«Redención», de David Refoyo
Por Pablo A. García Malmierca. LA POESÍA COMO PROPUESTA ARTÍSTICA ENTRE LA REALIDAD Y EL LENGUAJE.
Cada vez escucho en más foros literarios la afirmación de que la poesía y la vida se entrecruzan de tal forma que en muchas ocasiones se solapan, se confunden e incluso se metamorfosean la una en la otra. Poesía y vida se mezclan en un continuo diálogo, el movimiento que se produce entre una y otra crea un espacio nuevo, un entre, como afirmaría el poeta y ensayista zamorano Luis Ramos. Este entre ficcional y a la vez verdadero, crea la obra de arte. Un movimiento en el que el acto de querer tocar el mundo por parte del poeta a través del lenguaje hace que surja la poesía.
Podemos pensar que este ir hacia lo literario desde la vida es algo intrínseco a todo movimiento artístico; sin embargo, este planeamiento ha sido puesto en cuestión a lo largo de la historia de la literatura con apuestas como la Poesía Pura o algunas de las Vanguardias históricas para las que el planteamiento formal estaba muy por encima del propio contenido del poema. En nuestra tradición más cercana, ya sea desde la denominada poesía social que tan bien construyeran autores como Gabriel Celaya o desde las propuestas de la Nueva sentimentalidad, no faltan los espacios entre en los que se ha construido este lugar propio donde confluyen vida y literatura.
La propuesta de David Refoyo, autor que habita la poesía en continua exploración de nuevos lenguajes y nuevas formas de poetizar desde sus conocidos Amor.txt, Odio, El fondo del cubo, Donde la ebriedad hasta su proyecto de spoken Word junto a Refoyo y sus hijas, se muestra en Redención como un entre donde confluyen la vida, en este caso el duelo no cerrado por la muerte de su amigo Jero, y lo literario, con influencias claras de libros como Nox de Anne Carson o Canal de Javier Fernández. Todo ello con un lenguaje, que, como el propio autor ha expresado en algunas ocasiones, busca la sencillez sin olvidar lo literario.
En una reciente charla informal con David Refoyo, pude comprobar cómo esa pretendida sencillez que tanto busca en el lenguaje poético se dispara en un posterior nivel de referencias literarias, que podríamos definir como subtexto. Este subtexto que subyace a este libro enriquece la lectura de tal forma que descubrimos a un autor enormemente preocupado por el elemento formal del texto, porque se desborda, no ya en el lenguaje, sino en un posible segundo nivel de lectura que abre interpretaciones más profundas de Redención.
Si Redención es la forma de cerrar del autor zamorano uno de los episodios más dolorosos de su vida, la muerte cuando era adolescente de su amigo Jero, también es un juego de intertextualidades que hacen que el libro posea una doble lectura que lo convierte en adecuado tanto para el lector que busca una experiencia poética intimista y subjetiva donde el sentimiento se desborda en cada uno de los poemas en prosa que componen el texto, como para el lector que busca una lectura más profunda con continuos juegos intertextuales entre la voz lírica y los libros de poemas que podemos rastrear en el texto, o el propio juego ficcional que se plantea en las notas a pie de página, que como reconocía el propio autor en esa charla informal que pudimos tener “Ernesto García López (se refiere a su libro Hospital de aire) lo está en lo formal, en las vías abiertas a través de las notas a pie de página…”A mi juicio, este es uno de los aciertos del libro, las notas funcionan, si se me permite el símil, como la técnica dramática de la cuarta pared. Estas notas rompen el discurso introduciendo un diálogo del yo lírico consigo mismo en una especie de doppelganger, que matiza el discurso, lo expande o simplemente lo enriquece.
Otro de los juegos formales, el de las diferentes tipografías y espacios del poema son un homenaje a otro de los grandes libros sobre el duelo Nox de Anne Carson, pero sin olvidarnos de uno de los últimos libros que sobre esta temática se han escrito en nuestra lengua de forma más reciente Canal de Javier Fernández, al que tanto debe este Redención de David Refoyo. Otras referencias son menos claras, aunque muy enriquecedoras, citando de nuevo esa charla informal me decía el autor: “…hay dos referencias importantes que son más difíciles de encontrar. La primera, desde el punto de vista de la emoción, sería el Canto del amigo muerto de Al Berto. La otra sería José Luis Peixoto con el magnífico libro que escribió tras la muerte de su padre, Te me moriste. De hecho, el primer verso de este libro es el que da nombre al libro y el guiño está, sobre todo, en el primer verso de Redención con “moriste un siete de julio…”, que me pareció una forma más limpia de traducirlo al español”.
Otro de los recursos, ya utilizados por otros autores y autoras, es la técnica del tachado, que en nuestro caso funciona a modo de reescritura, pues el texto, como sabemos se escribe en un momento dado y muchas veces no ve la luz hasta pasados unos años, y aquí esta reescritura deja huella plausible en el propio texto.
Estamos, por tanto, ante un texto recomendable tanto para el lector o lectora que busca una experiencia donde lo subjetivo y el sentimiento sean su motivación, que junto a un lenguaje sencillo abren el texto a un público muy amplio. Pero, también, y para mí es lo más destacable, por debajo de esta primera lectura subyace una segunda donde el texto se dispara en múltiples referencias literarias tanto en lo formal como en lo temático.
David Refoyo continua su propio camino en la poesía, donde la búsqueda de un lenguaje propio se une a un conocimiento profundo de la tradición tanto de la propia lengua como de la tradición en lengua anglosajona.
Aldealengua. 27/11/2022
Redención
David Refoyo
La bella Varsovia
2022
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