‘Los sueños asequibles de Josefina Jarama’, de Manuel Guedán
Los sueños asequibles de Josefina Jarama
Manuel Guedán
Alfaguara
Barcelona, 2022
236 páginas
Por Ricardo Martínez Llorca / @rimllorca
Uno se pregunta si la locura que tenemos como primates es única. ¿Es la misma la obsesión por los juguetes en la infancia que la de las discotecas en la juventud? ¿Podría equivaler la de nutrirnos con comida rápida con la necesidad de pasar cualquier trámite a través de los bancos?
Josefina Jarama, la protagonista de esta novela, pasa por todas esas etapas, las cuatro, como si fueran cuatro tránsitos hacia una supuesta nueva vida. Se supone que de cada una de ellas debe recoger unos frutos que la permitirán madurar, pero la imposibilidad de adaptarse hace que cualquier Bildungsroman sea poco menos que una utopía.
Josefina será quien inspire el diseño de una muñeca en una fábrica donde trabaja su madre, comunista y desfalcadora. Comienza la obra así en la época en la que las fábricas de juguetes de Ibi eran una garantía de trabajo, de prosperidad y de ilusión en Navidades. Más adelante estará involucrada en la mala noche de las discotecas valencianas, en una temporada en la que en esa costa se consumía química para evitar que los ruidos ensordecedores de la noche juvenil tupieran los tímpanos. Pasará el tránsito a una supuesta madurez en el entorno que es epítome de trabajo serio y aburrido: el banco. Y acabará, desterrada de todos estos lugares, de todas estas etapas de la vida, de repartidora en una cadena de pizzas a domicilio.
En realidad, los retratos que nos regala Manuel Guedán (Madrid, 1985) son introducciones a distintas formas de decadencia. Quienes tienen ahora sesenta años, las han conocido todas de primera mano. De ahí, posiblemente, la importancia que tenga para Guedán esta historia, divertida, humana y algo picaresca, pues habla en buena medida de la generación que a la suya, a la que nació en los años ochenta, le servía de referencia. Aquellos se criaron bajo la impronta de la generación embriagada por mayo del 68 y por todo lo gris y siniestro de los últimos años de una dictadura. Como la madre de Josefina Jarama.
La importancia de la madre en la novela, que desaparece al principio, es fundamental. La ausencia equivale a la pérdida de suelo bajo los pies, y sin sustrato, Josefina Jarama baila en el aire. De ahí que la protagonista, que es la narradora, no sea dueña de los sucesos. De ahí que el contenido de la novela sean los sucesos que la irán dando forma, en un mundo en el que el capitalismo de calle va asomándose en distintas versiones. Será, en buena medida, la economía como fenómeno social quien imponga sus reglas en esta sátira en la que la búsqueda de un lugar en el mercado laboral indica la dificultad de encontrar nuestro sitio en el mundo.