Compañías silenciosas

Por Àngels S. Amorós

Laura Purcell. Compañías silenciosas. Barcelona: Editorial Rey Naranjo (Negro extremo), 2018. 400 páginas. A partir de los 16 años de edad.

Él tenía razón sobre ellos. Ahora que había empezado a contar su historia, ya no habían ningún lugar donde esconderse.

Elsie (Elisabeth Livingstone) es la hija del propietario de una fábrica de fósforos de Londres que se siente muy feliz tras su matrimonio con un próspero empresario más mayor que ella. Sin embargo, Elsie está completamente traumatizada porque su infancia no fue la que se esperaba de una niña ya que se alude a una serie de abusos que sufrió por parte de su propio padre sin que la madre hiciera nada por evitarlo. Además, su matrimonio no es como esperaba. En primer lugar, poco después de casarse su marido Rupert Baindridge muere en extrañas circunstancias y ella no tiene más remedio que mudarse a la mansión rural de su marido embaraza, rota de dolor y completamente desorientada. En el viaje la acompaña Sarah, la prima de Rupert bastante taciturna y de pocas luces a la que Elsie trata con mucha paciencia y cariño.

La llegada a la casa no puede ser más devastadora. La mansión se encuentra prácticamente en ruinas ya que todo está bastante abandonado e incluso roto y sucio. Por si no fuera poco, las gentes del pueblo son muy hostiles y no le dirigen la palabra, lo mismo que las criadas que parecen hacer lo que les dé la gana. Elsie trata de ayudarles proporcionándoles comida e incluso contratando más criadas.

En la casa hay poco que ver pero una puerta cerrada llama pronto la atención de las dos mujeres, sobre todo la Sarah. Cuando por fin acceden a su interior se encuentran con una serie de muebles y objetos sin ningún valor. A excepción de una serie de diarios personales de una antepasada de Rupert y Sarah que escribió hace más de doscientos años. La prima del marido de Elsie lee los diarios y le cuenta a Elsie todo lo que descubre en ellos. Otros objetos que también gustan mucho a Sarah son las compañías silenciosas, unas figuras de madera pintadas con todo detalle  imitando personas. Una de las figuras se parece mucho a Elsie y eso le pone los pelos de punta pero debido a la insistencia de Sarah deciden repartir las figuras por toda la casa.

-¿De dónde salió eso? ¿Por qué… por qué pintaría alguien algo semejante? ¡Esa cara! -Sus palabras resonaron en el salón y rebotaron de vuelta hacia ella. 

Helen se estremeció.

-Llévatelo de aquí, Helen. ¿Dónde demonios lo encontraste?

Los labios de Helen temblaban.

-Aquí, señora. Aquí mismo, esta mañana.

La narración discurre a dos voces y en tres tiempos. Elsie cuenta a su médico todo lo sucedido al tiempo que recuerda su estancia en la mansión de su marido. Poco a poco el lector descubre que algo terrible ha sucedido en la casa que le ha provocado a Elsie terribles quemaduras, la policía la cree culpable de un hecho que descubriremos poco a poco a través de la lectura de los diarios que encuentra Sarah. En definitiva se trata de una historia de misterio con tintes de terror y de ambientación victoriana. La clave está en los diarios y el verdadero peligro son las compañías silenciosas que  parecen multiplicarse a pesar de quemarlas y que además adoptan el aspecto de personas que ya no se encuentran en este mundo. Cuando Elsie es consciente de ello es demasiado tarde para actuar y sobre todo para protegerse de alguien que siempre tiene cerca y resulta ser quien no es.

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