Homenaje a Jesús Quintero
JESÚS MILLÁN MUÑOZ.
Supongo e imagino que a él, le hubiesen gustado estos homenajes que en forma de palabras se le tributarán, supongo que a cientos en periódicos y radios y televisiones.
Siempre vuelvo, diríamos al origen, cada persona tiene mucho de misterio y de enigma, para si mismo, más, más para los demás, o, quizás menos, podría indicar el chulapo castizo madrileño. Pero supongo que el señor Quintero, le hubiese gustado más, que los años anteriores a estos días, dónde ha pasado el tránsito o el puente de esta vida a la Otra, otros dirán, de esta vida a la nada. Le hubiese gustado haber tenido más programas y más radio/televisión, más presencia física y psicológica en la sociedad y en su sociedad.
El otro día unos contertulios, al juzgar, no sé a quién personaje, uno de ellos indicaba, es que juzgamos el valor de la obra de Picasso, sus creaciones y sus descubrimientos y su estética, no su persona y sus miserias. Otros, indican, que es cierto, que una cosa es la obra y otra es el hombre, y, por el hombre no hay que juzgar la obra, cuándo es negativa, pero entonces, tampoco habría que juzgarla cuando la vida es positiva. Porque una vida buena y positiva, en muchos aspectos, diríamos moral, puede llevar una producción cultural o social o política o económica, errónea de ese sujeto, o, al menos, en cierto grado.
Yo, que soy tradicional en esto, sigo pensando que la ética y al estética deben ir unidas y conexionadas y armonizadas, o, si se quiere, el eterno problema de verdad y bondad y belleza, los trascendentales de la escolástica. En la medida de lo posible, la mujer del César, tiene que ser buena y parecerlo. Pienso que la actividad de un hombre o mujer, sea el que sea, tiene que ser moralmente correcta, o, al menos lo más posible, y, también, ser eficiente en su labor, en las actividades creativas y culturales también… -aplicado a toda persona y oficio y vocación…-.
El señor Quintero, que debemos recordar, dicen, que con vocación primigenia de actor, y, que llevo la calle a la audiencia mayoritaria –el pueblo a las ondas-, nos enseñó y presentó, que en esta sociedad y país, hay muchos conjuntos de personas diferentes y diferenciados… que llego a un grado de enorme perfección en la entrevista, gustasen o no, pero con gran audiencia, gran consenso social y popular, los famosos programas en radio y televisión: El loco de la colina, El perro verde y Ratones coloraos, y, que, según mis datos, cerca de su localidad de nacimiento, San Juan del Puerto, con buena lógica y razón y equidad y justicia, se está archivando y documentado y catalogando, multitud de material y materiales, que el señor Quintero, ha puesto a disposición, para realizar y constituir una Fundación.
Que pienso que puede ser un elemento esencial, para el presente y el futuro, para analizar la realidad de los medios de comunicación, la información y comunicación, en general, de esta sociedad y país, de la historia de estas últimas décadas, y, también, las crisis internas, las riquezas y las pobrezas de lo que somos y hemos sido. Documentos para la historia. A veces, pensaba, que el señor Quintero, era la versión actual, del autor del Lazarillo de Tormes, de la Celestina, incluso, del Quijote. Que nos presentaba, las dos o cinco horizontes-caras-versiones-dimensiones de este conjunto/masa social que somos y en la que estamos. Ahora, según mucho, un poco perdidos…
Supongo, no soy especialista-experto-entendido en los medios de comunicación, que su teorización/aplicación del silencio en/a la entrevista abrirá un campo, quedará en los manuales de periodismo. Quizás, solo ese silencio y resilencio, solo puede ser una invención de él, solo sea una aplicación de él. A tantos, que en las entrevistas y reportajes, parece que están batiendo el ranking de los cien metros lisos o cien segundos, a ver, cuántas más palabras indican y con más altura de sonido, el señor Quintero, se meditaba en el silencio y resilencio. Para obligar al otro, con gestos y con los ojos, a que no pudiese soportar ese silencio, y, siguiese un poco más en la pregunta o en la cuestión o en la respuesta…
En una Conferencia o Congreso, no sé, porque al final, en una tertulia, sobre grandes entrevistadores, el título de esa realidad, no recuerdo bien –y, no voy a buscarla en Internet ahora-, si que fue patrocinada por la Fundación Manuel Alcántara, el señor Quintero tuvo una especie de torneo medieval, con otro gran persona/je de la radio/entrevista/información –no citaré el nombre-. Y, el señor Quintero, con signos, ya de cierta enfermedad, quizás por los años, indicó una serie de críticas al sistema de información actual. Cosa que no sé si fue consciente, de que no es cosa de este terruño de España, sino de toda Europa y de todo Occidente. Los grandes medios de comunicación, ya son un gran pulpo, dónde están radios y televisiones y periódicos y editoriales y… y… Es, dicen los signos de los tiempos, el gran capital se va concentrando por sectores, lo mismo sucede en la venta al por menor de productos de consumo, a y, en todos los sentidos… y, en… (A veces, pienso que la traducción del silencio en mis artículos, serían los puntos seguidos, que según la retórica moderna, no se deben utilizar, pero que para mí, son esenciales, porque invito al interlocutor a que piense, o, eso espero…).
Estas palabras, son mi modesto homenaje al señor Quintero, y, también, a los medios de comunicación, que tantas personas hoy critican, sin negar que sean pomelos, con agridulces. Pero esto también ocurre en otros campos, de todas formas, no estoy aquí para juzgar o sentenciar o condenar, a nadie, no es mi estilo/estética del columnismo de opinión.
Pienso que el gran homenaje, que a él, le gustaría, es primero, que su Fundación cumpla todos los fines que se hayan propuesto, y, que un día, por semana, en radio o televisión, en tantas horas que existen, que no se sabe que poner, repitiesen, algunas o muchas de sus entrevistas. Esta persona, que ha pasado, con razón, como el inventor de un tipo de entrevista. Aquí mi homenaje, que descanse en paz y en sosiego y con una sonrisa en los labios… ¡Hoy, día de Francisco de Asís…!