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‘Curso de filosofía de en seis horas y cuarto’, de Witold Gombrowicz

ANDRÉS G. MUGLIA.

Es raro encontrar a alguien que hable o escriba sobre filosofía de una forma tan clara como Gombrowicz en este pequeño ensayo, que en realidad ni siquiera fue escrito por él, sino que está conformado en base a los apuntes (y las lagunas) de quienes asistieron a estas clases privadas (su esposa y un amigo) que Gombrowicz regaló en el epílogo de su vida. Lejos del voluntarioso El mundo de Sofía de Jostein Gaarder, bello mapa-guía pero que peca de extensión, y cerca de Fragmentos para la historia de la filosofía, de Arthur Schopenhauer, con el que comparte el esfuerzo por explicar en un espacio breve algo muy complicado; este pequeño texto hecha una luz de deslumbrante lucidez sobre los autores más importantes del mundillo filosófico, desde Kant hasta el estructuralismo. El estilo telegráfico del apunte hace que el texto vuele mucho más rápido que las seis horas y cuarto que previene el título.

Gombrowicz fue un escritor polaco cuya vida tiene algo que la emparenta  con el estilo rocambolesco de su obra. En 1939 aborda como invitado un paquebote que en su viaje inaugural se dirige hacia Argentina, donde Gombrowicz tenía prevista una estadía de dos semanas. Pero cuando llega a las costas del Río de la Plata el escritor se entera que Hitler invadió Polonia y decide quedarse en Buenos Aires. Su estadía “pasajera” durará veinticuatro años. Ya afincado en su nueva patria, el autor trabaja en un Banco donde roba minutos muertos para escribir. Outsider por estilo y por voluntad, criticará esa literatura argentina que mira a Europa, lo que no lo hará simpático a la corte reunida en derredor de las tertulias de Victoria Ocampo: Borges, Bioy Casares, etc. Con Borges compartirá el destino de ser nominado cuatro veces (casi en los mismos años) al Nobel de literatura, sin ganarlo nunca.

Ya en el final de su vida, Gombrowicz se casa con su secretaria, una joven canadiense llamada Rita Labrosse. Ella, junto con su amigo Dominique de Roux, instan a un enfermo Gombrowicz, que daba muestras de agotamiento y hablaba recurrentemente del suicidio, a hacer algo que sabían lo apasionaba, hablar sobre filosofía. Es así como surgen estás maravillosas lecciones, como un terapia más que como un esfuerzo pedagógico. Por fortuna, los privilegiados alumnos tomaron notas de las enseñanzas del poeta-novelista-pensador polaco, que dieron lugar a este librito fascinante. Quizás por la intimidad de estás clases privadas, que Gombrowicz no sé figuraba iban a ser publicadas, el autor no se ahorra juicios de valor hacia ideas o filósofos, que no duda en calificar de tonterías a las primeras o de estúpidos o cobardes a los segundos; por lo que las lecciones tiene una frescura y una espontaneidad que cautiva.

Los pensadores, sus ideas y las corrientes e influencias a las que dieron lugar, son dibujados con rápidas pinceladas, ajustadas, categóricas y muy claras para el profano o para quien haya frecuentado a los filósofos que Gombrowicz retrata. Para los primeros las lecciones serán una guía, para los otros, una serie de guiños y comentarios de una inteligencia devastadora. En la sucesión de las lecciones, consignada con fecha, el autor irá articulando un filósofo con otro y estableciendo sus relaciones, sus deudas y sus errores, en este torrente de la Filosofía del siglo XX que cambió el rumbo desde una búsqueda de la verdad absoluta, viniendo desde Descartes y Kant, hasta un filosofar que se acerca al hombre en el existencialismo y a la sociedad en el marxismo.

Decir que Gombrowicz no era estrictamente un filósofo, o que en su corta bibliografía no encontremos ningún libro de filosofía (ni siquiera este comentado aquí, que nunca escribió) es lo mismo que decir que La náusea de Sartre es solamente una novela. Ninguno de los dos juicios es válido. Porque de hecho, cuando se leen las novelas de Gombrowicz, se tiene la permanente sensación de que, insertos en esta prosa que es un fárrago creativo donde el autor mantiene su permanente lucha con la forma (especialmente marcada en Gombrowicz), existen fragmentos de la más pura filosofía existencialista (o que anticipa al existencialismo) preocupados por el hombre y su condición, en años en que el mundo se ponía de cabeza una y otra vez. Leer a este autor polaco que los argentinos podemos decir con orgullo es un poco argentino, es leer también filosofía sin saberlo.

En estas lecciones Gombrowicz parece enseñarnos en primera persona de dónde salieron esas preocupaciones, esas reflexiones a veces delirantes, que atraviesan su obra y que lo convirtieron en el autor vanguardista, controvertido y genial que trasciende las nuevas generaciones de lectores que se asoman a su literatura.

One thought on “‘Curso de filosofía de en seis horas y cuarto’, de Witold Gombrowicz

  • Muy interesante, de el no había leído…gracias!

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