«El perro del hortelano» o cualquier otra cosa, según Paco Mir
Horacio Otheguy Riveira
No hay prólogo más ajustado que este donde los actores cuentan lo mal que tienen la cosa, con la Compañía haciendo un bolo de Valle Inclán, dejándolos sin «los 32 intérpretes» de El perro del hortelano. Es una situación divertida, muy de juguete cómico a la antigua usanza. Y los dos están muy bien, «verídicos, verídicos», que dijera una señora a mi lado… pero en cuanto presentan a las dos actrices, personajes en pugna en la obra original, las gracias se acumulan malamente, como si no supieran adónde ir. Pero no es por falta de entrenamiento, ya que la función recorre con entusiasmo los pueblos de nuestra querida España, ay, desde 2021, sino porque Paco Mir hace una de las suyas, gracieta va, gracieta viene, sin apenas elaboración. Los gags se repiten, la riqueza del lenguaje original poco se asoma, prefiriendo los ripios del versionador, un poco-mucho al estilo de Muñoz Seca y su fantástica parodia del Siglo de Oro, La venganza de don Mendo.
Diana, la condesa de Belflor vaivén de la belleza, el deseo, y la búsqueda del amor de su grandioso personaje, un tema muy caro para el propio Lope ya que, mientras él mismo padecía amores impetuosos, minados de dificultades, creaba personajes femeninos que representaban sus obsesiones, representando a su vez una pujante sensualidad con la que mujeres prisioneras del deber se abren camino para ser ellas mismas, mientras todos los varones —torpes bobalicones— padecen, bregan en el vacío, mienten, mueren de amor y por amor tan ricamente resucitan. Compleja trama debatida entre los caprichos de una dama de alcurnia frente a su plebeyo secretario, los celos ante el casamiento de una de sus criadas, y el deber de dar continuidad a su estirpe. La libertad y las presiones sociales en un contexto «napolitano» para hacer posible desaguisados censurables en la España inquisitorial en que fue escrita (alrededor de 1618).
Aquí todo se concentra, con un minimalismo de gruesa comicidad, defendido con profesionalidad por el cuarteto actoral, pero empobreciendo el muy divertido planteamiento lopista, que aborda en profundidad las debilidades del clasismo de su época, y expande con maestría gran riqueza de muy variados personajes.
«La trama de los técnicos nos hablará de las dificultades de las compañías itinerantes para levantar producciones y de las soluciones para salir del paso ante cualquier contingencia. La que se vive en esta función es de las más complicadas: dos técnicos sin escenografía y sin vestuario se comprometen a representar una función acompañados por dos actrices que acaban de conocer. Todo un reto.
El perro del hortelano es una obra palatina de enredo en la que una condesa, viendo que una de sus criadas se ha enamorado de su secretario, tiene un ataque de celos y, olvidándose de la diferencia de clases, se encapricha de su sirviente a pesar de que su honor de condesa pueda quedar mancillado. Los pretendientes de la condesa, alarmados por los acontecimientos, contratan a un matador para librarse del sirviente, pero, a última hora, una argucia convierte al secretario en el hijo perdido de un conde, por lo que la boda entre la condesa y su sirviente pone un final feliz a la comedia». Paco Mir
Autor: Lope de Vega y Carpio
Recreación y dirección: Paco Mir y Maluquer
Intérpretes: Moncho Sánchez-Diezma, Paqui Montoya, Manuel Monteagudo y Amparo Marín
Música original: Juan Francisco Padilla
Vestuario: Mai Canto
Diseño de iluminación: Manuel Madueño
Sonido: Martín Leal
Escenografía y grafismo: Paco Mir
Atrezo escenográfico: Cristina Cuber + Lalo Ordóñez
Comunicación: Nuria Díaz Reguera
Distribución: Diego Ruiz – Plan A Producciones
Fotografías: Pablo Lorente
Producción: Vania Produccions
TEATROS DEL CANAL. HASTA EL 18 DE SEPTIEMBRE 2022
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