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«Pasión y muerte»: flagelaciones y crímenes en la Semana Santa de Cádiz

Horacio Otheguy Riveira.

Primera novela de Luis Rodríguez Guerrero (Cádiz, 1980), periodista especializado en sucesos y en el género negro, con notable talento para deambular —como un buen investigador— entre la realidad y la ficción, convertida aquella demasiado a menudo en una perversión tan angustiosa que necesita de la imaginación literaria para mantenerse en pie. Estas páginas se alimentan de acontecimientos de diversas épocas en manos de un buen conocedor. tanto del tinglado policial como se la festividad gaditana.

Pasión y muerte comienza con un espléndido marco costumbrista de 1777 donde la miseria de una prostituta facilita un crimen en olor de santidad para los miembros de una secta que se flagelan ceremoniosamente. Un comienzo prometedor que servirá de soporte para un muy interesante entramado de suspense policiaco con severa crítica social.

Con un marco muy fluido de historias cruzadas y buenos personajes secundarios, la novela circula con dos policías muy distintos, unidos por un asesinato en Semana Santa: Blanca Espinar, excomisaria de Madrid ahora inspectora «castigada en Cádiz», y el veterano Arturo Mariño; la espontaneidad de ella y el cinismo de él conviven en una profunda visión del acontecimiento, con breves pero eficaces lances del característico humor de sus habitantes, y mucho de lo festivo, pagano y místico de la peculiar fiesta católica con sus espectaculares pasos (plataformas con llamativas figuras religiosas) y no menos intensas luchas personales por destacar. Codazos y traspiés con sangre de por medio como si todo confluyera naturalmente en las vasijas tortuosas del cristianismo más arcaico, con un sutil panorama de oscura sensualidad a través del sufrimiento de Jesús, entre otras fases del martirologio.

Preludio: la prostituta del arco de Garaicoechea. Cádiz, 6 de abril de 1771…

«Paquita soto vagaba entre la oquedad de sombras imaginarias. La oscuridad de su aciaga existencia se escribe con renglones torcidos. Tanto era así que ella misma se denominaba musa de borrachos y maleantes. Hablar y contar la vida de Paquita era como narrar la triste historia de una mujer que vagabundeaba y malvivía en una montaña rusa de emociones, de cuestas empinadas y caídas libres que le habían hecho vomitar de necesidad y de dolor.

El sonido estridente del deslizar de su jarrillo de lata por las abruptas paredes de piedra ostionera del callejón de Dapelo era el señuelo perfecto de las sombras nocturnas que vagaban por uno de los rincones más sórdidos e inhóspitos de una ciudad que se desangraba por una de sus arterias principales. No eran buenos tiempos y el hambre castigaba sin piedad…».

Agazapado en la oscuridad, entre las turbulencias de una fe enfermiza, una voracidad criminal reaparece siglos después…

Abril de 2022. Domingo de Pregín. «El Gran Teatro Falla, vulgo la casa de los ladrillos coloraos, era uno de los enclaves más señeros de la ciudad de Cádiz»

«Templo de los carnavaleros del mes de febrero y lugar de peregrinación de foráneos y amantes de la fiesta que, durante el resto del año, aprovechaban la oportunidad de posar ante el coloso neomudéjar a modo de photocall.

Esa mañana, la plaza había sido asediada por otro tipo de espectadores, o más bien, por una legión de curiosos que no querían perder detalle de todo lo que se cocía en torno al teatro.

Desde bien temprano, las noticias corrían como la pólvora por los distintos mentideros, correveidiles de la ciudad y, cómo no, en los grupos de WhatsApp, donde se hacía viral la trágica noticia: «Han matado al pregonero de la Semana Santa». Nadie había visto nada, pero todos lo sabían. Cosas de Cádiz y su celebérrima capacidad para diseminar todo tipo de chismorreos y rumorología.

A pocos metros de la entrada principal había una ambulancia estacionada con los rotativos encendidos y el portón lateral abierto mientras que los sanitarios atendían a un chico que permanecía sentado con la mirada perdido y envuelto en una manta térmica»…

La panorámica de la sociedad incluye luchas individuales por hacerse notar, triunfar, sacar pecho e incluso obtener a cualquier precio un instante de gloria. Pero como la Semana Santa está multipresente, hay fuga de intereses religiosos y sociales bajo un misticismo oscuro del que nadie es capaz de liberarse… Una primera novela cuyos balbuceos en el desarrollo no impide un notable caudal de aciertos. Futuro prometedor el de este autor apasionado de los fenómenos sociales teñidos de conflictos policiacos.

Kaizen Editores, 2022. Una novela que de pronto aparca el interés de sus protagonistas y entra de lleno, con admiración y escalofríos en cada día de la Semana Santa, con su devoción y su sed de crueldad «inspiradora» que conecta con el prólogo de 1777… La particular historia se nutre de buena documentación criminal…

Un enjambre de periodistas se congregaba a las puertas del Instituto Provincial Anatómico Forense de Cádiz. Estampa un tanto inusual debido al escaso registro de criminalidad en una ciudad azotada por otros monstruos como el desempleo, la especulación, la infravivienda y la economía sumergida.

 

 

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