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El asesinato de la hermana Jorge, de Frank Marcus, en el cine de Robert Aldrich

Horacio Otheguy Riveira.

The Killing of Sister George. Una pieza teatral de finales de los 60 que se fue abriendo camino por el mundo, o mejor dicho, por aquel mundo en el que se podía criticar con dureza el sistema de explotación de la Televisión (entonces en pujante desarrollo) entre mujeres lesbianas. Poco a poco y a la chita callando, se fue representando, a menudo con el tema amoroso moderadamente expuesto, sobre todo por la íntima relación de una ejecutiva madura hacia una joven, de teatro en teatro, por lo general alternativo (las figuras no se atrevían a tanto), cuando llegó la película en 1968 tuvo un éxito notable: producción británica dirigida por un todoterreno de Hollywood, reparto poco conocido con excepción de la muy deseada Susannah York, lo que atrajo al público más variado. Por el título parecía una de suspense. Y muy morbosa con eso de «hermana», tratamiento british para una enfermera, en parte de Latinoamérica fue mejor traducida como El asesinato de la enfermera Jorge, para despejar dudas sobre hábitos inexistentes, ya que el tratamiento de Sister/Hermana es, o era, propio del mundo anglosajón.

El chasco del público ante tantas sugerencias duró poco, ya que una vez ante la pantalla, el misterio del triángulo amoroso y las intrigas de productores ambiciosos y la competitividad reinante en el medio generaban mucho interés hasta el sorprendente final.

Frank Marcus (1928-1996) dejó una abundante producción de la que solo destacó amplia e internacionalmente The Killing of Sister George, personaje que hay que eliminar dentro de una telenovela de éxito. En realidad, un retrato de pasiones encontradas con el abuso de poder rondando atracciones sexuales. Hoy día, tantos años después del estreno, nada menos que 54 años más tarde, destaca por varios motivos: las interpretaciones y el estilo del director, muy hecho a las historias de interiores, a dominar con arte la estructura teatral basada en diálogos y situaciones fuertes, donde el dominio de una mujer sobre otra (recordemos, por ejemplo, ¿Qué pasó con Babe Jane?) oscila entre la sutileza y la brutalidad. Entre ambos crean una atmósfera densa que tiene un interés dramático muy atractivo, a la vez que resulta un vigoroso testimonio de lo que algunos se atrevían en tiempos de censura, directa o indirecta (por ejemplo, en los países sin doblaje se eliminaban secuencias y/o subtítulos).

The Killing of Sister George es una obra sobre una querida actriz de telenovelas y sus relaciones conflictivas con otras dos mujeres: su amante y una ejecutiva de una cadena.

Robert Aldrich realiza una adaptación cinematográfica amplificando el lesbianismo inherente al original. La escena de sexo semiexplícito y el tono sensual de la película le otorgan una de las primeras calificaciones «X» en el cine estadounidense, y al mismo tiempo la etiqueta de clásico de culto.

También marca un punto culminante para el cine Grand Guignol que Aldrich definió anteriormente en What Ever Happened to Baby Jane? The Legend of Lylah Clare, y una expresión más lejana de su continua fascinación por la crueldad, el estrellato desvanecido y el cóctel enriquecido del amor imposible. Sin embargo, a los ojos de hoy puede verse como un tratamiento pudoroso típico de los años 60 en Hollywood: condición que la hace especialmente interesante, pues resalta la gran calidad de las interpretaciones de las tres actrices con personajes sumidos en una nebulosa de miedo a perderse y su irremediable pérdida final.

La relación amorosa entre una estrella de televisión (Beryl Reid) que interpreta el papel de «Sister George», la heroína del corazón sangrante en una telenovela británica, y su amante más joven (Susannah York), entra en crisis cuando un ejecutivo de televisión al que le gusta mucho la más joven decide sacar a Reid de su papel clave en la televisión, como si así pudiera debilitar a su contrincante sentimental.
A partir de ahí, el impulso básico de la trama es el desarrollo gradual de una relación y simpatía con Reid, en proporción inversa a la pérdida de respeto por York. La sobrecarga sexual en las ambiciones de poder en el fragor de la pujante industria televisiva de la época se asemeja a otras historias ligadas a conflictos heterosexuales (Network, de 1976, por ejemplo), con lo que parece un reflejo de masculinidad entre mujeres, posiblemente porque tanto el autor como el guionista y el director eran hombres. Tuve ocasión de ver una puesta en escena dirigida por una mujer de gran trayectoria en Buenos Aires (Alejandra Boero) en la que las atracciones sexuales quedaban muy sutilmente reflejadas, más interesada la directora en lo que implicaba la manipulación humana de una industria tan exuberante como la televisión, movilizadora de grandes cantidades de dinero como de ambiciones por el éxito inmediato.
Dirigida por: Robert Aldrich
Protagonizada por: Beryl Reid, Susannah York, Coral Browne, Ronald Fraser, Patricia Medina, Hugh Paddick, Cyril Delevanti, William Beckley, Elaine Church, Brendan Dillon, Mike Freeman, Maggie Paige
Guión de: Lukas Heller
Diseño de producción de : David Bennett
Cinematografía por: Joseph F. Biroc
Edición de la película por: Michael Luciano
Diseño de vestuario por: Renié
Decoración del escenario por: John Brown
Dirección de arte por: William Glasgow
Música por: Gerald Fried
Clasificación MPAA: Ninguno.
Distribuido por: Cinerama Releasing Corporation
Fecha de lanzamiento: 12 de diciembre de 1968

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