Rúa del Villar en Compostela, “Pasa un secreto” de Ramiro Fonte

UNA CALLE, UN LIBRO

Rúa del Villar en Compostela, “Pasa un secreto” de Ramiro Fonte

La Rúa del Villar va desde la plaza del Toral del Toral hasta la Plaza de las Platerías con su Fuente de los Caballos delante de la Catedral. Se pasan soportales oscuros y sombras sugestivas. En medio de la calle está el café Paradiso, con su enrome espejo empañado y sus paredes de madera de color verde. Con su dueño calvo silencioso y su ambiente de nostalgia de un paraíso intimista. Yo iba a menudo por allí, me sentía tan bien. En la pensión que había encima vivía Ramiro Fonte. Allí escribió en los años ochenta los poemas de “Pasa un secreto”.  Allí decía cosas como esta: “Quizá fuesen mejores /nuestros corazones cuando eran frágiles / y algún golpe de mar o la noche de julio /pudieran abrirles las calladas heridas”.  Le influía la filosofía y hablaba de pensar en medio de la tempestad. Pero amaba el arte y quería refugiarse en un cuadro de van Gogh. Y hablaba de decir adiós en el Norte.  O de explorar los designios de las cosas.

Fue director del Cervantes en Lisboa y murió  joven. Y le decía que me contratara para dar una conferencia y él me decía que envidiaba lo que él creía mi vida bohemia. Siempre lo admiré, pero lo admiré mucho más retrospectivamente. Y sentí nostalgia de él y de su desafuero y de su calma que integraba la tempestad. Y de nuestras charlas medio en broma medio trágicas en los pubs escondidos.  Un día me asustó muchísimo, creí que se había caído a un precipicio en el Miño, hasta que lo encontré tomando una tortilla en mi casa.      Pero en “Pasa un secreto” nos sabía regalar el secreto que descubría la nostalgia: “No eligieron barcos para partir lejos;/ ni la brisa liviana de un verano / Para que los apagase con su fuego insumiso”.  Igual que yo lo admiré a él años más tarde.

Antonio Costa Gómez    Foto: Consuelo de Arco

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