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‘Será nuestro secreto’, de Empar Fernández

JOSÉ LUIS MUÑOZ.

Difícil decir si nos encontramos ante la mejor novela de Empar Fernández porque la barcelonesa, a lo largo de sus ya muchos años de oficio publicando, nunca ha decepcionado y se ha erigido como una voz muy personal dentro de la novela negra española por su apuesta por lo sutil y lo elegante; La mujer que no bajó del avión, La última llamada y Maldita verdad, premios Tenerife Noir y Cubelles Noir y finalista del Hammett esta última, por citar solo sus novelas negras, lo atestiguan. Se caracterizan sus historias por su vertiente  psicologista y por crear personajes que ocultan algún secreto en sus vidas pasadas que les pasan cuentas en el presente, y Será nuestro secreto, no se aparta de sus obsesiones argumentales —Tedesco resopla  con desagrado. De nuevo el afán por borrar el pasado, por esconder los trapos sucios. Familias con grandes alfombras. —, aunque aquí se vista de novela procidemental al uso, se estrene la autora en esa vertiente de la novela negra en la que se produce un delito, hay una investigación policial y se presenta a una serie de sospechosos que pueden estar implicados y hay que ir descartando.

La novela arranca con la desaparición de Noa Renom Nasarre, una adolescente de 14 años de origen asiático adoptada por una pareja de alta burguesía que ya tiene otro hijo, al salir de una función escolar del exclusivo colegio privado Saint Michael´s School de Barcelona, y lo que puede parecer una huída del hogar paterno, a medida que pasan las horas y los días y no regresa,  se convierte en algo mucho peor. Empar Fernández, se mete en la cabeza de los padres adoptivos de la adolescente, Víctor y Aitana, para describirnos su suplicio y desasosiego, sus llamadas a los hospitales, en las primeras horas de la desaparición, su decisión de poner el caso en manos de la policía, cuando no reciben ninguna llamada de petición de rescate y descartan un secuestro; en la de la orientadora escolar Clara, quizá la que más conozca a la chica por su roce en el colegio con esa alumna tan inteligente como sensible (inevitablemente el lector asocia al personaje con Asunta Basterra, y quizá la autora la haya tenido en mente); en la cabeza de Gabriel, el conseje del colegio, adicto al alcohol, y temeroso de que le echen encima la autoría de esa desaparición, entre otros personajes que van apareciendo.

Una de las grandes bazas de esta novela es su estructura (avanza progresivamente, por días de la semana a partir del de la desaparición) y la coralidad que Empar Fernández se impone para contar su historia desde los puntos de vista de todos sus múltiples personajes (Noa, Aitana, Clara, Víctor, Gladys, Iván, Tedesco, Álex, Brufau, Bel, Martín, Claudia, Gabriel, Iván, Ricard), que dibuja con rigor, y esa visión calidoscópica del suceso le permite completar todas las piezas de su puzzle criminal en el que va dosificando la información hasta la última página.

Aitana, la madre de Noa, se irrita al sentirse inculpada tras ser interrogada por los mossos d´esquadra: La noche del domingo Aitana ingiere un somnífero. Necesita dormir. Tiene los nervios destrozados, todo la altera: el sonido del teléfono, las preguntas formuladas por la policía, que considera insidiosas y malintencionadas. Clara, otro de los personajes, la orientadora del colegio Saint Michael´s School, muy vinculada a la adolescente, está inmersa en una crisis sentimental: No tiene ganas de conversar ni de preparar la cena.  Por no tener, no tiene ganas de pasar la noche con él.  Preferiría mil veces dejar correr el tiempo a solas con el pensamiento muy lejos, en un piso en la otra punta de la ciudad y entre sábanas ajenas. Víctor Renom, el industrial padre de Noa, guarda en su cabeza el secreto del que habla el título de la novela, esa rata metálica de cuerda de la portada: Debería sincerarse y explicarle el porqué de la rata de cuerda.

Pero es Mauricio Tedesco, el veterano inspector que se encarga del caso, la pieza fundamental de la novela. Flemático, discreto y desencantado, habla con sus silencios y, como buen policía, no descarta ninguna de las hipótesis, ni las que apuntan a los parientes más próximos de la víctima. Es un buen observador, un inmejorable conocedor de la siempre desconcertante condición humana. Puede interpretar una mirada, la intensidad de un respingo o el movimiento de unas manos en el aire. Su personaje es tan brillante que seguramente Empar Fernández lo va a tener como protagonista de próximas novelas.

Será nuestro secreto mantiene en todo momento la atención del lector y la autora no solo le ofrece una novela policiaca bien armada sino que aprovecha a través de sus páginas para diseccionar una clase social que tiene cadáveres en los armarios a pesar de su impecable apariencia, porque de eso va también la última novela de Empar Fernández.

Si hay que poner alguna pega al libro, yo diría que peca de un desenlace demasiado explicativo que se alarga en demasía, pero eso no lastra el conjunto de Será nuestro secreto, la magnífica última publicación de una de las autoras más personales de la actual novela negra española.

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