Planeta reedita una obra imprescindible: El Eternauta.
El Eternauta es una obra nacida a mediados del siglo XX. Se publicó en la revista Hora cero semanal y está firmada por los afamados Hector Germán Oesterheld y Solano López. Esta obra acaba de ver la luz hace poco gracias a Planeta Cómic quien ha puesto en la calle una edición de gran calidad. Esta edición, tal y como informan desde Planeta, mantiene la rotulación, diseño y estilo del original, además han contado un proceso de restauración a cargo de Pablo Sapi.
La importancia de esta obra la constatamos, por un lado en que ha sido galardonada con un Eisner. Por otro, tal y como publicamos en Culturamas, un conjunto de expertos en el noveno arte consultados por esta revista indicaron que esta obra es el mejor cómic de la historia. ¿Cuál es la razón de esta importancia? A lo largo de este artículo esperamos dar una respuesta.
Oesterheld logra crear una historia que, aunque nació como seriada, no resulta repetitiva. Al contrario, el maestro argentino logra mantener la tensión como pocos gracias al uso de elementos profundos de significación. Esto le otorga cierto carácter universal al trabajo, puesto que se ocupa de profundizar en las características que definen a la humanidad: la solidaridad, la lucha por la supervivencia, la organización política y social, la humanidad y el cuidado, etc.
En segundo lugar, la obra huye de las simplificaciones y se muestran los personajes repletos de matices. Evidentemente, cada uno de los personajes principales tiene un carácter que lo hace diferente, pero en todos terminamos percibiendo esos elementos que hacen que los humanos seamos tan complejos. En este sentido algunos de los personajes nos resultarán inquietantes, en unos momentos, o amigables y heroicos en otros. A esto también ayuda el trabajo de Solano López.
La narración visual de López no presenta una gran potencia narrativa o un gran impacto visual. Podríamos afirmar que es sencilla, aunque repleta de detalles. Ahora bien, quizás esta estrategia del uso de la sencillez permite que nuestra imaginación juegue un papel esencial en la obra. De hecho, los copos iniciales que se muestran en la obra resultan enigmáticos. Aportan un elemento desolador a la obra y a la percepción del paisaje. En este sentido, la obra tiene gran calidad visual con un marcado carácter estático y racionalista. Un trabajo que huye de la experimentación y se atiende al canon fundamentalmente y a la moda o al estilo de la época.
La narración escrita está tan bien construida que el lector va pasando hoja a hoja con una rapidez sorprendente y una fluidez francamente llamativa. Digo esto, puesto que la obra tiene una parte escrita relativamente prolija y repleta de descripciones. Ahora bien, la narración escrita se va conformado a modo de espiral narrativa, donde se profundiza en lo que va sucediendo sin perder de vista lo anterior. Esta manera de narrar aporta una gran solidez narrativa que permite alternativas de interpretación y la posibilidad de detectar numerosos elementos simbólicos.
En El Eternauta, el lector se convierta en uno de los protagonistas importantes de la comprensión de la obra. Unos recordarán a The Walking Dead entre sus páginas. Otros, en cambio, pensarán en La guerra de los mundos de H. G. Wells. También es posible pensar en alguna de las obras de Kafka, especialmente en La metamorfosis. Sin duda, las relaciones con otros trabajos son numerosas y esto hace que la obra presente multitud de matices y detalles. De hecho, la vertiente de interpretación política es una de las alternativas más evidentes. Tanto es así que el propio Oesterheld realizó una nueva versión, en colaboración con el maestro Breccia. Me gustaría animar a otras editoriales españolas, o a la propia Planeta, a que pongan en la calle esta otra obra poco conocida.
El Eternauta, sin ninguna duda, ha sido una obra rompedora que, actualmente, sigue resultando innovadora. Un trabajo que termina de un modo chocante, haciendo que se abran las posibilidades del juego de universalización establecido en la obra. Al fin y al cabo, será el propio Eternauta quien le muestre la luz a la humanidad. Una especie de juego platónico transtemporal. Por otro lado, también nos encontraremos elementos éticos, vinculados a la supervivencia, que han ganado una especial relevancia en los tiempos de pandemia. Lo que ha reactualizado a una obra como esta. Por lo tanto, repito, estamos ante una gran obra, un trabajo esencial que debería estar presente en todas las estanterías de las personas que entienden el cómic como un arte.
Por Juan R. Coca