases de la novela y la versión teatral original:
«Bella Baird es una profesora de escritura en la prestigiosa Universidad de Yale. Entre libros de Dostoievski y el frío invierno de Connecticut conoce a Christopher Dunn, un misterioso estudiante que la visita buscando inspiración para su novela. Paradójicamente, será Christopher quien inspire a Bella para que ésta le pida un favor casi inconcebible. Bella y Christopher cargan cada uno con su propia historia: el misterio reside en cómo termina».
Sin embargo, la versión del propio director ha preferido castellanizarlo todo, desde los nombres de los personajes hasta el más mínimo contexto geográfico, lo que oscurece buenas dosis de misterio mucho más interesante en el ambiente creado por el autor, Adam Rapp (Chicago, EEUU, 1968). Y como, además, el versionador J.C. Rubio también es dramaturgo, y en este caso el director de toda la función, las libertades que se toma son demasiadas; sorprende la ambientación escenográfica que nada tiene que ver con el realismo moderado de Rapp, con decidida atmósfera de thriller psicológico que entusiasmó allá donde se ha representado, dentro y fuera de su país.
Dicho esto, considero que El sonido oculto debe verse —muy por encima de cualquier otro cuestionamiento— para descubrir a nuevos valores en Toni Acosta, asumiendo un personaje que surge en la noche como un espectro, bellamente cubierta con un abrigo gris entallado, vocaliza su presentación con la precisión de una profesora universitaria y comienza el bravo recorrido de una representación en la que narra acontecimientos del pasado, alternando con situaciones vividas en escena junto al misterioso alumno que la admira. Aquí, el versionador-director aprovecha la coincidencia del argumento, y pone en boca del muchacho la obra de Mayorga más representada: El chico de la última fila.
En la creación de Toni Acosta (muy bien acompañada por Omar Ayuso), resulta evidente que sortea los muchos peligros de su huidizo personaje, ya que se aferra a él y es capaz de crear matices, hacer paisaje, de construir alamedas, bosques, crímenes y suicidios como si todo estuviera en orden, en el perfecto orden del negro sobre blanco de las impresiones de los libros; en un juego intenso de meta-literatura brotan títulos y autores entre los que destacan el Dostoievski de Crimen y Castigo, y sobre todo el libro de cabecera de la profesora, Años luz, de James Salter, novela que relee habitualmente, descubriendo nuevas perlas cada vez, y con la que sueña compartir cama de domingo por la mañana, entrelazando las piernas con una pareja que aún no tiene, cada uno con un libro entre las manos. No es imprescindible conocer esta obra para seguir las pistas de este Sonido oculto (que puede interpretarse como oscura voz interior), pero, sin duda, ayuda a enfocar las constantes profundas del personaje:
En Años luz se retrata a un matrimonio aparentemente feliz, cuya vida transcurre entre los juegos compartidos con sus hijas, un puñado de buenos amigos y una plácida vida campestre. Detrás de esta apariencia idílica e intocable, se van asomando las grietas que acabarán desfigurando su existencia común.
Dramaturgia: Adam Rapp
Versión y Dirección: Juan Carlos Rubio
Reparto: Toni Acosta y Omar Ayuso
Escenografía: Curt Allen Wilmer y Leticia Gañán (AAPEE)
Iluminación: Nicolás Fischtel
Música: Mariano Marín
Ayudante de dirección: Isabel Romero
Vestuario: La Leona Alegre
Fotografía: Sergio Parra
Dirección de producción: Marisa Pino
Producción ejecutiva: Bernabé Rico
Una producción de TALYCUAL, TXALO, LA LEONA MADRE y LA ALEGRÍA