«La Toffana». Un thriller judicial histórico de Vanessa Montfort
Horacio Otheguy Riveira.
Un inquisidor y un cura cómplice de las mujeres, son hombres de Iglesia que, dentro y fuera del sistema religioso-judicial que impera en la Roma del siglo XVII, participan activamente en esta historia de mujeres justicieras.
Entusiasta de la adaptación literaria o teatral de hechos históricos, la novelista y dramaturga Vanessa Montfort encontró en Giulia Toffana un nuevo personaje para integrar en su pléyade de femeninos perfiles singulares, pujantes, audaces. Más aún cuando esta fue ahorcada en 1659, condenada por haber facilitado el asesinato de 600 hombres, maridos leales al sistema católico imperante por el cual las mujeres eran casadas a temprana edad y maltratadas «a piacere» si eso complacía al caballero en rigor del santo sacramento del matrimonio. Mujeres ávidas de liberarse del yugo a cualquier precio…
Descubierto el veneno por la madre de Giulia, y luego impulsada su distribución a buen precio por ella misma, su hija y una amiga prostituta, un párroco tan corrupto como solidario les facilita la contratación con damas de abolengo en súplica de confesionario para que les defiendan de las perversiones de sus maridos.
Siglo XVII, con la Iglesia hemos topado y un código de valores que se reditúa en nuestro tiempo de grandes progresos (en Europa, al menos, no se ahorca ni se ordena hoguera, lapidación o desmembramiento), progresos que repudian hombres y mujeres de la derecha, a quienes les parece una «bazofia» hablar de violencia de género (a pesar de las estadísticas) y se lanzan a derribar el mito de un feminismo que «intenta provocar la destrucción de nuestra civilización». Valga esta reflexión muy personal, porque La Toffana de Montfort no hace ningún alarde de invención posmoderna ni actualiza en lo más mínimo los hechos del pasado, si bien la puesta en escena y la interpretación del reparto esgrimen ciertas libertades más cercanas a este tiempo que al pasado, sobre todo cuando solo tres actrices y un actor encarnan 10 personajes con un lenguaje de hoy, sin caer en un estropicio callejero.
La función tiene muchos derroteros, no solo los evidentes, al tratarse de unos asesinatos en serie que despiertan gran simpatía. Imposible no empatizar con este trío de ingeniosas supervivientes que dan respiro a la soledad brutal de las mujeres imposibilitadas no solo de estudiar sino mucho más que eso, pues estaba prohibido que supieran pensar, leer y escribir. Maldecidas desde el nacimiento, aunque imprescindibles para engendrar (preferentemente hombres), se erigen como ejecutoras implacables y divertidas de un fantástico veneno vegetal que ni tiene color ni huele… pero mata con eficacia extraordinaria.
Montfort se ha metido a fondo en un caso histórico con muy pocos datos de arranque. Tuvo que buscar mucho y encontró muy buena documentación con ayuda de investigadores de aúpa, cuya asesoría consta en el dossier: Juan Carlos González, Kina Jaraices, Simone Trecca, Paolo Broggio, Óscar Gómez, Paula Zapatero y Helena Isla. Mucho descubrió y luego sintetizó con buen arte de dramaturga que suele deambular con generosa imaginación, como ya lo demostró en otros títulos, de su prolífica producción.
He tenido la inmensa suerte de leer el texto original de La Toffana, con lo que resulta más admirable todavía la creatividad de ambas: la autora por un lado y la directora por otro. La primera consolida una pieza muy abierta estructuralmente, pero respetando formas y cantidad de personajes a la manera de otros colegas que han dejado huella en el teatro europeo testimonial (por ejemplo, Peter Weiss, Rolf Hochhuth, Tom Stoppard…), de manera que su elaboración ideológica y estética es muy profunda y a la vez rica en destellos de elipsis y flashbacks, aunque la escenificación de María Herrero aligera todo en exceso, reduciendo reparto y frivolizando escenas de mucho mayor densidad dramática.
Son puntos de vista que se entrecruzan y no siempre convencen. Me quedo con la maravilla del texto, pero a su vez reconozco algunos aciertos de atmósfera y resolución plástica de la puesta en escena. Como sucede en el cine, a menudo el texto y la perspectiva del realizador no coinciden. En este caso el resultado es un espectáculo que sale adelante con notable interés, mientras los espectadores más ambiciosos pueden acercarse a la reciente edición del texto para internarse con mayor hondura en una historia tenebrosa que aporta mucha luz a la narrativa —por otra parte tan abundante— de los asesinos en serie masculinos (El perfume, de Patrick Suskind, es un buen ejemplo), ya que La Toffana de Vanessa Montfort deja a un lado el conocido placer de quienes destruyen por impotencia de amar, y exhibe una poderosa razón política, esgrimida con valores de la naturaleza, los propios cuerpos de las mujeres que sirven a los hombres, y la creación de una pócima surgida de la tierra para liberarse de los fálicos monstruos que las acosan…
Es 13 de julio de 1659 y en el Tribunal del Santo Oficio de Roma da comienzo el esperado juicio a Giulia Toffana, una dama de la burguesía romana conocida por fabricar cosméticos y perfumes muy demandados en la corte. Junto a ella serán juzgados su hija, su ayudante, un sacerdote muy querido en la comunidad y algunas viudas de las familias más respetables de Roma. La acusada se enfrenta a los cargos de herejía por atentar contra el sagrado sacramento del matrimonio creando y proporcionando un veneno destinado a favorecer la viudedad de las esposas romanas. Madre e hija han declarado su inocencia pero son llevadas presas al Castillo de Sant´Angelo desde su refugio en el Convento de las Siervas de María.
Madre, hija y ayudante, sociópatas o justicieras, se enfrentarán al juicio de la Inquisición renunciando a un abogado ante el expectante pueblo de Roma. Con un pie en el abismo, dialogarán en su celda mientras intentan librarse de la hoguera sin sospechar que hay mucho que aún no saben las unas de las otras. A través de las pruebas, argumentos y contraargumentos, rememorarán los episodios que las llevaron hasta allí: el ajusticiamiento de su abuela, las marcas en la puerta de su hogar en Palermo que las señalaba como brujas, su llegada al convento para servir a las monjas, su primer laboratorio, la complicidad del padre Colona, la iglesia en la que empezaron a distribuir su veneno, la corrupción en la corte romana… la traición y la tortura.
[…] INQUISIDOR.- Ayúdeme a que confiesen. El deber de la Inquisición es salvar su alma, no matarlas.
ABADESA.- Y el deber del Inquisidor es at puniatur temeritas perversorum…: No castigar al
sospechoso para lastimar al inocente.
INQUISIDOR.- Vaya con Dios, Madre.
ABADESA.- A usted no puedo decirle lo mismo porque ya está con él.
La ABADESA se coloca su capa blanca y sale […]
DE GRANDIS.- Una vez vi a un pintor de la corte que inauguró una fuente, pero no era como tú /…
CARAVAGGIO.- ¿Bernini? (Con retintín) ¡El arquitecto de Dios! Sí, le encantan las fuentes…
No te muevas.
El pintor le coloca la postura.
DE GRANDIS.- ¿Qué te ha pasado en la cara?
Intenta quitarle la máscara. Él se lo impide.
CARAVAGGIO.- Me la desfiguraron.
Silencio.
DE GRANDIS.- ¿Para quién es el cuadro?
CARAVAGGIO.- Para pedir perdón al Papa.
DE GRANDIS.- ¿Qué has hecho?
CARAVAGGIO.- Matar a un hombre.
DE GRANDIS.- ¿Lo asesinaste?
CARAVAGGIO.-Oye, eres curiosa, ¿eh? En realidad sólo quería cortarle su asqueroso y flácido
pene, pero el desgraciado se revolvió, le pinché en la ingle y se desangró. (Se encoge de
hombros) De todas formas se lo merecía.
DE GRANDIS.- ¿Por qué?
CARVAGGIO.- Porque le faltó al respeto a una dama como tú.
DE GRANDIS (Riendo complacida).- Yo no soy una dama…
CARAVAGGIO.- Es verdad. ¡Ahora eres una apóstol!
DE GRANDIS (Riendo).- ¿Yo? No, en realidad soy…
CARAVAGGIO.- Puta. Ya. He pintado muchas como tú… (Pausa. Burlón) Mártires vivas de las ciudades que cargan con las miserias de hombres… como yo.
Le enseña el cuadro.DE GRANDIS.- Vaya…
CARAVAGGIO.- ¿He dicho que he pintado a muchas como tú? Pues te he mentido. Ahora eres la
más santa de todas las putas: María Magdalena… en éxtasis. […]
Intérpretes: Victoria Teijeiro, Amaranta Munana, Aitor de Kintana, María Herrero
Asistente de dirección Víctor Antona
Diseño de vestuario y escenografía Karmen Abarca
Diseño de iluminación Lola Barroso
Diseño de sonido Irma Catalina Álvarez
Composición musical María Herrero
Asesoría de movimiento Olmo Hidalgo
Peluquería y maquillaje Sagra Díaz
Prensa María Díaz
Diseño gráfico Javier Nadal
Dirección de producción Evaristo Sánchez
Distribución Producciones Teatrales Contemporáneas
Asesorías para documentación Juan Carlos González, Kina Jaraices, Simone Trecca, Paolo Broggio, Óscar Gómez, Paula Zapatero y Helena Isla
Una coproducción de Flexión Teatro, Proyecto Barroco, La Quintana Teatro, TIDI: Teatro Inversión Desarrollo e Investigación, Centro Dramático Gallego y Vanessa Montfort.
TEATRO DE LA ABADÍA HASTA EL 13 DE NOVIEMBRE 2022
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