Canciones, poemas y otros viajes, de Jaime Velasco
Por Héctor Peña.
Jaime Velasco (Santander, 1985) es un músico español. A los nueve años comienza sus estudios de guitarra clásica en el conservatorio ‘Jesús de Monasterio’ de Santander. Realiza estudios superiores en la ESCMUC de Cataluña becado por la Fundación Marcelino Botín. También realiza estudios de máster en la Escuela superior de Colonia (Alemania) becado por la fundación Alexander von Humboldt. Ha sido premiado en varios concursos internacionales, destacando el primer premio y premio del público en el Festival internacional de guitarra ‘José Tomás’. Su carrera le ha llevado a la grabación de varios discos y a la colaboración con diversas orquestas, tal y como compartirá con nosotros en esta entrevista. Desde 2019 imparte clases en el Conservatorio Jesús de Monasterio de Santander en las asignaturas de Guitarra, música de cámara e informática musical; y participa en proyectos como guitarrista, compositor y arreglista.
HÉCTOR PEÑA.- Buenos días, Jaime. Como hemos podido leer en la introducción, tu vínculo con la música se remonta a la infancia. ¿De qué manera llegó a ti? ¿Cómo se despertó esa necesidad?
JAIME VELASCO.- Mi madre es una gran amante del cine la música y la literatura. En casa siempre hemos visto buenas películas, en la radio sonaba radio clásica y siempre he tenido buenos libros a mi alcance. Eso ya es una suerte.
Por otra parte, mi padre toca la guitarra y canta. Tiene una capacidad innata de transmitir alegría cuando toca. Los domingos por la mañana o cuando había visitas, mi padre siempre sacaba la guitarra y montaba una fiesta. Supongo que de niño asocié la música con el buen rollo. Me conmovía mucho oír cantar a mi padre.
En cierto momento, con unos ocho años, les pedí a mis padres tomar clases de guitarra y ellos escuchaban con mucha atención mis progresos. Cuando eres niño lo que más te gusta es sentirte querido y especial, así que supongo que empecé con la música precisamente por la sensación de sentir que al tocar recibes amor y respeto.
HÉCTOR PEÑA.- Para no extenderme con una introducción bíblica he decidido resumir tus colaboraciones y discografía a un discreto segundo plano. Me gustaría, antes de seguir, que te explayases en este aspecto. Más allá del nuevo proyecto (Canciones, Poemas y Otros Viajes), ¿cuál ha sido tu viaje por el mundo de la música?
JAIME VELASCO.- Hasta los 18 años la música para mi, fue más diversión que sacrificio. No se me daba mal, así que, simplemente con mi inclinación natural a tocar fui aprendiendo y sacando mis estudios en el conservatorio. Tenía interés por todo: la interpretación, la composición, la improvisación y todo tipo de estilos de música por los que pasaba de forma bastante superficial.
Cuando comencé a estudiar en Barcelona y empecé a ver a grandes músicos de jazz, compositores, guitarristas flamencos etc., perdí un poco esa inocencia y me especialicé en la guitarra clásica entendiendo que ese era mi camino natural y mis garbanzos del mañana. Estudiaba mucho y salí de la carrera con un nivel aceptable. El último año me aventuré a componer algunas canciones inspiradas en el folklore de Cantabria de las que quedé muy orgulloso.
A continuación, me fui a estudiar a Alemania y me metí en el mundo de los concursos de guitarra clásica que entendí como una forma de comenzar una carrera profesional. Fue como una tortura psicológica que me valió para mejorar mucho mi capacidad de enfrentarme al público y pulir mi técnica pero que me alegro mucho de haber dejado a tiempo.
Tras unas giras de conciertos que conseguí a raíz de uno de esos concursos caí en el norte de Argentina. Yo iba como invitado internacional a tocar diversas obras de corte clásico y alguna pieza mía. En esos conciertos coincidí con guitarristas que estaban fuera de mi universo musical, con una relación con la música mucho más sana: tocaban folklore y piezas clásicas, componían, improvisaban, quedaban para tocar juntos, cosas que yo había perdido al enfocar mi vida musical a labrar una ¨carrera¨ dentro de la guitarra clásica. Cuando volví de ese viaje allá por el 2014, decidí hacer solamente lo que me saliese de dentro, dejar de pensar en el futuro tanto y recuperar esa inocencia y curiosidad que me había movido desde niño.
Comencé a meterme en otro tipo de proyectos, músicas de estilos muy variados, a componer y a buscar mi propio camino. Las largas temporadas que pasaba componiendo eran también tortuosas por enfrentarse uno a sus propias limitaciones, miedos, autocrítica. Fue como un túnel que duró varios años hasta que fui tomando distancia. Este nuevo proyecto puede que sea el primero en el que salgo de ese túnel, aunque me temo que es para meterme en otro. No tengo ni la más remota idea.
HÉCTOR PEÑA.- Ahora que los lectores pueden contextualizar tu arte. ¿En qué consiste Canciones, Poemas y Otros Viajes? ¿Cuál es el espíritu del proyecto? ¿Y el factor diferenciador?
JAIME VELASCO.- Por una parte están los poemas que son el grueso del trabajo. Llevaba una temporada establecido en Santander con mi nuevo trabajo en el conservatorio y la verdad es que muy cómodo. Empecé a notar cierta apatía como oyente y espectador en general que me mosqueó bastante. Como si grandes obras que antes me movían por dentro pasasen por delante de mí sin hacerme sentir demasiado. De los 18 a los 24 años leía poesía con mucha devoción, intentando encontrar una verdad escondida que solo los poetas son capaces de ver. Esa relación con la poesía fue muriendo con el paso del tiempo, no sé por qué. Decidí combatir esa apatía artística yendo precisamente a los poemas, que son un arte muy subjetivo e íntimo que necesitan de una predisposición especial para conectar con su esencia. Una terapia de choque en toda regla.
En esos poemas he querido respetar la relación entre música y texto. Ya sea a nivel melódico, armónico o estructural, he tenido la ambición de plasmar algo del significado e impulso de cada estrofa a nivel musical.
Por otra parte, uno de los retos del proyecto era simplificar las estructuras lo más posible (sin traicionar la intención del poema) para generar una escucha más inmediata para el oyente, como ocurre con las canciones en la música pop, folk, rock. Esta idea junto con la elección de los ritmos con raíz folklórica (bulería, chacarera) son la esencia de este trabajo.
Las canciones son simplemente dos temas que hice de forma muy inmediata: Volver a empezar y Nanita para Inés, que creo que aportan frescura o espontaneidad al conjunto.
Otros viajes, son dos piezas de guitarra sola. El Preludio en concreto, viene a ser una pequeña síntesis del lenguaje que fui desarrollando durante los años antes de comenzar a hacer los poemas (los años del túnel). Creo que a nivel armónico este preludio contiene gran cantidad de colores utilizados luego en la composición del resto del disco y está impregnado de referencias o más bien de un aroma impresionista (Ravel, Debussy), algo de post-romanticismo y un toque de guitarra cercano a uno de mis grandes referentes: Feliu Gasull i Altisent.
HÉCTOR PEÑA.- ¿Qué nos puedes decir sobre tu equipo artístico? ¿Dónde se haya el germen de la unión?
JAIME VELASCO.- A María Villanueva la conocí curiosamente en unas oposiciones al conservatorio de Madrid. Andaba todo el mundo un poco encabronado y nos reconocimos rápidamente como gente de paz. María me mandó algunas canciones y me fascinaron a todos los niveles. Cuando hice la primera de las canciones del disco, Pájaro de luz,se la envié para que la grabara. Era período de pandemia así que mantuvimos una relación a distancia durante mucho tiempo ya que ella vive en Galicia.
A Natxo Miralles y a Carlos Gutiérrez me los presentó mi amigo Javier Escudero que es un productor de primera e hizo la mezcla y el máster del disco además de grabar baterías, voces y cuerdas en el disco.
Tanto Natxo como Carlos son dos figuras de la música en Cantabria. Han participado en proyectos muy interesantes, son gente con una cultura musical inmensa y un gran amor por su trabajo. Creo que tocar con estos tres artistas es uno de los regalos más grandes que me ha dado el universo: por el respeto que tienen a las composiciones, por toda la parte creativa que aportan y porque creo que he ganado unos amigos con los que disfruto cada momento.
HÉCTOR PEÑA.- Si tuvieras que elegir solo una pieza de todo el proyecto ¿Cuál sería? Y, seamos ambiciosos, ¿por qué no?, ¿de toda tu carrera?
JAIME VELASCO.- Yo tengo especial predilección por el primer tema del disco, Ayes del destierro con letra de Teresa de Ávila. La figura de Teresa me fascina. No sé cuánto hay de leyenda o de verdad en su biografía, pero debió ser una persona con un carisma arrollador. El tema tiene una relación texto y música que me parece muy acertado. Además, siempre quise jugar con el ritmo de bulería, dándole un aire personal y creo que quedó algo muy original, antiguo y nuevo, al mismo tiempo. Me encanta.
En cuanto a lo que más me gusta de toda mi carrera es difícil de decir. Cada obra ha tenido su razón de ser y es parte de un periodo de mi vida. Quizás el arreglo de la Montañesa, Eres hija del sueño. La hice en mis años de estudiante en Barcelona y tengo mucho cariño a esa época de mi vida.
HÉCTOR PEÑA.- De entre todas tus experiencias hay una en la que me gustaría profundizar; quizá ser cántabro, como usted, tire de ella. Ya sabes que la cabra tira para el monte. En 2017 llevó a cabo su proyecto Ecos de la montaña, encargo por la Fundación Botín. Dicho proyecto da lugar al documental homónimo. ¿Qué puedes contarnos sobre ello?
JAIME VELASCO.- En 2017 vivía en Alemania. Estaba buscando mi lugar dentro de la música y tenía predilección por compositores a los que conocía personalmente. Me pareció que como intérprete tenía una pequeña deuda con su trabajo y la Fundación Botín, me dio la posibilidad de montar un proyecto basado en el universo musical de estos compositores y aportar yo mismo algunas de las obras que había escrito recientemente.
Fue una experiencia muy bonita sobre todo por el trabajo con el cuarteto Versus (antiguos compañeros de Barcelona), y creo que el resultado fue muy bueno. Mandé la propuesta a instituciones, teatros y todo tipo de entidades creyendo que el proyecto era de interés cultural por poner en relieve el patrimonio musical de Cantabria. No recibí ninguna contestación. El concierto nunca se repitió. Yo vivía en Alemania y estaba metido en otros muchos asuntos. Una pena.
Por suerte grabamos este video documental Ecos de la montaña que quedará en Youtube para los que vengan.
HÉCTOR PEÑA.- Cada vez que entrevisto a otro artista hay algo que me arde por dentro y que, de encontrarme entre los lectores de la misma, desearía conocer. Siempre se ha dicho que España es un país que desprecia el arte y lo patalea hasta una esquina, como si fuese inservible. Usted se ha abierto camino como artista en esta realidad. ¿Qué consejo daría a los jóvenes artistas (músicos, en concreto; aunque puede aplicarse a todos) que se sientan apabullados ante los orígenes pedregosos?
JAIME VELASCO.- Como dice un amigo ilustrador, llevo 20 años fracasando. Tuve algún espejismo de éxito profesional cuando era más joven y ganaba algún concurso o conseguía una beca. Luego no he sabido nunca entrar en un circuito de conciertos o conseguir un número de oyentes que soporte mi actividad. Supongo que parte de culpa es mía porque siempre he estado más enfrascado en la creación y el estudio que en la promoción de lo que hago.
Algo de culpa la tienen los ayuntamientos porque prefieren apostar por entretenimiento, que por cultura, o por lo menos no equilibran la balanza. Luego está el tema de la sobre-regulación que existe. En Alemania, había muchos lugares donde tocar sin necesidad de tener una licencia, gente que de forma privada ofrecían su espacio para realizar conciertos o pedían permiso para realizar una actividad en la calle sin tanto papeleo, seguro, altas, etc. El público en otros países está más acostumbrado a pagar una entrada o la taquilla inversa. Esto ayuda. También se estila contratar músicos para un cumpleaños, cena de empresa etc. sin caer necesariamente en la banda de covers para bailar y pillarse la borrachera. La verdad no estoy muy seguro de cómo solucionar la papeleta, pero sí que está muy difícil, casi imposible, ganarse la vida con la música. ¿será que somos muchos?
A un joven le puedo decir que, si quiere disfrutar con la música, aprender y no perder la ilusión tiene que trabajar duro en lo que le salga de dentro. No ponerse limitaciones ni pensar en beneficio próximo. De esta forma uno tiene una energía grandísima para trabajar porque lo haces por un impulso vital, por curiosidad, por una búsqueda personal.
Ahora bien, si tengo que hablar de cómo hacerse un hueco en la industria, mejor me callo, y les escucho a ellos.
HÉCTOR PEÑA.- Hablemos del futuro, ya que el camino se hace al andar. ¿Hacia dónde cree que le llevarán sus pasos? ¿Dónde se ve en el futuro inmediato? ¿Y de aquí a diez años? ¿Un sueño por cumplir?
JAIME VELASCO.- Espero seguir moviendo este proyecto durante un tiempo y seguir trabajando en este formato por una temporada. Estoy muy contento con los músicos con los que toco actualmente.
De aquí a diez años, es difícil de prever. Quizás una vuelta a una forma de componer más arraigada a la música clásica: guitarra y orquesta, coro, es difícil de decir, pero disfruto mucho escribiendo a la vieja usanza.
Un sueño por cumplir sería un proyecto grande de música escénica, no necesariamente una ópera, pero algo donde la música acompañe una trama con su obertura, diálogos, final catastrófico… (risas).
HÉCTOR PEÑA.- Su labor artística pone de manifiesto una profunda apuesta cultural. Hoy en día, parece que las luces y efectos, juegos, cámara y acción priman sobre la cultura, especialmente sobre su sentido más clásico. ¿Te gustaría enviar un mensaje a nuestros lectores? ¿Una última declaración?
JAIME VELASCO.- Cuando uno lee una novela se prepara para el acto de la lectura. Un sillón cómodo, una luz agradable. A veces ocurre en la playa o en el autobús, pero uno se predispone en cierta manera. Si la novela no te engancha es posible que la dejes, pero no la cierras en el primer capítulo. Es posible que, si tu atención no ha sido la suficiente, vuelvas a releer partes o el capítulo entero para seguir avanzando. Por otra parte, una novela se entiende sin explicaciones anexas. Simplemente con tu atención serás capaz de entrar en ella.
Creo que hay arte tan complejo y abstracto que necesita de explicaciones para darle sentido. Mal asunto. También hay formas de escuchar música tan pasiva, que no permiten entrar en el contenido musical en sí. Por otra parte, hay mucha música compuesta que da por supuesto el bajo nivel de atención que tendrá el oyente al escucharla.
Hay que ser respetuoso con el público y no dar por supuesto que la gente es simple e ignorante. Conozco muchas personas que se emocionan con una fuga de Bach, con una Soleá o con un solo de Jimi Hendrix sin tener estudios musicales ni una gran colección de discos en casa. La gente es receptiva a las cosas bien hechas, a las obras sinceras. Hay muchísima música de calidad en este país y muchísimo público receptivo. Es necesario que promotores, concejales y responsables en cultura se mojen un poco y confíen en el público de la misma forma que los músicos confiamos en él.
HÉCTOR PEÑA.- De cara a finalizar con esta entrevista, me gustaría hacerte la pregunta entre dientes que suele plantearse a los artistas que moran en esta sección. En relación con el estado actual de la música española. ¿Podrías contarnos alguna curiosidad o anécdota?
JAIME VELASCO.- Pues existen profesores de conservatorios superiores de música, grandes referencias de su especialidad, que han tenido que abandonar la docencia porque su puesto era incompatible con el trabajo como músico cosa que en otros países sería impensable. Tal y como está regulado el ingreso a un conservatorio Paco de Lucía no habría podido ostentar la cátedra de guitarra flamenca en Sevilla, por poner un ejemplo, por no tener titulación.
Ganar un concurso internacional o tocar en Nueva York con Chick Corea daría los mismos puntos de méritos que un cursillo de caligrafía china organizado por la UGT a efectos de dar clase en un conservatorio.
En ocasiones ser contratado por un ayuntamiento es tan difícil y costoso que, entre retenciones, seguros y viajes, bien te puede salir a pagar. Yo me pasé diez años en Alemania así que todavía no he visto nada.
HÉCTOR PEÑA.- Muchas gracias, Jaime, por su tiempo. Ha sido un placer compartir este espacio. ¿Te gustaría añadir algo más? ¿Algo que nos hayamos dejado en el tintero?
JAIME VELASCO.- En primer lugar, muchas gracias por la entrevista. Ha sido un placer reflexionar un poco sobre mi propia trayectoria y compartirlo con los lectores.
Solo agradecer a los músicos y artistas que han colaborado en el proyecto y que no he mencionado por tratarse de colaboraciones para el disco: Daniel García, Belén Puerto y Alberto Gorrochategui que grabaron el cuarteto de cuerda de Esos Ojos; al cantaor ¨Juan el Juana¨ que cantó el poema de José Hierro El Momento eterno; a mi primo Sebastián Velasco Navarro que pintó ese maravilloso cuadro que está en la portada y a Curro Gallego-Preciados que terminó el trabajo con el diseño gráfico; por descontado a Javier Escudero de Estudios Cubex por las grabaciones, mezcla y master del disco. Ha quedado un gran trabajo del que estoy muy orgullosos y en gran parte se lo debo a todos ellos. Gracias.
Héctor Peña Manterola (Cantabria, enero de 1995) es un novelista español. Tras graduarse en Historia por la Universidad de Cantabria, se mudó a Madrid donde comenzó a desempeñar su carrera literaria. De esta etapa surgieron dos novelas independientes (Magdalena, El Ministro del Silencio) y varios relatos y cuentos publicados en diversas antologías. Recientemente ha regresado a Cantabria y es alumno del Máster en Edición y Gestión Editorial con Grupo Planeta por la Universidad Internacional de Valencia. Influenciado por autores como Stephen King, Michael Crichton o J. R. R. Tolkien, Héctor ha recibido varios reconocimientos literarios como el accésit del certamen Generación Pandemia (2020) por su relato El silencio de los cuervos o la victoria en el certamen Relatos Viajeros (2022) por su cuento Donde quizá nunca. Cercana a su faceta literaria se encuentra la de periodista cultural. Héctor es redactor para las revistas culturales Culturamas, donde reseña obras de autores nóveles o poco conocidos; y ED CULTURA DOS, donde analiza trimestralmente las obras con las que autores célebres alcanzaron la fama. Su novela Cabárceno verá la luz en otoño de 2022 de la mano de Editorial Titanium.