«Las hermanas de Manolete» salen al ruedo en un apasionante espectáculo

Por Horacio Otheguy Riveira

En 1947, Manolete (Manuel Laureano Rodríguez Sánchez) era uno de los toreros más queridos y admirados. Contaba 30 años cuando en la plaza de Linares, Jaén, un toro de 495 kilos le asestó una profunda cornada que le atravesó el muslo derecho. El célebre matador nacido en Córdoba falleció a las 5 de la mañana del día siguiente. De lo mucho que se ha escrito —entre páginas que le idolatran—, algo se ha deslizado «en plan no se lo cuentes a nadie» sobre la prohibición de que se cumpliera su deseo: casarse con su amante, la actriz de cine Lupe Sino, quien de ese modo se hubiera quedado con su fortuna y su prestigio, ya que la mujer estaba considerada una “artista”, es decir, una fulana. Pero se sabe con certeza que, moribundo, pidió un cura para casarse en articulo mortis.

A partir de estos datos, la actriz-cantante Alicia Montesquiu escribió esta pieza teatral titulada «Las hermanas de Manolete» como un homenaje encendido, emocionado e impúdicamente comprometido políticamente a favor de las dos del título y la tercera en torno a la cual gira no solo la trama sino toda la puesta en escena, la actriz que le amó como quien ama una leyenda, eje de pasiones escondidas y negras lagunas que a lo largo de la función las tres mujeres irán revelando.

Hermanas que por primera vez salen de los límites a los que su madre las ha obligado desde niñas, y lo hacen, temblorosas y angustiadas, para visitar a la hermosa que se atrevió a ir a la Plaza de toros con un vestido rojo, el mismo color de la pasión y de la sangre que fluyó del cuerpo enamorado. Es en este encuentro donde transcurre la acción como si se rodara una película, con singulares y muy eficaces escenografía e iluminación convirtiendo a las tres en protagonistas de una película de aquellos años de finales de los 40, a cargo ahora de un trío de actrices que incorporan los decires, las voces y los movimientos corporales de la época, aportando un permanente doble juego de ficción que busca una verdad que se escapa a menudo y se reencuentra a la vuelta de los abundantes giros de las situaciones que viven en una habitación de gran hotel, todavía a nombre del muerto. Un registro para la galería, para la seudo moral propia de la era franquista, como si viviera solo en el lujo, divirtiéndose con cuantas chicas quisiera, pero en realidad vivía con la actriz «en mi piso de la calle Eslava…».

Como un insólito puzzle de teatro contemporáneo, los 40-50 de una España negra, recorren la piel y el corazón de estas tres mujeres y dos personajes ausentes que sin emitir sonido alguno dicen mucho: el torero y su posesiva madre. Sin duda, la intriga que se entreteje alcanza un final sorprendente.

Monumento a Manolete en la ciudad de Córdoba, inaugurado en 1956, obra del escultor Álvarez Laviada. Una representación grandiosa que en «Las hermanas de Manolete» se limita al último traje de luces que traen de regalo. Por lo demás, su recuerdo es un recorrido por la miseria económica y moral que rodeó a las mujeres que lucharon para que él triunfara como si fuera un éxito puramente personal.
Con la actriz Lupe Sino, cuya relación concubina era un secreto a voces en la sociedad franquista, presidida por la hipocresía nacional-católica. Al morir el torero se cancelaron sus contratos y marchó a México donde volvió a casarse para divorciarse un año después. Murió en Madrid con 42 años de un derrame cerebral. (Foto en Wikipedia)
Las dos hermanas y la actriz en una de las escenas más intensas de un espectáculo muy original, de gran dinamismo escénico con cambios escenográficos e interpretativos que mantienen en vilo.

Las hermanas de Manolete, es una historia de ficción basada en los personajes reales que rodearon la muerte del torero Manolete en 1947. Un retrato de la sociedad franquista de esos años, en la que las mujeres eran meros objetos que no debían sobresalir sin permiso. Una negra historia de ineptitudes y oscuridad que lleva a la tragedia de varios seres: a un hombre considerado un dios, a un toro y a una actriz enamorada. Poco se sabe todavía de las mujeres que han ido rodeando a los personajes ilustres de épocas pasadas y cuanto más foco se pone en esas mujeres, que han permanecido en segundo plano social, más nos sorprende lo que encontramos. Mujeres valientes, creativas, terribles, mujeres con muchas cosas que aportar, buenas y malas, a la sociedad que las sepultaba en sus casas. En el caso del torero Manolete, la historia de las mujeres que le rodeaban es sorprendente. Se movían haciendo y deshaciendo una tela de araña a su alrededor, en el pequeño espacio que brindaba la sociedad a todo lo femenino. Alicia Montasquiu

Con expresión severísima, el siempre afectuoso director Gabriel Olivares. Atrás, Ana Turpin, como Lupe. Delante, las hermanas interpretadas por Alicia Cabrera y la autora del texto, Alicia Montesquiu: admirable sincronía de talentos para un juego escénico muy complejo.

Producción: ElReló en colaboración con TeatroLAB Madrid
Producción ejecutiva: Gaspar Soria
Dirección: Gabriel Olivares
Ayudante de dirección: Jesús Redondo
Texto: Alicia Montesquiu
Escenografía: Marta Guedán
Vestuario: Mario Pinilla
Iluminación: Carlos Alzueta
Espacio sonoro: Ricardo Rey
Asesoría vocal: Yolanda Ulloa
Asesoría de movimiento: Andrés Acevedo
Fotografía cartelería: Javier Biosca
Fotografía y vídeo de escena: Nacho Peña
Diseño gráfico: Javier Biosca y Sergio Avargues

Teatro Maravillas# 13,14,20, 26,27 y 30 de diciembre y 1,2,3,4 y 6 de enero.

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