«Boeing Boeing»: brillante versión de Ricard Reguant de un gran vodevil de los 60
Horacio Otheguy Riveira,
Ellas son tres azafatas con hermosas piernas que lucen de manera tan desenfadada como divertida, y es que cada una se cree la única novia de Bernardo… el caballero seductor que disfruta con su regulación perfecta para que, siempre en el mismo piso, nunca confluyan, cada una con vuelos independientes, de origen europeo diferente, tres estilos, seis piernas, tres caras con sus ojos y sus labios de fábula… y un enredo con mayordomo achispado y un amigo solitario que no ve la hora de agenciarse al menos una.
Con este material y título de un tipo de avión que en los 60 causaba sensación, Boeing Boeing, de Marc Camoletti, se perfila esta vez como una comedia de hoy, gracias a una adaptación en diálogos y situaciones que elimina lo superfluo del engranaje y encaja a la perfección la humorada en la que todos se ríen de todos: ellas de muy liberadas pero tan ingenuas que no se enteran de los engaños, y ellos unos tipos que ridiculizan la tentación del donjuan como si fueran clowns caídos de antiguos romances. Así, dos actos tradicionales con su descanso se convierten en uno: hora y media de comedia hilarante con el clásico jaleo de hombres y mujeres que entrelazan sus placeres de diferente manera.
A poco que se desarrolla la función, la dirección de Ricard Reguant y su equipo de intérpretes juegan la baza más difícil de la comedia —un lugar común en el que ha derrapado más de una Compañía teatral—: el ritmo, la agilidad con que se desenvuelve la creciente comicidad cuyo entuerto se espera, pero no puede adivinarse cómo se producirá, ya que a medida que avanza el enredo, Reguant engancha a los personajes a un vuelo rasante de comedia musical sin bailes ni canciones, pero con una coreografía de comediantes entregados a un juego donde todo es verosímil y la sobreactuación resulta inherente a las pasiones desbocadas. Tanto amor y tanto deseo expresan con su fuerte teatralidad una constante de las parejas que se enredan al servicio del humor.
Alberto Closas compone el mayordomo siempre listo que llega un punto que ya no aguanta más tanta trifulca: una creación que en nada se parece al original creado para una típica criada francesa. Closas impone con muy buen humor un estilo sobrio que, poco a poco, se va desbocando sin pasarse. Como todos en el ejercicio de una comedia con riesgo de pasarse y perder la gracia. No sucede nunca.
Otro acierto del director fue reunir a dos actores muy distintos, con carreras también dispares: Agustín Bravo en el galán maduro que las tiene locas de amor y Andoni Ferreño en el solitario que hará todo lo posible por tener los brazos muy ocupados con alguna de ellas. Muy eficaces en todo momento, se crecen cuando han de bregar con el trío de enamoradas: la enérgica alemana Laura Artolachipi; la soñadora que de pronto ansía un tipo perverso en María José Garrido, y la francesa Sara Canora como la más contenida, salvo cuando se desata en besos… Un entusiasta sexteto que baila al compás de deseos, sueños y diversiones como si todo hubiese sido escrito para ellos.
EN EL TEATRO AMAYA HASTA EL 16 DE OCTUBRE 2022
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