José Mateos: «La poesía, o el arte, pueden servir para asomarnos a lo divino»

José Luis Trullo.- «La poesía es algo que viene de antes y que es de después. Y quizás sólo exista para dar testimonio de esa extraña confluencia entre dos magnitudes en discordia, entre dos confines; para designar la presencia de algo que desaparece y de algo que aparece, de algo que muere y de algo que comienza». Esta divinanza, extraída del libro Un pensamiento sin máscara, de José Mateos, plasma a la perfección la poética del autor jerezano quien, en el panorama de la lírica actual, ocupa el papel de faro secreto desde su ciudad natal, desde donde irradia su verbo recatado y esencial, sacramental y pudoroso, desde hace más dos décadas. Además, es el creador y director de Libros Canto y Cuento, editorial donde publica a poetas afines a su cosmovisión, tan rara como necesaria en los días que corren, banales e intrascendentes.

 

JOSÉ MATEOS. Foto de José Luis Trullo

– ¿Para qué todavía poetas en tiempos de penuria?

Se me ocurren muchas razones. Empezando por la primera: para no olvidar que todos los tiempos son tiempos de penuria. Pero también para recobrar, o al menos no olvidar, lo que siempre nos falta. Para reducir un poco el analfabetismo emocional de muchos jóvenes y no tan jóvenes. Para mejorar algo de nosotros mismos, que creo que es el camino más efectivo y humilde de mejorar algo del mundo. Para cultivar la atención y la empatía. Para tocar la eternidad por unos instantes…

– ¿Qué opinión le merece la poesía que se escribe y publica ahora mismo en España?

-No sé si tengo una opinión solvente sobre el asunto. Me resulta imposible estar al día de todo lo que se publica y vivo un tanto al margen del mundillo literario y sus novedades. Actualmente hay algunos poetas que me interesan. Pero si me dejo llevar por lo que triunfa en los premios literarios de “cierto prestigio” y por esos autores señalados por los focos mediáticos, el panorama es más bien triste. Parece que lo que predomina hoy, temáticamente, es el victimismo  social a golpe de telediario: una pizca de política de género, otra pizca de cambio climático, otra de pacifismo, etc. y ya el libro es excelente y merecedor de algún premio. Y, formalmente, lo que se suele promocionar es una poesía deslavazada, discordante, torpe, que bajo la pátina de un vanguardismo ya muy retrogrado esconde una absoluta ignorancia del oficio de escribir versos.

Después, está también ese fenómeno nuevo de los best seller de poesía, esos poetas de las redes sociales que acaparan los estantes de muchas librerías. Su éxito consiste en lo que siempre consiste un éxito de masas: por un lado, en un sentimentalismo mentiroso y facilón, cuando precisamente el poeta debe ser la criatura más pudorosa del mundo si no quiere convertirse en un coñazo; y por otro, en decir obviedades, cuando precisamente la poesía vive de poner en duda todo lo que se da por sentado, las opiniones aceptadas por todos. Lo obvio es lo contrario de lo poético.

En su poesía usted plantea la palabra como un espacio donde lo humano puede abrirse a lo que se le escapa y trasciende, a la «gran oscuridad» como usted la llama. ¿Es la poesía, el arte, el último refugio de lo sagrado en una sociedad que ha perdido todo interés por lo que no sea de consumo rápido e inmediato?

En la poesía verdadera, cualquier anécdota, cualquier experiencia por trivial que sea, se desliza siempre hacia lo incognoscible, hacia la profundidad de un gran silencio. Desde muy joven, he sentido que había algo que tiraba de mí hacia no sé dónde. Alguna vez creí que eso que tiraba de mí  era la poesía o el sueño de un mundo más justo y mejor. Ahora sé que lo que tira de mí sólo puede estar incluso más allá de todo eso. Y a ese más allá de todo, yo lo llamo Dios. Que ese Dios exista, no es una condición para que mi anhelo exista. Aunque mi anhelo es de una claridad meridiana respecto a la verdad de ese Dios.

Por otra parte, creo que la poesía, o el arte, pueden servir  para asomarnos a lo divino, a eso que usted llama lo sagrado, a ese espacio trascendente, a ese asombro de vivir envueltos en el misterio. Pero su función no debería ser la de custodiar ni gestionar lo sagrado. Sólo la de descubrirlo en cualquier cosa de este mundo.  Tengo la sospecha de que una sociedad que deja lo sagrado en manos de los artistas  está abocada a desaparecer.

– A un joven que se inicia en la poesía y opina que no es preciso haber leído a los clásicos del género para escribirla, ¿qué le diría para persuadirle de que vale la pena hacerlo?

Pero es que es lo más probable es que esa opinión sea la que le han trasmitido en el bachillerato o en la universidad: que el arte y la literatura son libertad, y ruptura, y mera expresión de nuestros demonios.

Las vanguardias descubrieron por primera vez la dimensión terrorista del arte, su capacidad para destruir la ciudad del hombre y para transformarnos en gamberros y niños consentidos. Y esa concepción de lo artístico es la que, por desgracia, hoy impera y se ha hecho popular. Es lamentable, pero es así.

Mire, de vez en cuando atiendo a chicos jóvenes que me enseñan sus poemas. Quedo con ellos y trato de explicarles que en poesía no hay verso libre. Sólo hay verso obediente. Obediente a una música, a una llamada. Y que la poesía es, sobre todo, concertar ritmo y palabras para que esas palabras cobren una intensidad y una densidad de significado que el lenguaje usual no tiene. A lo largo de los siglos, y gracias a las aportaciones de esos poetas que llamamos clásicos, la poesía ha ido descubriendo unas normas, que no son normas caprichosas, sino que se hacen cargo de nuestras limitaciones auditivas y de las condiciones representativas, fonéticas, etc. de nuestro idioma. Por eso para escribir algo decente en verso en necesario leerlos mucho y conocerlos muy bien.  En poesía pasa como en cualquier otra disciplina artística. A nadie se le ocurre dar un concierto de piano si antes no ha aprendido y naturalizado solfeo, armonía, piano, etc.

Si algo he aprendido a lo largo de tantos años de lectura y escritura de poesía es que uno debe saberlo todo sobre el oficio poético y, al mismo tiempo, estar dispuesto olvidarlo todo para llegar a escribir algo vivo y verdadero.

2 thoughts on “José Mateos: «La poesía, o el arte, pueden servir para asomarnos a lo divino»

  • el 2 octubre, 2022 a las 10:33 am
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    Mateos, muy interesante tu pensamiento….. como siempre.
    .

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  • el 8 octubre, 2022 a las 7:22 pm
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    Completamente de acuerdo la poesía es un deseo de alcanzar e interpretar lo oculto lo irremediablemente añorado.

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