Mamma Mia!, el musical que vuelve una y otra vez y sigue y sigue gustando
Mariano Velasco.
Here we go again, una y otra vez o, como quiera traducirse o no traducirse, el caso es que sí, que el musical Mamma Mia! vuelve otra vez a la cartelera madrileña, y lo hace con la seguridad de que va a ser una y otra vez un éxito de público, contando como cuenta con el respaldo de un puñado de canciones que me atrevería a afirmar que a todo el mundo gustan sin excepción por mucho que se las quiera dar uno de moderno, no me digan que no.
La historia de Mamma Mia! es de sobra conocida, la de la chica que invita a su boda a sus tres posibles padres para saber quién es el verdadero. Y las canciones también, pero no importa. Qué coño va a importar, al contrario, es de lo que se trata. De que todo el mundo las cante, las baile, las tararee, las imite, las coreografíe o incluso las parodie. He ahí la clave para que este musical funcione siempre a la perfección, y si a ello se le une un brillante equipo de actores, pues tenemos miel sobre hojuelas.
Probablemente no haya grupo musical en la historia de la música moderna que posea más temazos que Abba: Dancing Queen, Voulez Vous, S.O.S, Super Trouper, Thank you for the music, Gimme Gimme Gimme… Temas que podrán gustar más o menos, pero que hay que reconocer que son lo que se dice temazos. Y tampoco habrá muchos grupos que hayan sabido hacer equilibrios con tanta agilidad sobre esa delgada línea que a veces separa lo delicioso de lo cursi, lo divertido de lo hortera, y acabar cayendo siempre, si acaso, del lado de lo primero.
La prueba más palpable es su Chiquitita: ¿quién no ha pensado alguna vez que se trata de una horterada de canción para acabar, luego, rindiéndose a ella? Un número musical, por cierto, el de Chiquitita, que esta representación resuelve especialmente bien, dando rienda suelta a una simpatiquísima coreografía en su puesta en escena.
Volviendo a la trama, otro de los grandes aciertos de Mamma Mia!, radica en que se trata de una historia muy sencilla pero también, por qué no decirlo, la mar de original. Cierto que hoy para encontrar a un padre no haría falta montar el cristo que monta Sophie, bastaría con acudir a un programa de televisión, pero la situación desata toda una sería de enredos, situaciones cómicas, suposiciones y recuerdos del pasado que resultan de lo más divertidos, como lo es todo lo que da rienda suelta aquellos famosos… puntos suspensivos del diario de Donna.
Verónica Ronda (Donna), Mariola Peña (Tanya) e Inés León (Rosie) forman el magnífico trío de chicas que se reencuentran con su pasado y se lo pasan pipa entre canción y canción, graciosísimas las dos últimas y más sobria, tal vez demasiado, la primera quien, no obstante, demuestra una envidiable perfección en la voz con la que acomete las interpretaciones más difíciles, sobre todo el complicado, e inolvidable, The winner takes it all, un tema con el que uno tiene la sensación de que si sale mal, que no es el caso, todo se viene abajo.
Y Jaime Zatarain (Sam), Carlos de Austria (Harry) y Lluis Canet (Bill) conforman el contrapunto masculino, también simpatiquísimos los tres y muy acertados al mantener en su justa medida el papel de secundarios, por lo que la obra tiene de empoderamiento femenino, que lo tiene. Y una mención muy especial para Gina Gonfaus en el papel de Sophie, que aúna encanto, bonita voz y excelente interpretación, sabiendo cuándo robar protagonismo a la madre y cuándo cedérselo.
Y tratándose de lo que se trata, por supuesto que nada sería igual sin un grupo de baile como el que aquí aparece, con excelentes coreografías una detrás de otra y un oscuro y onírico número al arranque del segundo acto que va a sorprender por lo que tiene de estético y novedoso.
Ah, y para quienes les pille todo de nuevas, que nadie se mueva de sus asientos antes del numerito final final final, el más hortera, delicioso y con más sabor a Abba de todo Mamma Mia! y que nadie se puede perder, ¡hombre por favor!, que uno va al teatro para eso, ¡para pasárselo bien!
Mamma Mia!, el musical. Teatro Rialto