Avenida Obregón de Ciudad de México, “México City Blues” de Jack Keoruac
UNA CALLE, UN LIBRO
Avenida Obregón de Ciudad de México, “México City Blues” de Jack Keoruac
Jack Kerouac vivía en la calle Orizaba en 1955 y paseaba a menudo por la Avenida Obregón, en la Colonia Roma. Por donde yo paseaba muchos años después. Y allí concibió su libro de poemas “México City Blues”. Veía las buhardillas francesas, los palacios con delirios Art Nouveau, las ventanas envueltas en volutas. Supongo que aún no veía la estatua de Cantinflas con los pantalones caídos.
Con ese libro Kerouac quiso ser el Charlie Parker de la poesía. Y entre los monstruos jubilosos y los balcones bailarines escribía con desenfreno: “Suave es la noche/ suave es la estrella del crepúsculo/ F, Scott Fitzgerald el héroe/ tierno es el maullido triste/ del gato en el baño/ el pequeño zorro gris/ que mordisquea las uvas/ tierno su prepucio/ tierno su cogote”.
“Mexico City Blues” mezcla las noches de Brooklyn y las noches aztecas, se va en visiones, goza la música contra todos los puritanos: “Glenn miller y yo éramos héroes/ cuando se descubrió/ que yo era el muchacho/ más bello de mi generación/ y luego todos se pusieron a bailar/ y las estrellas lunares me besaron”.
Yo me alojaba en el Hotel Milan y seguía sus pasos por la Avenida Obregón. Y Kerouac decía: “Qué dulce se vuelve la historia/ cuando sabes que Charlie Parker la cuenta/ perdóname Charlie Parker/ perdóname por no saber responderle a tus ojos/ Charlie Parker ora por mí/ ora por mí y por todos/ desde el nirvana de tu mente/ Charlie Parker aléjame de la perdición/ a mí, a todos”. En la casa de enfrente a mi hotel me recibía un demonio pájaro con un pico gigantesco. Y más a la derecha estaba la casa donde vivió Ramón López Velarde, el Valle Inclán de México. Y entre los delirios de la Colonia Roma, Kerouac se creía Charlie Parker.
ANTONIO COSTA GÓMEZ FOTO: CONSUELO DE ARCO