‘Pombero’, de Marina Clos
Pombero
Marina Clos
Páginas de espuma
Madrid, 2023
158 páginas
Por Ricardo Martínez Llorca / @rimllorca
El reto de reinventar la literatura puede que pase por escribir sin adherencias, es decir, saber desprenderse de lo que uno ha leído, ha escuchado en la radio y ha oído de sus profesores. Uno podría limpiarse por dentro de lo que se supone que ha aprendido acerca de la literatura y elegir ensuciarse con lo que le sale al camino, con la espuma de todos los días. Se podría hablar de llegar desnudos a tu propio proyecto literario, pero esa desnudez está tapizada con el barro que nos sale al camino. No todo lo que nos entra por los ojos está limpio, no todo son alimentos naturales. Eso sí, hay que reconciliarse con ello para poder expresarlo, ser conscientes de que uno va a poner en negro sobre blanco algo que puede doler, pero tiene que soltar porque no le cabe dentro. En realidad, estamos hablando de que el gran valor literario olvidado, el que deberíamos rescatar, es la inocencia. La hay en Kafka, y gracias a ella revolucionó toda la historia de la literatura. La hay, por qué no decirlo, en los relatos de Marina Clos (Posadas, 1990), que nos sorprenden por esa naturalidad que sobrevuela un mundo pesimista.
Se reconoce un proyecto que intenta transmitir lo universal a través de lo regional: uno apenas puede conocer nada que no sea lo que tiene a su alrededor, que generalmente supone relacionarse con un lenguaje sencillo. Pero en lo que encuentra en su entorno puede estar todo el planeta, porque no hace falta viajar muy lejos para darse de bruces con todas las emociones y todos los sentimientos. Ni con la lucha por vivir, con los constantes desencuentros, o encuentros con choque frontal, que supone el empeño de no querer despegarnos del mundo. Marina Clos nos sitúa tras los ojos de unos personajes que se cuestionan cuál es su afán en esto que llamamos vida, y nos lleva con ellos a través de un ritmo que por momentos nos resulta entrecortado, porque uno no respira siempre con fluidez.
Nos hablará acerca de las criaturas del bosque, que miran a su alrededor y no pueden sino contemplar una mera parte del paisaje. Nos hablará de la incertidumbre que supone la conciencia del futuro a través de una muchacha que pierde la virginidad con dolor. Nos transmite la idea de que la transformación, a través del choque cultural que supone la colonización, por decirlo suavemente, supone la creación de engendros. Se referirá al miedo a ser madre, miedo o vaya usted a saber qué, a través de una mujer desubicada y, por tanto, enfrentada a la soledad. Expondrá la imposible adaptación de una transexual o la incapacidad para modificar el amor de una inmigrante que es capaz, eso sí, de curar casi cualquier mal, incluida la muerte, por unos tratamientos de los que desconocemos su ciencia. Y nos llevará, por último, a la belleza tan sobrecogedora que provocará la imposibilidad de integración social, porque es complicado hacer común algo excepcional, algo que por su mera existencia impide el descanso cómodo, aunque sea por exceso de bien.
Da la sensación de que Marina Clos no ha escrito una serie de relatos que luego ha unificado en un libro, sino que se propuso escribir un libro de relatos que contemplara lo que ella destaca entre las personas con las que convivimos, que son el origen de la literatura. Es como si nos invitara a viajar a un lugar que no se nombra, pero que tendría un empaque vital similar al de Yoknapatawpha, y no se nos ocurre mayor elogio que éste.