«Atlantide», Yuri Ancarani
Por Rafa Mellado
Hoy en día, escribir y filmar después resulta una técnica obsoleta para Yuri Ancarani. Pues sólo se producen películas pasadas de moda, incluso antes de que se estrenen. Por lo que se desprende que hay que dejarse llevar por los acontecimientos y tomar decisiones sobre la marcha, como haciendo un documental o escribiendo una reseña.
«La Atlántida, que se sumergió en el mar por causa de terremotos, […] quedó reducida a un escollo que impide la navegación en esa parte de los mares.» Platón
El naufragio psicodélico:
«¡Daniele! Te vas a matar con esas lanchas.» Vaticinio del abuelo que cosecha alcachofas. Así que ponemos un motor nuevo, robamos una hélice, y el objetivo son 86 km/h.
Baño veraniego, la juventud asoleándose. Una joven pareja que navega. Lo tiene todo esta peli adolescente: sexo, drogas, persecuciones, fuegos artificiales, una banda sonora trap de Francesco Fantini, Sick Lucke y Lorenzo Senni con esas imágenes. Los chavales beben, fuman flores de las buenas y vuelan como cometas. Venecia se hunde. La hipérbole: un crucero pasa por delante del botellón de día y acaba de pasar por la noche.
Secuencia de joven porteando un bafle. Secuencia de joven rampando con la bici. Secuencia de joven manejando lancha. Secuencia de joven bailando en la proa. Momentos vídeoclip. Dos años por la borda. Grupo de jóvenes haciendo sombras de boxeo. Coito nocturno bajo un puente. La juventud deja de estudiar para cuidarse. E ir de aquí para allá. Dejan de soñar. En ocasiones sufren por amor o cuernos. Nihilismo desinteresado.
Un dramático final retransmitido por el canal 5, convierte todo intento lírico previo y ulterior en irrisorio. Parafraseando a Spielberg: se rompe la magia. Y para acabar un bonus extra de película de 20 minutos, donde no pasa nada, no aportan nada, simplemente están ahí. Y el autor, barra director, barra cinematógrafo, barra montador, barra vídeo artista y niño, juega con el caleidoscopio del agua. Ni Malick.