Silvia Marsó y Vito Sanz en La Florida, una crónica negra de Víctor Sánchez Rodríguez
Horacio Otheguy Riveira.
Un hombre expresa la angustia que le domina desde el despertar, entre tostadas de centeno, comer sano, cuidarse, preocuparse por el cambio climático, inquietarse por el caos terrible del mundo en que vivimos… El corazón va a cien, el suyo y el del espectador cuando se trata de un policía que llora al ver el felpudo de la entrada de su apartamento: Welcome to home. Parálisis de un policía que no tiene quien le espere ni abrace. Comienzo de una obra ambientada por Alessio Meloni con una escenografía en un fantástico tono kitsch para un grupo de personajes que vive gozosamente autoengañado en un bloque de apartamentos con buenas vistas, eminentemente turístico, pero sus habitantes solo lo son en deseo y apariencia.
En la casa hay una piscina y en ella flota un muerto, por eso acude el policía del comienzo, y lo primero que le pasa es el encuentro con una cantante de curvas llamativas, una guapa pelirroja que añora tiempos mejores de edad y éxito fulgurante en plena transición. Canta de maravilla aunque se exceda en el dramatismo de su interpretación, quiere amar y ser amada apasionadamente, aunque aparente lo contrario a fuerza de exagerar su manera de estar no solo en ese lugar, sino en el planeta.
Cuando ambos se juntan comienza una función que, como suele suceder con este autor-director, delimita fronteras literarias con moderados toques de humor negro alrededor de una investigación que, a su paso, nos permite descubrir a un personaje ausente, un hermoso gigoló para ambos sexos que, como todos en La Florida, vivía ansioso por desaparecer de sí mismo y convertirse en otro.
Estos son los personajes mejor delineados, con un muy buen recorrido hasta un final impecable. Que reúne varios de los sentimientos profundos de los dos personajes en una escena con muy pocas palabras.
En el desarrollo, la unión de narrativa negra y teatro policiaco, a menudo pierde el tono, parece difuminarse en diversos objetivos. Los otros personajes apuntan mucho pero enfocan menos, atrapados por un enjambre de explicaciones con poca acción. Al no haber leído el texto me queda la duda si fue una noche desangelada en la que se perdió atmósfera, o por el contrario ya en el libreto apunta un descontrol de la trama. Pienso en ello al revisar los otros espectáculos de este hombre de teatro que encuentro mucho más logrados, sobre todo en su peculiar visión literario-teatral: Cuzco, autor y director; o director en Temporales, Una vida americana, Iván y los perros…
Sin embargo, La Florida tiene un material de fondo muy atractivo a través de su lenguaje (texto e imagen) en el complejo acercamiento al género negro, tan bien desarrollado en otros países europeos, y muy poco entre nosotros.
Las actuaciones de todo el grupo funcionan adecuadamente, tras la estela admirable de los mencionados Silvia Marsó y Vito Sanz, quienes aprovechan sus muchos recursos para enamorar a sus personajes: Lola Fargas y Antonio, dos perdedores en busca de un ensueño en el que sentirse acompañados.
Texto y dirección: Víctor Sánchez Rodríguez
CON
Silvia Marsó (Lola Fargas)
Vito Sanz (Antonio)
Lorena López (Helena)
Francisco Reyes (Abdón/Nicolai)
Amparo Fernández (Rosafina)
Diseño de espacio escénico y vestuario Alessio Meloni
Diseño de iluminación Mingo Albir
Diseño de espacio sonoro Ana Villa y Juanjo Valmorisco
Movimiento escénico Cristina Fernández Pintado
Ayudante de dirección Vicent Domingo
Ayudante de escenografía y vestuario Mauro Coll
Fotografía María LaCartelera
Dirección técnica compañía Ciru Cerdeiriña
Jefa de producción Beatrice Binotti
Dirección de producción Nadia Corral
Una producción de Octubre Producciones y Teatro Español