Cuando toda la ciudad se rompe a tu alrededor
Entre los creadores que han aportado algo sustancial al universo de Batman destacan sobremanera Brian Azzarello y Eduardo Risso. Esto lo tienen bien claro en ECC quienes han editado en su edición Deluxe diversas obras de estos autores. Hablamos de Joker o Batman condenado a la que se suma Batman ciudad rota y otras historias. Esta última ha sido publicada recientemente y debido a ello queremos analizar las características de una obra tan relevante de este personaje. Veamos por qué digo esto.
Azzarello ha huido de perspectivas éticas en su obra. Esto ha permitido que su narración se separe sustancialmente de otros autores tales como Miller, Morrison o Snyder, por poner algunos ejemplos. La perspectiva de este autor es mucho más ontológica y psicológica. Ontológica ya que todo surge del carácter esencial de Gotham y de lo que en ella ocurre. No parece estar vinculado a una elección. Psicológica debido a que las características de la ciudad afectan tanto al personaje que éste reacciona emocionalmente a dicha realidad. Por lo tanto, Bruce Wayne no actúa (como Batman) por el deber o por la justicia. Batman, según la visión de este gran creador, es un elemento que emerge de una ciudad “construida de yesca seca y pólvora, con cloacas que eructan burdamente queroseno grasiento” (pag.1). Esta descripción aproxima a Gotham a un lugar demoníaco o satánico. Un lugar donde dios no ha vuelto su mirada. El espacio donde se genera una entidad de venganza, culpa y resentimiento.
El Batman de ciudad rota es un ser primario que materializa la podredumbre de esta ciudad rota, fracturada, descompuesta… Y, como es evidente, el personaje principal resulta ser un análogo de este espacio. Por esta razón Batman no es un personaje ético. Es otro desecho social que actúa sin demasiados criterios éticos, convirtiéndolo en alguien semejante a sus enemigos. Esta reconversión en el significado profundo del personaje lo desmitifica y lo humaniza notablemente. De ahí que sea razonable, en la conformación del personaje, que nos topemos con un Batman mucho más frágil que otras veces. Esta fragilidad proviene de una eliminación de los aspectos tecnológicos y de una conformación trágica del mismo.
Los enemigos contra los que se enfrentará también serán mucho más realistas que en otras obras. De hecho, Killer Croc es mostrado de una manera más naturalizada y cercana a un gánster que a un asesino. En Batman se autodefine como un monstruo y lo aproxima a un héroe demente. En este sentido, la obra de Azzarello y Risso tiene una enorme profundidad. No se limita a mostrar una alteración de la percepción como realizó Morrison en su Batman RIP, sino que ofrece una recolocación del significado de este personaje. Tanto es así que, en los aspectos más profundos, nos recuerda a Hellboy de Mignola, aunque sin los aspectos dulces y humorísticos de éste. Por esta razón, Ciudad rota es una obra esencial que necesita ser leída para comprender muchos de los matices sutiles que ofrece Azzarello (varios años después) en Batman condenado.
Batman se depura internamente con cada acción. Su mente se tranquiliza. Digo esto ya que, al ir leyendo la obra, uno tiene la sensación de que Wayne está un tanto trastornado o deprimido. Para evitar entrar en Arkham, lucha contra ese monstruo interno que le llama constantemente. Aquel que le lleva a desear a una prostituta y mostrar un carácter primitivo inusitado. Lucha contra la necesidad de destrucción. Necesidad que es supurada por las calles de la ciudad imaginaria donde habita. Esto hace que el Batman de Azzarello sea uno de los más realistas, con muchísima diferencia. Sin duda King y Miller lo han hecho magistralmente, pero ninguno ha ido tan lejos.
Por otro lado, y como parte fundamental, está la narración visual de Risso. En este caso, este creador opta por unas viñetas oscuras, matizadas y repletas de sombras. Además, este gran creador juega con las percepciones del lector para mostrar, en alguna ocasión, cierta relación con el dibujo de Mignola. Mientras que, en otros momentos, recuerda a Mazzuchelli. Esto nos obliga a recuperar, mentalmente, otras obras que ayudan a comprender el sustrato de significación de esta obra. Junto a todo esto resulta especial el uso de la lluvia como elemento gráfico que permite identificar esta obra como ejemplo magistral de cómic negro y como una especie de lágrimas especiales. Todo ello aporta un gran contenido emocional a la narración visual que conjuga perfectamente con la potencia de la narración escrita.
La configuración de las viñetas no sigue un orden concreto y parece ajustarse a las necesidades narrativas. A esto se le suma cierto feísmo en el trazo y en las viñetas. Este carácter se une a la potencia del claroscuro para dar forma a una obra personal y sumamente identificable. Toda esta construcción narrativa no deja al lector indiferente, aunque le exige cierta atención a los detalles.
En suma, estamos hablando de una obra esencial que ahora acaba de ver la luz en el formato Deluxe. Algo, por otro lado, que muchos de nosotros estábamos esperando.
Por Juan R. Coca