La autopista al infierno de Garth Ennis
Cuando hablamos de Garth Ennis nos viene a la cabeza ese carácter gamberro y un tanto underground de este narrador. Al fin y al cabo es el creador de The Boys, un nombre muy importante en la serie Punisher y una de las firmas ineludibles del cómic bélico actual. Todos conocemos su gusto por lo irreverente y lo provocador que, en algunas ocasiones, puede llegar a ser cansado. En esta ocasión vamos a hablar de la manera en que este creador ha construido una historia sobre el personaje del motorista fantasma. Uno de los antihéroes más reconocibles del universo marvelita que se mueve entre lo demoníaco y lo salvífico.
A priori, un personaje basado en lo satánico, con gran dosis de macarrismo en su caracterización y desarrollo, es el personaje ideal para Ennis. En este sentido, el guionista se centra, precisamente, en la caracterización demoníaca del personaje. Ya sabemos que el motorista fantasma es una persona que se convierte en este ser demoníaco fruto de una maldición autoconsentida. Maldición que quiere eliminar purgando su pena. Y, claro, aquí tenemos el tablero listo. Como decimos, Ennis se centra en lo macarra, nuevamente, y opta por mostrar al personaje satánico sin apenas conflictos internos, ni desarrollo del personaje. En este sentido, la historia es plana.
La relevancia narrativa estará en otro lugar, en otros personajes que es donde el guionista encuentra posibilidades de estructurar la historia a su estilo. Tiene especial interés en esta historia el demonio Hoss que es caracterizado como una especie de estadounidense del sur, con un hablar cateto o paleto. Así mismo, tiene un compañero peculiar denominado Nalgavista que pretende llamar la atención por su caracterización y por su clara intención humorística. Ahora bien, la idea no funciona.
El cómic, como ya adelantamos, es sumamente plano y poco interesante. La historia no llama la atención debido al exceso de acción y adrenalina. En este sentido, creo que, para los seguidores de este guionista, puede llegar a ser una pequeña mancha de café. Este trabajo es un buen ejemplo de que los excesos pueden resultar agotadores.
En la narración visual sucede algo semejante. Crain opta por una narración también excesiva especialmente cuando comienza la acción. Ello diluye la potencia de la narración, ya que introduce gran cantidad de ruido visual en muchas de las viñetas. En cambio, hay páginas que son realmente llamativas por su estilo y contención.
Por Juan R. Coca