«Rastrillar la zona», de Fabricio Gutiérrez
Por Jesús Cárdenas.
Es devastadora la tragedia. Y supone un punto de inflexión en nuestras vidas. La muerte excava y hunde sus raíces oscureciendo el interior. La espiral de rondas oscuras nos impide seguir viviendo del mismo modo. Se hace, por ello, necesario aclarar, oxigenar y limpiar lo que ha cubierto nuestra frágil existencia. La poesía se convierte, así, en un medio de sanación. Sobre este sofisma sondea Fabricio Gutiérrez (México, 1985), quien ha dejado escrito los siguientes libros: Escuela de levitación, Las cartas de amor que no alcanzaron a escribir mis muertos, Mapa con niebla (II Premio Internacional de Poesía Nueva York Poetry Press, 2022). Y además la editorial con sede en Cáceres nos da a conocer su Rastrillar la zona (IV Premio de poesía Centrifugados/ Pueblo de San Gil, 2022).
En más de una cincuentena de composiciones, en su mayoría breves, con alternancia de títulos conceptuales (nominalizado en una palabra o sintagma) y otros más densos (como «Las cosas cambian de lugar más veces de lo que imaginamos») constituyen una excavación interior en torno a la muerte. Llama la atención el tono realista-simbólico que emplea Gutiérrez, llegando casi a cualquier lector, a todos aquellos que despierten su alma.
Ya desde el inicio Rastrillar la zona nos conduce a una huida según unas coordenadas difíciles, hostiles, que nos avisan que algo no va a acabar bien. Vale la pena reproducir el texto completo de «Prólogo»:
A mitad de madrugada
el bosque se iluminó
en más de diez ocasiones
por disparos de rifle.
Pero el oso que era perseguido
era más luminoso.
Todo gira en torno a un centro de gravitación: el padre. Se convierte en nuclear la figura del padre animalizada sobre la de su madre, convertida en vegetal. Lo vemos en «Lengua que no es lengua»: «No tengo problema en llamar caballo a mi padre, / […] Mientras eso llega / voy a llamar a mi madre hierba fina / donde mi padre se recuesta». Veamos, la conversión de una persona en animal tiene connotaciones negativas. Así, por ejemplo, son frecuentes las metáforas, las caricaturas y los memes de algunos políticos convertidos en animales. E igualmente en sentido positivo, como cabe interpretar estos poemas: son conocidas las metonimias que representan a los seres familiares con toda fortaleza. No muy lejos se encuentra la canción de Guns N´roses, «Dead horse».
La muerte del padre ronda en el poema. El discurso se vuelve ensoñador, extraño, que trae malos augurios. Gutiérrez nos lleva en vertiginosa metamorfosis al mundo de los instintos, tensando las manivelas de lo imaginario y percutido con delicadeza el estilo. El talento poético no se cifra tanto en la construcción descriptiva sino en la capacidad para transmitir huellas y rastros que nos sumergen en su soledad, en el deterioro de muchas identidades. Lo vemos en «Sostener un frasco con escarabajos»: «o soñar que mi padre se distrae mientras yo siento / que mis pies no alcanzan el fondeo de la alberca». Así, en «En el lugar donde estuvimos habrá heliotropos»: «Dormir como duermen los muertos que alguna vez amaron: / con las manos sobre el rostro. Con el rostro alejándose». Y, todavía más feroz, crudo y concreto en «Pala al hombro», donde se dan dos visiones instintivas, la de «mamá» y la del sujeto: «Yo le veo la forma de un hombre con pala al hombro / dirigiéndose a hacer su propia fosa».
Parte de la poética de estos poemas arraigan en asociaciones ilógicas, que amplían el campo de la inseguridad. Queda la identidad diluida en elementos reales sugestivos. Veamos el magnífico cierre de «Hoja verde»: «Donde debería estar yo hay otra cosa. / más llana. Más simple. Apenas un brote. Una hoja verde». La atmósfera mostrada augura lo terrible: «Y todo esto lo hacíamos mientras éramos observados / por los espíritus de los ciervos que antes vivieron en el bosque»; «Hay algo en el bosque y no sabemos qué es. / Unos dicen que es un animal». Como se observa, los versos necesitan un desarrollo mayor que viertan el pensamiento; son reflejo de la ansiedad producida. Sin embargo el poeta también sabe cómo controlar ese hábitat en la composición»No tengo padre». La función sanadora de la poesía aparece en el texto metapoético: «Un poema no alumbra más que una lámpara, / pero para entrar al bosque de noche / es necesario tener uno en la mano». En otro, «Lugares», inspirado en la propia poesía, el sujeto plantea la duda de la utilidad de ese bálsamo: «¿Para qué escribir un poema? / Para ir al bosque y decirle padre / a las hojas que están cayendo».
La orientación que parece tener el sujeto en la cabeza paralelo a poner en equilibrio el mundo, ese poso de serenidad que necesitamos para seguir caminando, se nos muestra en «Mapa con niebla», «La niebla es un buena lugar para dormir», «Contemplar peces antes de morir» o «Fotos para enseñar a los desconocidos». La habilidad del poeta para definir y describir un mapa desde múltiples puntos de vista, poéticos todos, es digna de mención. Significativamente, el sujeto no percibe la realidad del mismo modo: para que lo ausente sea visible, lo concreto palpable debe ser inmaterializado. Asimismo en este procedimiento el acto de nombrar es paralelo a la creación, y esta tiene una duración, como se deduce de «Amor a los peces».
Además del caballo, el bosque, la hierba, se encuentra la metáfora del ciervo. Todos los elementos naturales parten del sueño, como negación de la realidad. El ciervo, sin embargo, parece concretar lo cierto, lo que existe, con su elemento de fragilidad: «Pero tanto el ciervo como yo somos inmunes a las flechas. / Ser contemplados, de eso sí somos indefensos».
Finalmente, el miedo, la falta de lógica, las incertidumbres abiertas conllevan que el sujeto obre con distanciamiento; el camino al modo de Heráclito entre la identidad y el devenir. Véase en la segunda sección de «Fosa»: «La prueba de que soy una pala / es que cuando murió mi padre / fui destinado para hacer su fosa. / Fue más profunda de lo que se esperaba». Como si comenzase otro momento del duelo, que se ha de rebuscar y explorar la zona quemada. Así, Fabricio Gutiérrez en Rastrillar la zona.