‘El autopista Lincoln’, de Amor Towles
SERGIO VARGAS.
Infinitud de novelas nos hablan de los viajes por carretera, que posteriormente han sido llevadas a la pantalla grande con mucho éxito, me viene a la mente Thelma y Louise -el viaje liberador de dos mujeres- y como no Easy Rider con su banda sonora portentosa.
Partiendo de esta base el autor de la sobresaliente Un Caballero en Moscú( narrativa salamandra) narra en su nueva obra, las peripecias de dos adolescentes en los años 50 que andan tras un coche que les han “guindado”. Amor Towles que es quien la escribe, pasará de los ambientes herméticos de su anterior citada novela (cuyo protagonista estaba encerrado en un hotel de lujo) al cielo descubierto en su nueva obra, titulada El Autopista Lincoln (narrativa salamandra), un contexto que le será propicio al autor bostoniano para desempolvar su estilo divertido y humorístico.
Emmet Watson y Billy su hermano menor cuyo padre ha fallecido , están con ganas de ir a California en busca de su madre quien les abandono hace 8 años, pero les surge un problema, su coche ha sido robado por un par de pivitos llamados Duchess y Woolly que tiraran millas con destino a N.Y donde tienen asuntos que resolver.
De manera casual todos estos chiquillos se cruzaran con personajes diversos: payasos, vagabundos, parados, vendedores, es decir gente corriente que dará mucho jugo sobre todo un cura ruin de nombre John.
Sin abandonar la picaresca el autor profundiza en temas como la moralidad versus religión, una mezcla un tanto explosiva si le añadimos los códigos de conducta que llevamos la sociedad, de los cuales los personajes de la novela diferirán como por ejemplo cuando Emmet prefiere seguir su camino espiritual imitando los actos de la gente de buen corazón y humilde.
Towles brinda toques de sabiduría marca de la casa que a veces pueden sonar trillados como cuando Billy conoce a un hombre llamado Ulises que nos hace desconectar del corazón de la novela.
Novela que descansa sobre los hombros de los dos protagonistas Emmet y Duchess -como la encantadora canciller- que apela al espíritu salvaje que todos queremos llevar dentro.
Acabando, nos encontramos ante un trabajo puramente “made in USA”, apto para leerse en cualquier otro país, donde “chuparemos” asfalto con espíritu aventurero en un ecosistema asombroso.