‘Pequeñas labores’, de Rivka Galchen

Pequeñas labores

Rivka Galchen

Traducción de Inga Pellisa

Tránsito

Madrid, 2023

170 páginas

 

Por Ricardo Martínez Llorca / @rimllorca

            Que nazca un bebé se asemeja bastante a crear el universo. En cuanto ves su rostro, da la sensación de que estuvo siempre allí. ¿Puede existir una paranoia salvífica? Tal vez sí, y tal vez tenga que ver con nuestra capacidad de crear vida. Nuestros días no transcurren en silencio, pero esos ruidos podemos interpretarlos como un conjunto armónico, a pesar de que sólo escuchamos fragmentos, piezas deslavazadas que reflejan distintos humores. Debemos repetirnos que en el caos, que es como nos llegan los sonidos, también hay armonía: lo podemos comprobar cada noche, con la experiencia visual que surge al levantar la mirada para ver las estrellas. Para mirar las estrellas debemos, eso sí, bajarnos de nuestro trono de oro y apartarnos de la contaminación lumínica. Así es como Rivka Galchen (Toronto, 1976) afronta la experiencia de reflejar la armónica convulsión interna que supone la llegada de un hijo, alejándose de los púlpitos intelectuales para buscar la armonía de la música, que llega en ese caos de emociones que intentamos siempre, en un intento que siempre fracasa, traducir a palabras, a sonidos, a música. En realidad, el cuerpo de estos textos es pura poesía.

            ¿Somos directores de escena o somos actores? La pregunta puede provocar resistencia o puede ser el origen de las dudas que nos llevan a buscar belleza. La duda es, posiblemente, el asunto que más ocupa a Galchen en esta obra. En realidad, la duda y la extrañeza van ligadas, y ser madre por primera vez puede ser muchas cosas, la mayoría buenas, sin detritus, pero nos lleva directos a un mundo extraño. El sol, eso sí, sigue saliendo por el horizonte cada mañana y nosotros sabemos que ese instante de pureza no se puede comprar en el mercado. Además, los cerezos florecen en primavera y esto nos remite a los grandes referentes literarios que aquí ocupan la cabecera de Galchen, que son El libro de la almohada y La novela de Genshi. La apuesta por intimar con la observación y con la delicadeza es patente, y Galchen consigue resultados soberbios en ese ámbito. Pequeñas labores es un libro que se le ha impuesto a su autora, una serie de textos breves que obedecen a necesidades y reflejan que las respuestas no están en la literatura, pero que la literatura nos acompaña en la búsqueda de respuestas. Es imposible no ser consciente, veinticuatro horas al día, de que la vida contiene mucho de absurdo, una sentencia que no nos deja a merced de ningún destino ni de ningún dios caprichoso, porque también sabemos que existe la moral del mar y la verdad de las flores.

La prosa de Galchen está al servicio de este tipo de pensamiento, de una construcción de filosofía en breves retazos y sin intentar construir impresiones aforísticas. Es difícil subrayar una frase concreta y es imposible no sentir la tentación de subrayar párrafos enteros. Iremos reconciliándonos con la idea de ser madre, que es una barbaridad y es un hecho natural, y en la idea de escribir para intentar hacer literatura, que a la hora de la verdad sólo sirve para facilitar el contenido de vivir que no es la felicidad, sino la búsqueda de la felicidad. Este es el carácter de estos textos de Rivka Galchen que con tanto acierto nos trae la editorial Tránsito.

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