La vida sin ti (2022), de Laurent Larivière – Crítica
Por José Luis Muñoz.
Hay películas que le deben tanto a sus actores que sin ellos no tendrían razón de ser. Isabelle Huppert, la mítica debutante de La Dentellière del director Claude Goretta, en la que la descubrí, la sensual y malograda Ella Watson del western crepuscular y maldito La puerta del cielo de Michael Cimino y que en 2022 ha tenido una actividad frenética (ha intervenido hasta en siete películas) es la principal razón de ser de La vida sin ti.
Durante un viaje por Irlanda, Joan Verra (Isabelle Huppert) rememora su historia sentimental que empezó en Dublín cuando, siendo muy joven (Freya Mayor), conoció a Doug (Eanna Hardwicke), un carterista encantador con el que comparte fechorías hasta que los detienen, y luego, ya mayor, sigue con el escritor neurasténico Tim Ardenne (Lars Eidinger, el cocinero de El profesor de persa) al convertirse en su editora y apostar por él. Cuando se cruza en una calle de Dublín, casualmente. con un Doug ya maduro (Stanley Townsend), no es capaz de decirle que de su relación tuvieron un hijo en común, Nathan, y lo que le ata a él de por vida.
La vida sin ti de Laurent Lariviére (Montpellier, 1972), título confuso, y que puede contener en sí mismo un spoiler, con el que se estrena À propos de Joan, mucho más ambiguo y menos descriptivo, que casi coincide con la cinta de Isabel Coixet Mi vida sin mí, es un melodrama sentimental con multitud de giros y tiempos narrativos y una sorprendente revelación, a los tres cuartos de proyección, que algunos tildan de impresentable trampa, pero que yo considero que da un vuelco considerable a la historia y la coloca en su justa dimensión de film sobre la ausencia y los fantasmas que la alimentan.
Joan Verra, una insuperable Isabelle Huppert, la actriz francesa que mejor está envejeciendo y que gana con los años en sabiduría interpretativa, se luce en un film que no rehúye ciertos tópicos (el escritor alcoholizado, voluble y sencillamente insoportable que interpreta el alemán Lars Eidinger), adquiere tono de comedía (las aventuras de la au pair Joan Verra y su novio carterista) y da un golpe bajo, a conciencia, al espectador con esa revelación. Joan Verra se comunica con ese Nathan niño (Louis Broust), a punto de ahogarse en la piscina de su casa por negligencia suya, con Nathan joven (Swann Arlaud) y finalmente con Nathan adulto (Dimitri Doré), hasta que se despide de los tres y toma la decisión de ser libre y vivir su vida con intensidad.
Laurent Lariviére, con larga experiencia como guionista pero breve como director de cine (esta es su segunda película tras Yo soy un soldado) rueda esta coproducción entre Francia, Irlanda y Alemania en exteriores de Lyon, Dublín y Colonia con gran sentido del ritmo y consigue emocionar, sin cargar las tintas, en alguno de sus tramos. Un recital más de Isabelle Huppert.