La música no es neutral
CRISTINA ROSALES GARCÍA.
A finales de 1943, el famosísimo músico español Pau Casals recibió en su casa de Prades, durante su largo exilio en el sur de Francia, la visita de dos oficiales nazis enviados para hacerle una oferta a la que no podría oponerse: tocar en Berlín en honor del décimo aniversario del nombramiento de Adolf Hitler como canciller de Alemania. A pesar de que el catalán sabía a lo que se atenía rechazando este tipo de invitación, y a pesar de las posibles represalias por parte del Reich, se opuso rotundamente.
Esta es la premisa de la que parten Yolanda García Serrano y Juan Carlos Rubio, autores de Música para Hitler, para escribir esta obra publicada por «La Calderona», la línea editorial dedicada al teatro del sello malagueño El Toro Celeste. Sus autores, además de haber cosechado premios y reconocimientos en solitario, ya habían trabajado juntos en anteriores proyectos como Shakespeare nunca estuvo aquí, que se alzó como ganador del Premio Lope de Vega 2013, y El mueble, una comedia de entretenimiento estrenada en Sevilla en 2020. Gracias a la complicidad entre ambos, este texto escrito a cuatro manos ha logrado funcionar a la perfección, sin fisuras. Así pues, coherencia y cohesión son dos características que priman en la historia y en la dramaturgia.
Música para Hitler se transforma en una historia ficticia y emocionante al recrear un hecho real y trascendental en la vida del famosísimo músico y compositor Pau Casals. En las acciones que aquí se representan quedan reflejadas su fuerte personalidad y su enorme dedicación al violonchelo. Fiel a sus valores y a sus principios, Casals fue un hombre comprometido con las causas sociales. Nunca cesó en sus actividades comunitarias, ayudando a los más vapuleados por la guerra y las injusticias, y abogó por la democracia. Sin embargo, esto no impidió que llegase a vivir, también, un periodo de crisis personal que lo llevó a retirarse voluntariamente de los escenarios, alejándose de los focos y de la atención mediática. Y es durante ese espacio de tiempo cuando tiene lugar la historia de cómo Casals se enfrentó al régimen fascista y totalitario de Hitler, sin otra arma que su infranqueable negativa a tocar para él «porque lo que es injusto es malo».
La obra se divide en cuatro secciones: «Preludio», «Alemanda», «Courante» y «Zarabanda», que corresponden a los cuatro primeros movimientos de la Suite n.º 1 de Johann Sebastian Bach para violonchelo, a los cuales habría que sumar dos más: «Danza galante» y «Giga». La acción se desarrolla en un único día, en Vila Colette, la residencia de Pau Casals durante su estancia en el sur de Francia. Allí vivió con su pareja Francesa Vidal o, como se apela cariñosamente a ella en el texto, Tití, una antigua alumna. El peso de la trama recae en cinco personajes: Casals, Tití, Enriqueta —sobrina del músico— y los dos oficiales nazis que lo visitan, Johann y Thomas.
Un interesantísimo prólogo de Enrico Di Pastena, profesor de Literatura Española de la Universidad degli Studi de Pisa, es el encargado de abrir la obra. Asimismo, un breve epílogo titulado «Pau Casals y las Olimpiadas», escrito por Joan Vives en honor al músico catalán, y una entrevista de Gonzalo Campos Suárez a los autores, la cierran.
A través de los diálogos, especialmente los que tienen lugar entre Casals y Tití y entre Casals y Johann —el oficial nazi que una vez soñó con seguir los pasos del maestro y convertirse en un gran músico—, se consigue una acertada tensión constante; tensión que culmina con el enfrentamiento entre Casals y Johann en el salón del músico, hacia el final de la obra, cuando el oficial le pide a Pau la oportunidad de tocar el quinto movimiento de la Suite n.º 1 de Bach, «Danza galante», para que le dé su opinión. Las críticas que, en un principio, van dirigidas a la falta de sutileza de Johann mientras toca, pronto se desvían y encuentran otro objetivo: su condición de oficial nazi.
Tras esta extensa discusión, Johann se da cuenta de que es imposible convencer a Casals para que toque delante de Hitler: no hay nada que pueda ofrecerle a cambio que consiga hacerlo cambiar de parecer. Asumida la derrota y sin ningún motivo más para estar allí, Johann se despide del maestro y se va. Cuando cierra la puerta detrás de él, decepcionado por la actitud derrotista y desesperanzada de Casals, que ha perdido incluso la ilusión por tocar, una sensación de tranquilidad impregna la obra y el lector siente cómo, por fin, puede expulsar el aire que había estado reteniendo todo ese tiempo en sus pulmones. Emocionado por la estimulante conversación que acaban de tener, Casals coge su violonchelo y las primeras notas del sexto movimiento de la Suite n.º 1 empiezan a brotar para clausurar la obra ante la sorprendida mirada de Tití, porque «lo que está escrito no varía, pero la forma en que se mueven los dedos, sí».
Un final agridulce y cargado de emoción es la guinda del pastel de esta preciosa historia que sirve de puente entre el lector y la figura de Pau Casals. Yolanda García Serrano y Juan Carlos Rubio hacen de Música para Hitler un auténtico homenaje a toda una vida dedicada a la música y a las labores sociales que consagraron a Casals como uno de los mejores músicos del siglo XX. En esta obra de teatro la verdadera protagonista es la música, el arma más poderosa de que dispone el ser humano para defenderse en tiempos de crisis.
Cancion. De tapas. SoL. No es mi Novia la Luna escribe sobre el sólo de mi guitarra. Fin.
En mi vida yo soy solo
Lo que tu me das
un cuento y una dama
vestida de papel,
Y la serpiente es salvaje.
No se despierta con el tramposo.
Es una luna, sin embargo.
Yo que solo lo veo pasar
el tiempo, he visto muchas veces
el mordisco y he recibido correctamente
Las mismas verdades
y las mismas impresiones.
Y la serpiente es salvaje.
No se despierta con el tramposo.
Es, una luna, sin embargo.
Lo, sé, no ha vuelto. Todavía.
Lo, sé. El no ha perdido el dinero,
en la calle estrecha, de mi bruja
condenada.
Fin.