«En el cuerpo del mundo», de Andrés Sánchez Robayna
ANDRÉS SÁNCHEZ ROBAYNA Y EL ESPEJO DEL MUNDO
Por Pedro García Cueto.
Galaxia Gutemberg ha publicado la poesía completa del poeta canario Andrés Sánchez Robayna que tiene una larga trayectoria en la poesía y el ensayo. Un escritor cuyo pulso emocional palpita en cada página, hay una respiración que late en los poemas, un espacio donde el poeta traza desde la página en blanco la luminosidad del lenguaje, su trascendencia.
El libro titulado En el cuerpo del mundo abarca toda su obra poética y lo hace porque el vate ya tiene una trayectoria sólida, una arquitectura del lenguaje que se centra en la creación como leit motiv.
Del libro Día de aire de 1970, surge el poema del mismo título cuando dice:
Naces, y es un presentimiento,
como el presentimiento de la luz
cuando sales del sueño. La mañana
sobre los médanos te llama
a la busca del aire, al domino del sol.
Y es el mar un lienzo donde el poeta esculpe el lenguaje como el que crea figuras de arena que no se borran al estallar las olas en la orilla. Desde su Canarias natal, nace un poeta que respira luz por los poros.
De su siguiente libro, Clima, escrito entre 1972 y 1976, dirá en el poema “Escena”:
Cerca del mar
visible, divisado,
el intenso ramaje que corta
la luz en delgados sentidos;
allí,
brillante y negro,
cae mi ropaje.
En lo alto, el toque
de hojas en el vacío
del aire
suena
sobre el silencio.
Porque lo oscuro penetra en el silencio de la Naturaleza, la belleza transgrede los espacios, los da cuerpo y alumbran el mundo. Sánchez Robayna sabe que en la Naturaleza se perpetúa el mundo, mientras el ser humano perece en un sinsentido que continúa. El poeta es el actor que mira el mundo, que lo contempla en su extensión inabarcable. Llamean entonces los perfiles del mar que se convierten en olas que se rizan en la orilla.
De Clima y en la línea ascendente de su peregrinar por la Naturaleza como si fuera un espejo en el que mirarse, el poeta nos dice que el sol se calca en nosotros, nos ilumina, abriendo así al hombre creador, que ve más, porque todo lo convierte en poema, como dice en el titulado “Arena espejo fuego”:
Al arenal descienden faldas llameantes.
Si el sol es la medida de esa huella
humana
(pasos que descendieron lentamente
trozos harapos vestiduras
en llamas)
también el hombre es luz.
Las rocas huyen hasta el sol ya ciego.
Y es el sol quien nos alumbra, hasta las rocas cobran vida y se personifican a la llegada del astro. El poeta canario sabe que el paisaje rasga el tiempo, es una honda huella en la mirada, cincela la palabra hasta convertirla en una estatua de sal.
Del libro Tinta (1978-1979), escribe poemas en prosa, minuciosos textos donde se esculpe el lenguaje cenital. Dice en El vaso de agua: “El vaso no es una medida. El vaso en pleno mediodía. El vaso es de un cristal ligero, muy delgado, delicadeza medida, estancia bajo el sol. El vaso de agua es un ensayo de quietud”.
El líquido elemento es la vida que respira por los cuatro costados del ser, la necesidad de la paz en un mundo de ruidos, el encuentro con la Naturaleza para vivir al fin, sin que la existencia sea simulacro nada más.
En La roca (1980-1981), el poeta canario canta a la roca: “negro tranquilo de la forma: / las lisas aristas fluyeron / calma fluida lisa negra / soledad entera de la forma”.
La roca, como nos dijo Darío, ya no siente, pero para el poeta canario la roca fluye en su horizonte oscuro, porque se enfrenta al mar y resiste, como el ser humano en su azarosa vida hacia ninguna parte.
En Palmas sobre la losa fría canta a Fuerteventura, porque las Canarias son el cielo abierto, la quietud de la tarde, el lienzo pintado de un mar sereno. El poema detalla, como si el amanuense descifrase un texto, cabalgase por las palabras, tradujese un idioma recién nacido, porque el poema siempre en algo nuevo, nos devuelve al origen del ser: “El sol recorre el muro derruido, / la tarde gira sobre el silencio. / La luz envuelve el oleaje / y rueda con pereza en la colina”.
Sánchez Robayna pinta el verso, lo da colorido, lo entrega a la marea para que sea devorado por las aguas, el poeta se entrega al líquido elemento, como ofrenda hacia la nada.
Y de sus últimos libros, porque hay mucha huella en cada uno de ellos y en este magnífico tomo que recoge su poesía completa, quiero destacar el libro Por el gran mar, cuando dice:
“La casa familiar bajo las nubes, / la mañana de agosto, el emparrado, / las uvas que colgaban de la luz, / yo era una posesión de la presencia, / el aire traspasaba el cuarto blanco / y la cama guardaba aún la huella / del cuerpo que nacía al alba clara”.
Poeta canario que vibra en el verso, amanece en cada página, esos pasos en la nieve que nos recordaba Jaime Siles en su gran libro. Sánchez Robayna esculpe el verso, lo dota de luz y lo transforma en lenguaje para que alumbre al lector, ya prendado de mares y de soles, de rocas y de nubes. Todo es un renacer en la poesía de este gran poeta canario que abre en canal el verso como ofrenda enamorada a un lector que aún cree en la belleza del mundo. Por ello, el título, En el cuerpo del mundo, porque toda la Naturaleza es un cuerpo, que recorre el poeta para hacer el amor apasionadamente con el lenguaje, siempre edénico, recién nacido en cada verso. Una gran obra, sin duda alguna, de un gran poeta.
EN EL CUERPO DEL MUNDO
ANDRÉS SÁNCHEZ ROBAYNA
GALAXIA GUTEMBERG
2023