“Animales animales”, de Xoán Abeleira
Por Marina Tapia.
EL ARTE DEBE SER COMO UN ANIMAL
Esta rotunda cita de Aristóteles encabeza Animales animales, de Xoán Abeleira, editado con mimo por Bartleby en edición bilingüe (castellano-gallego). Todo un cosmos, un estallido sensual, un acercamiento desde la originalidad al mundo de esos animales que, también, somos nosotros. Xoán hace su recorrido desde los tiempos de las cavernas, con potentes poemas ambientados en las cuevas de Altamira y de Lascaux; transita por exuberantes entornos tropicales, por la mitología gallega o por contextos más urbanos y, en cada uno de estos marcos, el poeta se maneja con soltura, haciendo gala de una voz visionaria y empática, capaz de recoger la rica simbología y significación de todas las formas animales evocadas.
Una voluptuosidad y un erotismo desbordante estimulan al lector a lo largo de todo el libro y, en especial, en la parte titulada “Olca” (poemas de amor animal), donde se nombra sin pudor el sexo, los rituales del cortejo y el apareamiento, las reverberaciones de la dicha.
Sus versos tienen el calor y el colorido de las narraciones orales contadas junto al fuego, tienen la musicalidad de las canciones tradicionales o de los refranes, pero también están embebidos de lo mejor de las corrientes del surrealismo, del creacionismo de Huidobro o del arrojo de Gioconda Belli. Cada animal escogido por el poeta lleva una carga simbólica que va más allá de la visión que comúnmente se le ha dado. Xoán aborda la sustancia poética de cada bestia, rescata su espíritu para establecer un dialogo con las emociones humanas, una concordancia.
Otros escritores se han acercado al mundo recogido en este poemario, como Gabriela Mistral, Olvido García Valdés, María Ángeles Pérez López o como el narrador Ángel Olgoso con sus relatos de Bestiario. Y podemos decir que la aproximación de Xoán es carnal y descriptiva, a la vez que simbólica y chamánica, rescatando los elementos e imágenes de nuestro inconsciente colectivo y buscando restaurar un equilibrio antiguo a través de las palabras.
El autor se conduce incluso con vigor en los textos largos, logrando que el lector no pierda jamás el interés y que se sienta inmerso en ese cosmos vibrante de sonidos, aullidos, texturas, instinto y covas que tan magistralmente retrata.
Si muchos nos preguntamos si, a estas alturas de la historia literaria, es posible sorprender y emocionar al mismo tiempo, tenemos la respuesta en este poemario que es un ejercicio gozoso de lenguaje, de soltura y autenticidad. Jabalíes, tortugas, carpas, vacas, halcones, bisontes, libélulas, lobas, estorninos, gaviotas… nada escapa a la mirada de este compilador de vida bajo el arenal del cielo, todos los animales le valen al poeta para remover nuestra memoria dormida.
Hay que agradecer a Xoán Abeleira (artista polifacético y fuera de serie, además de periodista y traductor) sus notas y explicaciones que hallaremos en las páginas finales del volumen. Tan rico material nos ayudará a apreciar con más exactitud muchos de los conceptos y palabras de origen gallego −o de otras tradiciones y lenguas−, las citas asimiladas en los textos y alguna que otra aclaración sobre su proceso creativo. Todo esto hará aún más interesante el acercamiento al intenso y físico universo en el que este creador nos adentra.
Porque todos somos esos adanes y evas exiliados en otro edén exánime y corrupto, porque todos somos esa gata a la que mataron sus hijos pero que guarda uno a salvo en lo más profundo de su vientre, porque todos somos esas aves de María Zambrano que pierden sus formas al volar y que necesitan de esta poesía metafórica, de esa poesía que nos recuerde aquella época en que los hombres eran animales orgullosos de ser animales. Gracias, poeta, por revivir los ritos que guardamos en lo hondo de la mente, por rescatar nuestra sangre que sueña.
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