Calle Arbat de Moscú, “Los hijos de Arbat” de Anatoli Rybakov
UNA CALLE, UN LIBRO
Calle Arbat de Moscú, “Los hijos de Arbat” de Anatoli Rybakov
Yo me alojaba en el Hotel Belgrado. Cerca estaban la estación de Kiev y la casa de Leon Tolstoi. Por la calle Arbat iba hacia la Plaza Roja y el barrio de tabernas subterráneas de Kitai Gorod. Pero había veinte grados bajo cero, a veces la cara se me ponía de cristal y tenía que volver enseguida al hotel.
En los años de Gorbachov Arbat era la calle de los artistas y la bohemia. Estaba llena de vitalidad y esperanzas. Allí había una de esas estaciones de Metro como catedrales apabullantes del estalinismo, pero era mejor caminar por arriba. Me cruzaba con tipos raros, con casas curiosas. Por eso quise leer “Los hijos de Arbat” de Anatoli Rybakov. Creí que hablaría de esa vitalidad de esa calle, de esas esperanzas que crecían de originalidad y libertad. Cuando ya se podían leer libros de Pasternak o escuchar rock and roll. Cuando ya no había que buscar impresos clandestinos.
Pero “Los hijos de Arbat” habla en 700 páginas de como el estalinismo aplastó a sucesivas generaciones. Como había que someterse en todo al marxismo leninismo, incluso para construir una casa o estudiar Geometría. Como distintos profesionales, y toda la inteligencia, y todo lo que valía o prometía, fue enviado a Siberia, controlado, sometido, desesperanzado. Entonces simplemente la calle Arbat simplemente significaba la vida contra la rigidez y la muerte.
Se me quedó grabado un pasaje. Stalin en la guerra mundial consideraba que el verdadero enemigo era Gran Bretaña, no Alemania. Por eso pactó con Hitler. Siempre quise diferenciar comunismo y estalinismo. Pero, qué desolación, muchos comunistas siguen reivindicando a Stalin. Y (alucinante) también ahora a Putin.
Antonio Costa Gómez Foto: Consuelo de Arco