La adolescencia incesante en «La noria invisible», otra creación magistral de La Estampida

Horacio Otheguy Riveira.

El espacio creado por Alessio Meloni e iluminado por Leticia L. Karamazana brinda el contexto lúdico festivo en el que Juana «La Gafas» se presenta con su vida en playback: una explosión de vitalidad por parte de quien se asume como víctima, acostumbrada a los chicles en el pelo y las chinchetas en la silla, «pero da igual», porque ella escribe, gana concursos en el Instituto, se cae muy bien, y hace todo lo posible por conseguir la amistad de la nueva, Raquel, «La Tetas»: Mi padre dice que no eres buena compañía, que todos comentan que te dejas tocar las tetas. Y la otra que no se corta, pese a su mala leche, su aparente agresividad de loba solitaria: Y qué tiene de malo eso, da mucho gusto que te toquen las tetas…

Ambas entrecruzan sus soledades, cada una a su manera busca la compañía de la otra entre ensueños y fantasías, encuentros y desencuentros. Vértigo adolescente, revelación de la identidad sexual, delicias amistosas, encantos de peleas que buscan pronta reconciliación… y en medio de todo una zapatería como tantas convertida en mágica, y una auténtica festividad de teatro que une el esperpento espontáneo de la libertad sin cortapisas, con una misteriosa poesía hilada por secretos que anhelan abrazos libres de juicios implacables y críticas despiadadas.

La escenografía y la iluminación conforman una base muy importante sobre la cual circulan estos personajes, maravillosamente interpretados por dos actrices adultas que se arrojan al vacío desde el momento cero de las investigaciones de La Estampida, esta Compañía dirigida por José Troncoso, responsable siempre de armar la dramaturgia final del material descubierto por sus actrices y él mismo. Trabajo intenso que suele empezar en un apartamento o en una sala de ensayos «pelada» sin otro aditamento que el talento de las intérpretes para hurgar en los personajes que han sido, que han visto, que han amado y detestado: de todo ello salen chispas que el talento de la producción viste de un espectáculo donde las voces y maneras andaluzas forman parte de una energía con vocación universal: el dolor de crecer, la risa que produce esa misma quiebra, y la luz formidable del final: una luz que guía y no deslumbra para destacar la búsqueda incesante de manos tendidas, la necesidad de abandonar la soledad para hacer de la amistad un reino intocable.

Estampida se llama esta Compañía que lleva años ofreciendo creaciones incomparables: huida de la zona de confort, de las convenciones del teatro para indagar en otras percepciones y alcanzar cimas de notable personalidad en el arte escénico. En este caso, a cargo de dos magníficas actrices: la veterana Belén Ponce de León y la recién llegada a esta casa, Olga Rodríguez: tienen la riqueza grande de una expresividad total, cuerpo, alma, voces… y hasta unas miradas que en la íntima Sala Margarita Xirgu nos dicen mucho más de lo mucho que dicen en escena. Miradas muy íntimas o fabulosas que se producen entre elementos con buena carga simbólica, ambiente festivo de cabaret y, cuando toca, realismo limpio y puro; en todo: miradas profundas, reflejos de colosal capacidad creativa.

Dramaturgia y dirección: José Troncoso

Con: Belén Ponce de León y Olga Rodríguez

Diseño de iluminación: Leticia L. Karamazana

Ayudante de iluminación: José Muñoz

Asesoría de escenografía: Alessio Meloni (AAPEE)

Ayudante de escenografía: Iván López-Ortega

Música original: Mariano Marín

Coreografías y movimiento: Luis Santamaría

Ayudante de dirección: José Bustos

Una producción de La Estampida y Teatro Español

TEATRO ESPAÑOL. SALA MARGARITA XIRGU. HASTA EL 9 DE OCTUBRE 2022

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