Calle Chartres de Illiers “Por el camino de Swan” de Proust
UNA CALLE, UN LIBRO
Calle Chartres de Illiers “Por el camino de Swan” de Proust
Cuánto hemos vivido todos con esa magdalena. Marcel una mañana moja una magdalena en una taza fe té. Y de repente le viene toda su infancia con toda su fuerza y su riqueza, de manera prodigiosa, desbordante, inesperada. Con una intensidad invencible. Su vida con todos sus matices irreductibles, con toda su sutileza inatrapable, que no cabrá nunca en ningún algoritmo, en ninguna fórmula. La vida más intensa vuelta a nosotros por la magia de la sensibilidad y de la literatura.
Era miércoles y la casa de la tía Leoncia estaba cerrada, nos sentimos desoladas. Al menos miramos la casa con toda nuestra percepción y toda nuestra nostalgia. Y sí estaba abierta la tienda donde Marcel compraba las magdalenas y compramos algunas. Para llegar allí desde París hay que cambiar de tren en Chartres. Es una pequeña odisea, pero vale tanto la pena. Nos prometimos: tenemos que volver, un día que no sea miércoles. Pero aún no lo hemos hecho.
Proust lo vivió todo con esas magdalenas y con su tía Leoncia. En ese pueblo, que se llamaba Illiers, y él llamó Combray, y ahora se llama en su honor Illiers- Combray, Proust vivió momentos únicos que no se pueden atrapar salvo con sus frases larguísimas, con sus matizaciones infinitas, con su capacidad de vivir. Más allá de todos los algoritmos abstractos y fríos y muertos. Recobró una vida en unos momentos únicos que no caben en ninguna fórmula, nos la regaló como una bebida exquisita y vivificante para siempre. El recuerdo involuntario de Proust, cuando la vida decide inundarnos sin que la llamemos ni la encerremos. Por el resquicio sutil de una sensación, que puede más que todas las fórmulas y abstracciones del mundo.
Antonio Costa Gómez Foto: Consuelo de Arco
Gracias por este hermoso artículo. Lo reenviaré gustosa a mi grupo de lectura. Ojalá vuelvan cuando no sea miércoles.