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Al habla con Juan Jesús Cañete Olmedo, autor de ‘¿Dios? En el ágora del siglo XXI’

FRANCISO JOSÉ GARCÍA CARBONELL.

Juan Jesús Cañete Olmedo acaba de publicar el libro ¿Dios? En el ágora del siglo XXI (Editorial PCC). A través de una serie de cuestiones , y poniendo el foco de atención en una sociedad a la que dichos cuestionamientos les pueda parecer irrelevantes, el autor pretende ahondar en un dialogo que, en primer lugar, va dirigido a hacer una crítica a nuestra propia fe, a pensarla, a escuchar desde un silencio que nos ponga en ese abismo al que nos lleva las grandes preguntas, algo bastante difícil en una sociedad que ,por temor a ese propio silencio, desea vivir en el ruido. En una segunda parte versa sobre la existencia de Dios, sobre esto el autor nos dice: “La cuestión no es una fe y una no fe, la cuestión es que hay dos fes y dos estructuras de verosimilitud distintas, la del naturalista y la del teísta. La diferencia la decía Benedicto XVI, es muy clara, para uno Dios se parece a la materia, para otros Dios se parece mas a la conciencia.

Comparemos las dos fes pero que el tribunal no sea la razón sino la realidad, y en que argumentos encaja mejor esa realidad, que será la clave”. El tercer punto toca la espina de nuestra propia creencia al hacernos cuestionarnos sobre la razón de esta en el cristianismo: “¿Por qué no va a ser el judaísmo o el Islam?”. Así, pues, en este capitulo toma las palabras de Karl Barth que sitúa la esencia de este entorno a una persona y no una religión. Jesús es el epicentro sobre el cual ha girado, como nos hace ver, tanto el pensamiento cristiano como todo lo que ha aportado este a nuestra sociedad actual. El docente, el sacerdote y el investigador al que siempre le ha movido una búsqueda incansable para establecer una relación entre la filosofía, la ciencia y la religión; una búsqueda en la cual establecer los encuentros, se dan en esta original obra.

  • P- Me gustaría empezar por preguntarle ¿Por qué Dios entre interrogante?

R- Porque Dios es el gran interrogante. Vivimos en una sociedad secularizada lo que implica que el Dios personal de la tradición judeocristiana ha dejado de ser evidente. En otros tiempos la cuestión no era si existe o no existe Dios sino Quién era Dios. Hablar de que la realidad encuentra su fundamento en un ser que trasciende el universo material les resulta incomprensible a muchas personas. Sin embargo la pregunta siempre estará ahí, Dios es y será siempre el gran interrogante. No hablamos de algo baladí sino de la cuestión fundamental de cuya respuesta pende toda nuestra existencia.

  • P- De aquí las siguientes preguntas que se hace mucha gente: ¿Qué es Dios?, ¿Quién es Dios?, ¿Cómo podemos conocer a Dios?

E-Hablar de Dios es hablar del fundamento y el sentido o sinsentido último de la realidad. La cuestión no es tanto si existe o no existe Dios, sino qué o Quién es el Dios en el que creemos. El ateo o el agnóstico creen que el fundamento de la realidad está en algo impersonal (algo así como la materia o la energía) y el teísta apuntará más bien a una realidad personal (algo análogo a la conciencia). En el libro voy exponiendo, en clave de diálogo, las razones que aportan tanto el ateo y el teísta mostrando como, a mi juicio, es más racional creer en el Dios personal que en el dios materia-energía .

  • P- Pero ,¿cómo podemos conocer a Dios?

E- En este punto distinguiría tres cuestiones. Primero, si Dios como sostengo no es tanto un qué sino un Quién, hemos atender a las distintas tradiciones religiosas. Uno de los apartados del libro trata de mostrar porque la tradición cristiana es la que responde mejor al Quién de Dios. ¿Pero como escuchar o experimentar a ese Dios?, me preguntas. Dos aspectos dificultan enormemente el encuentro con Dios: por un lado la inflación del ego, de hecho hemos llegado a creernos dioses, y por el otro nuestro mundo está lleno de ruidos que impiden que podamos escuchar a Dios. A Dios lo podemos encontrar en lo profundo y para eso hemos de desinflar nuestro yo y buscar espacios y tiempos de silencio.

  • P- ¿Por qué es importante esa búsqueda de Dios?

R- No creo que la cuestión sea si es importante o no, yo pienso que es necesario. El que busca a Dios ya lo ha encontrado decía Pascal. Es imposible ponerse en búsqueda de algo que de alguna manera no se conozca enseñaba Platón. Muchas personas, utilizando una metáfora, son como surfistas de la vida , ellos viven en la superficie pero en algún momento una ola los derriba y se sumergen en el océano, en ese momento se hacen conscientes de la auténtica realidad que hasta ese momento se les ocultaba. Las grandes cuestiones sobre el sentido, la vida, la muerte, el bien , el mal o la esperanza comienzan a aflorar y comienza la búsqueda. Se trata en realidad de dos búsquedas pues , aún sin saberlo comienzas a buscar a Dios , pero el encuentro no acontece hasta que no descubres que Él te buscaba primero. La búsqueda de Dios es el camino de la vida en busca de su sentido.

  • P- Y ¿El papel de la duda?

R- Recuerdo un consejo de Jean Guitton que nos exhortaba a dudar de nuestras dudas. Tanto el creyente como el increyente deben poner en cuestión sus propias creencias. En todas las entrevistas que he hecho he insistido que este no es un libro para dogmáticos, ya sean creyentes o ateos. Pensar nuestras dudas es muy sano , no hablamos de la duda que se queda en el puro escepticismo que es , en el fondo, otra forma de dogmatismo , sino de la duda del que inquiere, del que escucha, del que bucea en la existencia, del que permite a la verdad que se desvele. El que busca la verdad busca a Dios dijo Edith Stein y yo añado el que busca a Dios busca la verdad y, si me permites decirlo, termina encontrándola.

  • P- ¿De algún modo nuestro entorno puede moldear nuestras expectativas de Este durante esa búsqueda?

R- Por supuesto el entorno, o como diría Ortega la circunstancia , nos configura. Dios siempre es Dios pero las imágenes que nos hacemos sobre Él están influidas por el circunstancias históricas, sociales y personales y esto influye en nuestras expectativas. La clave en ese momento es escuchar al Dios que buscamos y nos busca y no a aquel que nosotros mismos nos creamos. ¿Cómo hacerlo? Aquí entraríamos de lleno en el terreno de la espiritualidad que no es nuestro tema.

  • P- ¿Es malo cuestionar a Dios cuando nos sentimos frustrados? ¿A Dios le pueden interesar esas frustraciones que nos pasan en la vida?

R- Esta cuestión también entra de lleno en el terreno de la espiritualidad. La frustración es una parte fundamental de nuestra existencia. Podemos proyectarla en Dios, más que malo o bueno, pienso que suele ser un mecanismo de defensa bastante inmaduro. No obstante también está el grito de la persona que sufre como Job y que clama a Dios es el gesto de ese espíritu encarnado que somos lanzando al abismo misterioso su grito y esperando una respuesta.Respecto si a Dios le interesan nuestras frustraciones, al menos al Dios que revela Jesús sí, y la frustración como toda cruz llevada en Cristo se convierte en camino de Vida.

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