‘HEX’, de Thomas Olde Heuvelt
HÉCTOR PEÑA MANTEROLA.
HEX es una novela del autor holandés Thomas Olde Heuvelt. La extensión de traducción castellana de la obra (realizada por Ana Isabel Sánchez, y comercializada por Nocturna Ediciones) es de 512 páginas. La historia detrás de la novela es convulsa, y os adelanto, a modo de spoiler, que La Warner Bros. ha comprado sus derechos televisivos y cinematográficos.
Esto se debe a que originalmente fue publicada en Holanda en 2013, pero tres años después, el autor la reescribió y la publicó en inglés, ganándose de inmediato el reconocimiento internacional. En la cubierta podemos leer opiniones de autores de terror tan conocidos como Stephen King (en quien se inspira Thomas Olde) o Martin (que tiene mucho más que Canción de Hielo y Fuego), y en la contracubierta un sinfín de añadidos que incitan a su lectura. La edición española se puso a la venta en 2020, como ya dije, de la mano de Nocturna Ediciones (misma editorial que tiene los derechos de Joe Hill, el hijo de S.K,).
¿Pero qué hace tan especial a la obra, y por qué merece ser reseñada en 2022? Seré breve: porque sus 512 páginas se leen prácticamente del tirón. La narrativa lleva todo el peso de la novela sobre sus hombros, mucho más allá que los personajes. Estos obedecen a estereotipos costumbristas (los mismos que podemos ver en gran parte de la obra de King o de Márquez), pero el escritor los muestra desdibujados, incluso podríamos decir que planos. Es el lector quien los completa al relacionarnos con gente que conoce, porque todos conocemos a “funcionarios, chupapilas, y jóvenes youtubers”.
Como lector y escritor, entiendo que muchos lectores se centren especialmente en la empatía y el desarrollo que puedan mostrar los personajes, pero soy de la opinión de que cada historia es un mundo. Escribo y leo historias de fondo costumbrista donde durante los primeros capítulos no pasa nada (especialmente estructuras en tres partes), y son maravillosas; e historias de un gran dinamismo donde el page turner se consigue mediante la originalidad y los giros.
¿Y quién no quiere saber que pasa, cuando la premisa inicial es que tenemos a una bruja viviendo en el pueblo? Porque ahí radica el toque de genio recién salido de la lámpara del autor: Khaterine, la bruja, lo impregna todo.
Black Spring, la localidad norteamericana donde transcurre la novela, sufre una maldición. El fantasma de una bruja lleva trescientos años recorriendo las calles con los ojos y los labios cosidos por hilo de alambre. De vez en cuando, aparece y desaparece, pudiendo acceder al interior de cualquier vivienda. Sí, incluso a ese incómodo momento en que te estás duchando, o disfrutando del más carnal de los placeres.
El autor comienza la narrativa en el momento en que una familia se reúne para cenar y aparece la bruja en su salón. La gente parece haberse adaptado al fenómeno, y gracias a la aplicación HEX la mantienen siempre localizada. Nadie de fuera debe de saber de la existencia de la bruja, y nadie de dentro puede huir, ya que cuando pasas cierto tiempo fuera de Black Spring, te entra un irrefrenable deseo de suicidarte.
A partir de aquí, se desarrolla una historia muy bien hilada donde se llevará al límite la propia naturaleza humana. A un servidor, le recuerda a una dinámica fusión moderna de Cementerio de animales, Carrie y El misterio de Salem´s Lot. Sin lugar a dudas leeré más del autor, parece ser un digno heredero de King, y eso siempre es bueno.
Como dato final, un giro: al reescribir la historia, Thomas cambió el final. La versión original estaba ambientada en Holanda, y el desarrollo difería del que nos ha llegado al resto del mundo. Hasta donde he podido informarme, a partir de la segunda edición holandesa, la narrativa se modificó para adaptarse a la versión comercial inglesa.
Como dice el autor, para conocer el desenlace original, habría que sobornar a un holandés.