Fragmentos volanderos

Los efectos de la edad

 

Sorprende la capacidad de llorar que tiene el niño. Sorprende la capacidad de
sufrimiento que tiene el hombre ya desde el nacimiento.

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¿El llanto es una forma de expresión natural de los niños…? Sí, quizás una forma de
expresión del miedo de vivir de los niños. Así, hay bebés que lloran tanto que parece
que estuvieran reprochando a sus padres el haberlos traído al mundo.

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Los niños son los únicos iguales en todo el mundo.

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Después de observar a los chiquillos y pensar largo y profundamente en el tipo de
locura activa que desarrollan, en la cantidad de porquerías que se llevan a la boca y en
su nulo sentido de la higiene en su trato con animales y cosas, así como en su ignorancia
sobre los peligros de toda índole entre los que se mueven, y todo esto en contraposición
al bajo nivel de accidentes importantes que se da entre ellos, he llegado a la conclusión
de que existe el Ángel de la Guarda. Heme aquí, pues, que en plena madurez (o más),
con titulación superior y profesor universitario, después de décadas dedicado al estudio
de la Filosofía, he terminado creyendo en el Ángel de la Guarda. Pero ¡ojo!, sólo para
los chiquillos, no para los mayores. No se vengan a confiar ustedes…

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Cambian los individuos, pero permanece la categoría. Uno se pone a la puerta de un
Instituto y ve como los ejemplares se van renovando, pero la edad y las tonterías de los
renovantes/reemplazantes permanece.

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Lo peor de la juventud es que llega precipitadamente, demasiado pronto.

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Cuando un hombre llora sin gritar, cuando llora en silencio, ha dejado de ser un niño.

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Los hombres pierden su paraíso perdido cuando pierden la niñez. Ellos no se dan
cuenta, pero los padres sí.

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Quien no ha visto a un niño llegar a instruir a otros hombres (o simplemente a
resolver un elemental problema de cálculo integral o a diagnosticar una enfermedad) al
cabo de unos pocos años -pongamos veinte o veinticinco- no ha visto la parte más
sorprendente de la transformación ontogenética de los individuos de la especie (o, dicho
en lenguaje llano: de los efectos de la edad y su cuidado.

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Como las verdades están insertas en la vida, y la vida del hombre cambia, es necesario
cambiar las verdades sobre la vida.

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De todos modos, no es que las personas lleguen a ser otra cosa distinta de cuando
niños. Es que parecen otra cosa –parecen lo que no son– cuando niños.

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Tal vez la vejez no sea tanto una caricatura de la juventud, cuanto un estado en que el
temperamento, carácter y hasta la ideología profundas se manifiestan sin pudor. Lo que
un hombre verdaderamente es comienza a aparecer cuando su talento para la comedia,
para el rol, se debilita: cuando deja de hacer lo que debe y comienza a hacer lo que
puede.

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Las únicas etapas de la vida son la niñez y la vejez. Las otras son de relleno (…quizás
un puente).

 

 

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