“En un mundo anterior”, de Pedro Sevilla
Por Jorge de Arco.
Más de tres décadas lleva Pedro Sevilla alumbrando un decir hondo, sugestivo, conformador de un testimonio sentimental de lo ido y lo vivido. “Comprendí que la escritura toda, y más aún la poesía, más allá de un medio de comunicación, de creación de belleza o de arma contra la injusticia, era un método de conocimiento propio”, escribía en la nota introductoria a Para cuando volvamos. En aquel volumen (2018) el poeta arcense recogía la que era hasta entonces su obra lírica completa.
En este tiempo, la niñez, la cercanía familiar, la muerte, el amor…, han ido salpicando su decir mediante una memoria candente, que late de forma fiel en su corazón. A veces como un eco, a veces como un velo, dibuja en sus textos el tránsito perdurable de lo dado, ese indicio revelador que torna celebración o desamparo el ayer. Y también el mañana.
Ve ahora la luz En un mundo anterior (Renacimiento. Sevilla, 2022), un poemario que en palabras del propio autor respira una “melancolía gozosa” y resucita un universo pretérito, con su dicha y su dolor, pero vívido y perpetuo en tanto sirve para entender, al cabo, quienes somos por quienes fuimos:
Lo dice este papel: aquel febrero
de hace ya tantos años,
una muchacha sube
las calles empinadas de su pueblo
aterida de frío
para inscribir a un niño
que nació de su entraña adolescente.
(Lo dice aquí: en enero, treinta y uno
año cincuenta y nueve,
calle Molino, doce,
varón, hijo de Ángeles, y va a llamarse Pedro.)
Las certeras hondas de la edad aprendida no han quebrado -ni quebrarán- la voluntad primigenia de Pedro Sevilla. Porque su voluntad comunicativa, su voz desnuda y esencial, permanecen intactas. Los protagonistas y paisajes que se dan cita en estas páginas, se incardinan en la realidad de un yo que, a su vez, hace al lector confidente de una palabra que recobra escenas de toda una vida sobre un fondo cambiante, mas cómplice.
Y lo hace, dotando de trascendencia la existencia que va más allá de lo meramente físico o anímico. En su afán de revivir la temporalidad, su verso profundiza en los sortilegios, las acordanzas, las visiones…, que hacen resurgir sugerentes regiones, emotivas presencias…, transfiguradas en la verdad de otro espacio:
Eras niño, ¿te acuerdas?
y cuando te acostaban, pedías asustado
que dejaran un trozo de la puerta entreabierto
para que entrara luz.
Con ella, con la humilde bombilla de la sala,
y la voz de tu madre,
que te llegaba dulce, amortiguada,
abstraída en un rezo o una copla,
te dormías tranquilo.
La conciencia con la que el yo afronta lo emotivo y racional, ratifica la concepción y el imaginario de un discurso que aviva lo sensorial y sensitivo y permite, a su vez, una mayor percepción de cuanto alcanza su mirada. Así ocurre, principalmente, en el segundo apartado del libro, donde la comunión del hombre y la naturaleza se aviva al par de los poemas en donde el olivo, el chopo, el manzano, los jaramagos, los gorriones en la lluvia, los pájaros en las tumbas… reconducen los significantes de una inspirada semántica.
El conjunto mantiene una palpable cosmovisión amatoria resuelta desde un estímulo totalizador, desde una perspectiva abarcadora de la confidencia de cuanto revela y desvela lo cotidiano.
En un mundo anterior cabe también un mundo nuestro, un cosmos integrado y solidario, donde la pureza de la poesía de Pedro Sevilla certifica elementos, fragancias, texturas…, dadoras de un sólito anhelo. Frente a él, se es capaz de aprehender y aprender de la libertad y salvaguardar, sí, el don de sabernos más vivos, ajenos, si cabe, al temor de lo finito.
Un poemario, en verdad, latidor y necesario, reconocible en su durable humanismo, en su sólida belleza:
Y esta noche de insomnio
he buscado en tu cuerpo no la piel,
que tanto he transitado con turbación y miedo,
sino lo más profundo,
los huesos,
allí donde la muerte nos espera,
porque también en ella yo quiero estar contigo,
con todas las que fuiste.
Tras una vida entera,
ser también en la muerte
huesos enamorados que recuerdan…
Ya abrieron La Casa del Libro.
Salgo a por el poemario