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Rechazar el Nobel o cualquier Gran Premio literario: siete escritores que lo hicieron

Jean Paul Sartre rechazó el premio Nobel de Literatura en 1964 porque de aceptarlo –según explicó en un artículo publicado en Le Figaro-,  comprometería su integridad como escritor. En el texto Sartre lamentó públicamente que su rechazo al Nobel hubiera dado pie a un escándalo y contó que había intentado evitar que él fuera el premiado mediante una carta a la Academia Sueca. El autor de La náusea(1938) expresó que su rechazo no tenía la intención de denigrar a la Academia, sino que se basaba en razones objetivas y personales. Creía que al aceptar estos reconocimientos, los autores quedaban asociados para siempre con las instituciones que los homenajeaban. Decía que un escritor no debería permitir que su nombre se convirtiera en una institución que pudiera ser usado con intenciones más allá de su voluntad individual.

El premio Nobel de 1958 fue otorgado al escritor ruso Boris Pasternak (1890 – 1960), por sus “notables logros y aportes, tanto en la poesía contemporánea, como en la gran tradición narrativa rusa”. Dos días después del anuncio, Pasternak dijo estar “inmensamente agradecido, emocionado y orgulloso”. A esta comunicación le siguió otra, cuatros días después, en la que Pasternak rechazaba “voluntariamente” el premio. La publicación de Dr. Zhivago fue prohibida en la Unión Soviética por la visión crítica que mostraba del régimen comunista. La novela se publicó en Milán gracias a la tarea de Giangiacomo Feltrinelli, en 1957, por lo que la entrega del Nobel al año siguiente supuso una humillación para el Partido Comunista Soviético, que empezó una masiva campaña de difamación y presión en contra del autor, que le llevó a rechazar el galardón.

 

 

Aunque Harry Sinclair Lewis (1885 – 1951) ha quedado en la historia como el primer Nobel de Literatura norteamericano -en 1930- también será recordado por haber rechazado un galardón literario. En 1925 publicó su novela Arrowsmith (El doctor Arrowsmith) lo que le mereció el reconocimiento del prestigioso premio Pulitzer al año siguiente. Aunque Lewis declinó el reconocimiento por motivos que expuso en una larga misiva al jurado, sus razones, al parecer, no fueron del todo convincentes y se empezó a especular sobre lo que había detrás del rechazo: el autor consideraba injusto consigo mismo aceptar dicho reconocimiento cuando se le había negado en dos ocasiones anteriores (una en 1921 por su novela Calle Mayor seguida en 1922 por su otra novela Babbit) en las que, siendo elegido por el jurado como ganador, otras instancias relacionadas con el premio decidieron conferírselo a dos autores distintos.

En 2003 el chileno Carlos Franz recibió y rechazó el Premio de Periodismo Latinoamericano José Martí. Dijo que, tras la campaña represiva que envió a la cárcel a 26 periodistas de la Isla, “no podía aceptar” un premio “a la libertad de expresión” otorgado en La Habana. En abril de ese año los tribunales del régimen sentenciaron a prisión a 75 disidentes, entre los que se encuentran los 26 periodistas que llevaron a Franz a tomar esta decisión.

En 2004 Ahmed Bouzfour recibió el Premio del Gobierno de Marruecos, el más importante en su país, y lo rechazó porque la gran mayoría de los ciudadanos eran analfabetos. Cuando dio a conocer su decisión, resaltó que solo habían sido distribuidas 1.000 copias de su libro cuando hay 30 millones de habitantes en el país. Ese año, con motivo de este incidente, el gobierno marroquí lanzó una campaña contra el analfabetismo.

También en 2004 Sonallah Ibrahim, considerado uno de los novelistas árabes contemporáneos más reconocidos, rechazó el premio de Novelista del año que otorga el gobierno de Egipto. El premio “proviene de un gobierno sin credibilidad, que es opresivo y protege a los corruptos y no a la población más necesitada”. Según él, Egipto es un país donde “ya no hay industria, agricultura, salud o justicia. Donde la corrupción crece cada día y cualquiera que diga lo contrario es golpeado o torturado”.

Recientemente, el poeta norteamericano Lawrence Ferlinghetti -figura fundamental en el nacimiento del movimiento Beat en los tempranos años cincuenta- rechazó el Premio Internacional de Poesía Janus Pannonius concedido por el club de escritores PEN y patrocinado por el gobierno de Hungría.

Cuando el autor de A Coney Island of the Mind advirtió la presencia del gobierno húngaro y su primer ministro como impulsor del premio que otorga €50,000, decidió declinar su aceptación por considerarse opuesto al que llamó»régimen de derecha» que viene desconociendo y recortando derechos civiles de libertad y libre expresión al pueblo húngaro.

 

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