‘Mujeres hambrientas’, de Lourdes Pinel: La fascinación por lo oscuro

Reseña de Manuela Vicente Fernández

@ManuelaVicenteF

Mujeres hambrientas es un libro compuesto por doce relatos que supone el estreno narrativo en solitario de Lourdes Pinel, periodista y maestra de educación infantil, cuyos cuentos han aparecido en diversas antologías y revistas.

El libro recrea un universo propio, singular y mítico, en esta docena de historias que tienen en común el hecho de acontecer todas ellas en «el territorio del conde», un territorio que aúna lo gótico y lo fantástico, lo grotesco y lo onírico, nutriéndose de los miedos más arcaicos, esos miedos primitivos a los que no sabemos siquiera ponerle nombre.

El primer cuento ‘Te bajará la sangre’, nos sitúa dentro de un territorio inhóspito, con una atmósfera asfixiante, sobre todo para las mujeres, en las que estas son violentadas y huyen a los bosques en busca de remedios; no menos terrorífico es el segundo cuento ‘Los Extranjeros’, poblado de preguntas dirigidas «a aquellos que vuelven» y de los que las propias gentes del lugar acabarán renegando. El territorio hostil se sigue manifestando en «No nos gusta esta tierra», relato en el que el río se llena de mujeres vestidas con pañuelos negros en un claro simbolismo, contrapuesto a las antiguas sirenas, mujeres que reniegan de sus maternidades, ahogando toda esperanza. En ‘Los sueños del conde’ adivinamos esa sombra alargada que se extiende, como una especie de humo, afectando a todo lo que se mueve. En ‘La hija buena’ asistimos al temor a la oscuridad y a la muerte, personificado en la niña a la que su madre hace dormir en un pozo, escondiéndola, a la vez que se nos muestra el eterno dilema entre el bien y el mal, en las figuras de las dos madres, la real y la del sueño, dualidad que da lugar a la paradoja de las dos hijas. ‘El día de los gigantes’ nos habla de esos seres míticos, terribles, del imaginario popular, que puntualmente aparecen cada cierto tiempo, haciéndonos retroceder a las pesadillas infantiles; pesadillas que se acentúan en el ‘Collage de mamá’ que aumentan en ‘Todos somos iguales’ y finalizan con el cuento que cierra el libro ‘Mujeres hambrientas’, que otorga el título a este conjunto de relatos oscuros sobre mujeres y magia que se entrecruzan entre ellos. Mujeres perseguidas, mujeres negadas, escondidas, condenadas a ser o ejercer de lo que no quieren. Mención aparte merecen los dos microrrelatos intercalados, a modo de pequeños descansos, entre las demás historias, ‘Los erizos’ y ‘Cosecha’, el primero, juega con el simbolismo del título para narrarnos lo inenarrable y el segundo echa mano de la metáfora y del surrealismo, elementos de los que también se nutre ‘Capirotes’, situándose como un cuento ambiguo, híbrido, lleno de símbolos y arquetipos, que toman cuerpo en ese marido convertido en pájaro al que la esposa oculta y alimenta.

Mujeres hambrientas, de Lourdes Pinel, nos habla de mujeres insatisfechas, revelándonos esa parte mágica, oculta, no solo del universo femenino sino de todo lo inconsciente. Porque no hay que olvidar que estas mujeres se ubican en «El territorio del conde», un territorio lleno de símbolos, de poder, que juega con los temores más arcaicos para hablarnos de mujeres malditas, mujeres que huyen, que reniegan de sus raíces y buscan la forma de saciar esa hambre ancestral a la que la sociedad las ha condenado.

Cuenta la autora que ese territorio ambiguo, fantástico y oscuro, que conforma la atmósfera de sus relatos, se nutre de la fascinación que sentía ante las historias orales que escuchaba contar a su abuela en la infancia, y la lleva, desde entonces, a intentar recrear mundos mágicos. Mundos en los que no faltan nunca dos ingredientes principales: la imaginación y el miedo a lo desconocido; miedo que consigue de alguna forma exorcizarse en esta docena de cuentos de mujeres hambrientas, desde el mismo momento en el que Lourdes Pinel las saca a la luz, poniendo nombre a todos sus males.

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