El arte del ninguneo. 10+1 aforismos inéditos de José Luis Trullo
Ser o no ser alguien: esa es la gran duda.
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Quien más, quien menos, quiere ser alguien para alguien. Por suerte, nadie puede serlo todo para todos.
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Nadie ama ser nadie. ¿Alguien sabe lo que se pierden?
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«¡Miradme bien! ¡No soy nadie!», espeta a los viandantes mientras se abre en canal las carnes.
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Fantasma: alguien que se resiste a ser nada ya para siempre.
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Como el amor, uno siempre lleva mejor el anonimato abrazado que el endosado.
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La reputación tiene dos caras: una te sustrae lo que la otra te regala.
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También en el mundillo literario existen los terraplanistas de la identidad ajena. Pero, ¿quién les toma en serio?
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Para ningunear con arte hace falta ser un poco equilibrista, otro poco acróbata y otro poco malabarista. El buen ninguneador que lo consiga ya está listo para montar todo un circo de tres pistas.
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«Ninguneaos los unos a los otros», dictamina el espejo.
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En la fosa común, nadie pregunta ya por la razón.