Juliana Echeverri: ‘ Los grises sobre el lienzo’ es tan humana como yo’

EVA FRAILE. BLOG: REINA LECTORA.

La salud mental recibe cada vez más atención en general, y sobre todo en la literatura. Un buen ejemplo es la novela debut de la escritora colombiana Juliana Echeverri, Los grises sobre el lienzo, una historia sobre una joven que sufre amnesia y con un trasfondo muy interesante inspirado por la celebérrima obra maestra de Pablo Picasso.

  • ¿Cómo de orgullosa estás de tu debut literario con Los grises sobre el lienzo?

Demasiado. Dicen que debes escribir el libro que quieres leer porque te va a tocar leerlo mil veces. Eso es cierto y para mi fortuna, mientras más lo leo, más me gusta porque más descubro. Lo importante no siempre son las líneas sino lo que hay entre ellas.

He escuchado que varios escritores odian su primera obra. Para mí esta siempre será la primera y primera solo hay una. Sin importar si aún la leo y encuentro errores, sin meterle mucho piense a las escenas que me hacen sonrojar. Los grises sobre el lienzo es tan humana como yo. Lejos de ser perfecta, pero valiente y vulnerable. 

  • ¿Qué es lo que te ha resultado más difícil de tu primera aventura como escritora? 

Va a sonar muy paradójico: ¡que me lean!

Recuerdo las primeras personas que empezaron a comprar el libro y que yo no conocía y solo pensaba: «Esto es como desnudarme en un auditorio». Me van a mirar, a escarbar y a criticar. Pero nunca escribí mi novela para ser inmune a la crítica. Es dolorosa, sí. Por más constructiva que sea, a veces me dan ganas de taparme los ojos y los oídos. Pero ya luego la digiero y listo. Mi esposo me ha ayudado mucho en esto, pues me ha dado la paciencia y el coraje para enfrentarme a los reveses externos y a seguir firme para adelante.

  • El personaje de Violeta es de una gran complejidad, ¿hay mucho de ti en él?

Fuera de la amnesia y la pastillita diaria, no tenemos mucho en común. La mía no se debe a un accidente, pero sí a un par de eventos postraumáticos que hicieron que mi mente me proteja de recordar algunas cosas. Entender a Violeta fue tan complejo que personajes de apoyo como Perla y Manuel fueron creados solo para verla a través de sus ojos. Es el personaje principal y obviamente me enamoré de ella, por eso en las reescrituras finales le quise regalar mi experiencia de cambio, donde dejé de vivir en el miedo y en la escasez para vivir en la confianza y la abundancia. Este presente hizo que su personaje madurara mucho, sin embargo, las decisiones que ella toma en la historia no son necesariamente las que yo hubiera tomado.

  • Tú creciste en Medellín, una de las ciudades más peligrosas, y cuentas que has vivido de cerca la violencia de aquella época. Ahora que eres profesora y trabajas con jóvenes, ¿dirías que su situación es más favorable que la que tú tuviste?

Cada época trae sus propios retos, y, si no puedes comparar, no podrías catalogarlas de favorables o desfavorables. Un chico o una chica que no vivieron la época de Pablo Escobar o de sus milicias colaterales, jamás van a aprobar que les esté tocando más fácil. Sin embargo, su perspectiva de la guerra está delimitada de forma muy distinta. Eso es bueno, porque pensaría uno que no van a permitir los atropellos que vivimos otras generaciones, pero la falta de empatía que tienen hacia los demás, los aleja mucho de cómo sabemos por experiencia que pueden resultar las cosas.

  • ¿Hasta qué punto crees que la literatura puede servir de apoyo a gente que crece y vive en entornos desfavorables?

La realidad es un paquete inseparable de cosas, sentimientos, ambientes, personas, información, tiempo y espacio entre otros. Como a Violeta, a mí me afectó mucho saber las condiciones en las que viven muchas personas en Medellín, a pocos kilómetros de mi casa. He trabajado con fundaciones, ONGs y entidades gubernamentales para tratar de cambiar un poquito las cosas, pero siempre será más lo que falte que lo que uno pueda dar. Con la literatura, en cambio, uno puede transformar desde adentro. Puede cuestionar, inspirar o retar a cualquier persona donde quiera que esté.

Es por esto que he regalado varios libros y pienso seguirlo haciendo si han de llegar a lectores que no puedan acceder a ellos. Me han honrado muchas personas que, conociendo sus dificultades, han manifestado la intención de leerme, y para ellos es para quienes también escribo y lo seguiré haciendo. 

  • ¿Cómo ha sido tu experiencia como autora autoeditada? ¿Lo recomiendas?

La autoedición no fue mi plan inicial, pero me di cuenta de que esperar a que una editorial aceptara publicarme iba en detrimento de mi propósito superior. Yo escribo para que la gente se sienta identificada con mis historias, y reflexione y converse sobre temas que normalmente no socializaría.

Una casa editorial siempre será un regalo, pero no por falta de ellas yo debo privarme del regalo de compartir mis letras.

  • ¿Qué consejo le darías a alguien que no sabe por dónde empezar a dar forma a sus ideas para escribir un libro?

Que escriba. Que escriba todo. Sin tildes, sin puntuación y en desorden si es del caso. Como con un rompecabezas, lo primero es regar todas las fichas. Luego se irá trazando el croquis y, cuando menos pienses, todo irá cogiendo forma. El acto de escribir es un acto de perseverancia y compasión. Hay que sentarse a diario. Habrá días en que solo salga una línea y habrá días en los que salgan varias páginas, lo importante es obsesionarte con el tema. Si eres capaz de no pensar en él, entonces no es por ahí.

También hay que tratarse con delicadeza. Desafortunadamente, los ojos con los que nos vemos a veces no son los más compasivos. A mí me sirvió cantidades tener a dos lectores beta leyendo a medida que escribía. Ellos no me dejaron soltar la pluma, ya fuera porque querían leer más o porque no les gustaba algo y me tocaba convencerlos.

  • ¿Qué referentes literarios has tenido?

La obra de García Márquez me ha influenciado mucho. Es en mi novela donde más disto de su forma (en mis columnas de opinión le soy mucho más fiel), pero en el fondo está intacto el realismo mágico cuando el Guernica cobra vida.

La saga completa de los Juegos del Hambre, que aborda temas sociales complejos de una forma distópica y casi absurda, es la que me ha hecho pensar que estamos a un paso siempre de vivir lo que pensamos imposible. Son este tipo de historias las que me han hecho romper paradigmas y ampliar el espectro de mi imaginación.

La saga de Crepúsculo también es un referente importantísimo para mí, pues me reconcilió con la lectura después de muchos años de atender otras actividades y alejarme de las letras. Una vez, escuché a Stephenie Meyer, su autora, decir ante las críticas: «Pues puse a la gente a leer. Y eso les ha cambiado la vida».

¡Cuánta verdad y cuánto impacto detrás de esta respuesta! En un país como Colombia, donde un colombiano promedio no se lee ni un libro al año, esto es una revolución. Una persona que lee es una persona que invierte su tiempo en un viaje imaginario que nadie le va a poder quitar jamás.

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