Novela natural, de Gueorgui Gospodínov
Cómo escribir una pequeña novela que lo contiene todo
Si Enrique Vila-Matas hubiese nacido en Bulgaria se llamaría Gueorgui Gospodínov. Y quizá hubiese escrito un libro titulado Novela natural. El protagonista de este libro se llama Gueorgui Gospodínov. Es el nombre de un vagabundo que entrega un manuscrito a un editor que también se llama así. El juego de confusiones no es más que uno de los guiños lúdicos que nos propone este relato de relatos. Una suerte de composición de textos que intercala la historia de este pobre hombre, quien está viviendo un divorcio, con tantas otras. Y al mismo tiempo, recoge fragmentos, reflexiones y teorías descabelladas que conforman un mosaico tan demencial como divertido. Esta Novela natural es un libro ingenioso, literatura expandida, que no se limita a ser una mera compilación de narraciones o textos dispares. Está articulada con una lógica ciertamente interesante que parte de la misma idea vila-matiana sobre la imposibilidad de escribir. De hecho, el narrador se pregunta cómo es posible hoy día escribir una novela cuando hemos sido despojados de lo trágico. Con esta premisa posmoderna Gospodínov escribe una novela autoconsciente, perpleja y desacomplejada en la que un tipo trata de escribir sobre su fracaso, y al final escribe una novela sobre la imposibilidad de narra ese fracaso.
Los juegos autorreferenciales y el humor son las dos claves para poder moverse a lo largo de este divertido relato. Una historia banal y al mismo tiempo trascendental, que nos cuenta la vida de un hombre común pero que reflexiona con la lucidez de un filósofo posmoderno. Así, como toda obra posmoderna que se precie, aquí también hay una reflexión sobre los límites del lenguaje, la muerte del autor y la imposibilidad de establecer fronteras entre ficción y realidad, entre biografía y obra, entre la vida del autor y el ficticio narrador.
Comienzos de novelas, la creación según las moscas, la historia universal del váter. En definitiva, el autor, en pocas páginas, trata de escribir una novela que lo contenga todo. La tarea, por descontado imposible, nos conmueve. Y al mismo tiempo nos provoca desconcierto. Es una tarea abocada al fracaso. Aunque comprendemos que quizá “todo” tan solo pueda convocarse a través de lo nimio. El vuelo de una mosca, una mecedora o la historia de los cuartos de baño. Así, esta novela natural, una historia de historias deshilvanada y caótica parece reflejar, en cierta medida, un microcosmos. Como querer representar el Universo con el dibujo de un átomo. Y en ese sentido, creo yo, está el mérito y el acierto de este pequeño y descomunal libro.