Acuántida, de Marcelo Díaz

ACUÁNTIDA, de Marcelo Díaz.

Ediciones Intrépidas, 2022. 159 págs.

Por Matías Escalera Cordero

El poemario Acuántida del poeta y escultor Marcelo Díaz, primorosamente tirado por Ediciones Intrépidas, es, ante todo, una memoria poética del autor: «Regreso de ayer y la memoria / y converso con los actos ya antiguos…». Memoria aún incompleta y en marcha, por supuesto, que va desde la incorporación a la vida consciente, “Venero”: la primera parte del libro («No repondré las horas escapadas / idas sin mi mano…»); pasando por la magia del despliegue dramático de lo vivo consciente, “Desarropar el mar”: la segunda parte; hasta la aspiración de una madurez que haga frente a la decepción de lo deseado y no cumplido, y de una lucidez, tal vez, seguramente, inútil, que es “Luz de celulosa”: la tercera y última parte.

“Venero”, la primera parte, en efecto, es, desde la perspectiva de quien «ya sabe/sé que es/soy todos los tiempos vividos» y de quien sospecha que «quizás la eternidad está a este lado de la muerte», la rememoración de lo ya ido sin nuestro permiso…

No vuelve el viento

A traer la piel que me erizaba

O onda de ropa

que te esculpía en el vestido

… /…

 

Aunque «viene siempre otro viento…» y, con él, la tentación de desobedecer «esta muerte que alientan las edades». Y dar rienda suelta al deseo de la plenitud imposible…

Quiero un concierto con la luz…

…/…

 

Hoy me urge este concierto…

 

Aunque finalmente solo queda una cierta desolación de lo no posible, de lo no retornable, salvo en nuestro interior, en nuestras fantasías y en nuestros sueños, pues el tiempo no es abarcable y su paso, la decadencia, inexorable. Como la falta de respuestas, no hay respuestas a las preguntas claves y «la duda es siempre un incendio…»

Hay preguntas que hieren más que una ausencia…

…/ …

Sí, preguntas quebradas,

Cual pasillos de mugre

O atmósfera inversa…

 

“Desarropar el mar”, la segunda parte de Acuántida, dice el autor, Marcelo Díaz, que es como una incorporación del proceloso mar de lo vivo dentro de sí mismo; pero, me da la impresión de que las olas y las corrientes dominantes de ese mar convulso de la existencia desplegada arrastran, sobre todo, la sensación de pérdida…

El tiempo deshila la alfombra

Que manchaba con los pies yendo al amor.

….

 

Y te fuiste perdido en una ola

sin avisarme a los ojos,

antes del crepúsculo.

 

Y la certeza del fracaso…

Con tus ojos virados a dioses infundados

has llenado el cuaderno del aire y del suelo

de rayas son historia,

inútiles grafías sin ni mar.

 

Y de esa pérdida y de ese fracaso, ni siquiera el verso, los versos nos salvan…

Pongo una silla en los ojos

una silla en mi garganta y mi saliva

y se hace anfiteatro rumiante mi oquedad de verso.

 

Las formas verbales dominantes en los poemas de “Luz de celulosa”, la tercera parte y última del poemario: volcada hacia la expresión de una madura lucidez protectora frente a lo reiteradamente no cumplido o ido definitivamente, son el presente de indicativo y el gerundio (la forma de la acción en proceso), pero, de un modo muy significativo, también el pasado; tal vez porque pasado, presente y futuro se funden en la misma pérdida, en el mismo fracaso, en el mismo e idéntico continuo de promesas no complidas, a pesar de la voluntad del poeta y del deseo de rescate y de plenitud…

Y qué sé de la muerte.

Me hiere la indolencia del tiempo que se queda.

Inconsciente transparencia.

                        Extraña felicidad de asterisco vacío.

 

Pues…

El gabán de la penumbra simula en la niebla una esperanza.

Es poco más que vacío

o la voz de la nada encogiéndote.

Alimento su embrión de niño confuso,

de árbol contando escenas inconclusas,

sugerencias de un suburbio gemelo de mi miedo,

de algún deseo que aún persigue los jardines

de rostros imprecisos no llegados…

 

One thought on “Acuántida, de Marcelo Díaz

  • el 19 octubre, 2022 a las 6:11 pm
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    Enhorabuena Marcelo. Seguimos por los senderos y recovecos creativos. Un abrazo.

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