‘La pequeña comunista que no sonreía nunca’, de Lola Lafon
POL ANTUNEZ NART.
Vivir entre dos mundos nunca fue fácil, aunque todavía lo es menos si te conviertes en un fenómeno de masas y todos quieren saber de tu existencia. Ser un referente es mucho más que dominar un oficio, obtener medallas o adquirir un reconocimiento público. Este es un término, que suprime una gran parte de la libertad del individuo, para convertirlo en una figura que debe ser ejemplar por norma.
Este proceso es encarnado en la novela ‘La pequeña comunista que no sonreía nunca’ de la autora franco-rumana Lola Lafon, a través de la figura de Nadia Comaneci, la histórica gimnasta de origen rumano que logró sacar en sus valoraciones una media de 10 en el mundial de Montreal 1976, un hito nunca visto hasta la fecha. En este relato, el deporte vuelve a descubrirse como un marco narrativo enormemente poderoso para comprender como se construyen los personajes públicos y como estos son utilizados en función de los intereses políticos de cada territorio. Así pues, Nadia aparece representada en la novela como una niña que se ve obligada a asumir la fama de un modo muy repentino, en un contexto histórico cambiante a finales del siglo XX en el que las relaciones entre su tierra natal, la Rumanía Comunista de Ceausescu, y la franja del mundo occidental serán claves para comprender los altibajos en la imagen pública de una atleta tan brillante, cómo polémica en todas sus facetas.
Toda esta trama, así pues, estará perfectamente contextualizada en un periodo en el que se suceden una gran cantidad de hechos históricos. La guerra fría (con Vietnam o Corea como protagonistas), el auge y la impactante caída de Ceausescu que le llevó hasta la misma muerte, la caída del muro o la entrada en la era de la globalización y de la tecnología, son algunos ejemplos de acontecimientos que marcarán un antes y un después en nuestra realidad y que aparecerán representados en la obra a un ritmo vertiginoso.
A su vez, también es necesario precisar que el ámbito sociopolítico no es el único marco narrativo de la historia. Otra gran parte del foco está puesto, en la dimensión más personal de la gimnasta, creando un espacio de intimidad entre el lector y nuestra protagonista, en el que podremos entender cómo esta asume la fama y el reconocimiento global a raíz de sus éxitos deportivos, como es capaz de gestionar el estrés y la ansiedad que le conlleva su nueva vida y cómo se siente también en los momentos en los que desaparece de este plano mediático. Del mismo modo, podremos entender los conflictos internos que Nadia vivirá en primera persona, producto de las presiones recibidas para que tome partido entre occidente o su tierra natal, entre una fama efervescente que la encumbrará por momentos y la desechará en otros, o un patriotismo dogmático que le despertará grandes contradicciones ideológicas. Viviremos con ella su inestabilidad ante las críticas y la pérdida temprana de su inocencia, pero también descubriremos como estos hechos la irán haciendo más fuerte, y terminarán moldeando una personalidad totalmente arrolladora.
En definitiva, hablar de esta novela es hablar de una obra llena de matices, basada en hechos reales, que no puedes perderte si eres amante de una literatura introspectiva e intimista, o bien, si eres un entusiasta del deporte y de los procesos históricos del siglo XX.