“Fruto previo”, Juan Antonio Bernier
Por Francisco Onieva.
PENSAR LA MIRADA
Apenas cuatro años separan Letra y nube (Pre-Textos, 2017) de Fruto previo (Pre-Textos, 2021) y, sin embargo, nos encontramos con un Juan Antonio Bernier (Córdoba, 1976) distinto. Así, aunque el tono, el punto de vista, los temas y los motivos sean los mismos, se produce un afinamiento de la mirada y un adensamiento del discurso que llevan al poeta a tomar conciencia del instante y de su efímera inmensidad, a agradecer lo recibido, a ahondar en la memoria, a abismarse en la propia interioridad y a conocerse a través del otro y del alrededor.
Los treinta poemas que conforman el libro que nos ocupa, elegantemente editado por Pre-Textos tras ser reconocido con el I Premio Internacional de Poesía Ciudad de Estepona, se articulan en cinco secciones. La primera, que da título al conjunto y sirve de pórtico al mismo, está compuesta por tres poemas entre los que destaca el inicial, “Comparto mi atención”, eje de abscisas que marca el tono y delimita el dominio del discurso: el yo poético se limita a merodear por el alrededor, tanteando la esencia de las cosas más triviales hasta que sucede el hallazgo y se produce la “Inundación del área de fractura”.
Este es el sugerente y programático título de la segunda parte, compuesta por seis textos entre los cuales destacan el homónimo, cuyo primer verso remite al lector al ensayo Breves erizos verdes (Cántico, 2021); “Contra la oscuridad”, con sus centelleantes imágenes; y el inmanentista “Teoría de la visión”.
Los diez poemas de “Un juez mineral”, por su parte, nacen a raíz del confinamiento, de la sacudida de nuestros cimientos individuales y sociales, de la efímera confianza en un nuevo modo de relación con el planeta y de la constatación de “la belleza / de un mundo sin nosotros”. En ellos el autor pliega la mirada sobre sí mismo al tiempo que mira hacia el exterior, como se observa en “El anuncio de la nueva economía”, “Una pared que medita”, “Un juez mineral” o “Pentecostés de lo inerte”.
Tras este proceso de reflexión, en las ocho composiciones de “Aspiraciones fuertes” Bernier ahonda en su memoria y nos deja los versos más personales y de circunstancias, si se me permite la redundancia -pues, como advertía Goethe, “toda poesía es de circunstancias”-, entre los que se encuentran “Intimidad”, la contemplación durante un viaje en tren de un paisaje que “aspira a un interior”; “Tránsito general”, una reflexión en cuatro tiempos sobre la identidad; la evocación celebrativa de “Elegía de Algeciras”; el minimalismo de “Mármol rosa de Cabra”; o el temblor de “Canción para acunar a una madre”.
El sondeo en los recovecos más profundos continúa a lo largo los cinco fragmentos de “Duración del durazno”, coda final en la que el poeta se agarra a la poesía como un medio de conocimiento contradictorio y, en ocasiones, misterioso, confiado de que el vehículo fundamental para vislumbrar el sentido último del ser y de la existencia es la imagen, en tanto y en cuanto es capaz de presentar nuevas asociaciones desconocidas u olvidadas.
Así, más allá de la sencillez, de la brevedad, de la condensación del lenguaje o del minimalismo, que son la consecuencia de la búsqueda de un cauce de expresión, el auténtico propósito del autor es excavar las contradicciones del sujeto a partir de la contemplación del otro y del alrededor, resemantizando la palabra y haciendo que la mirada -que ahora se desplaza más que en anteriores entregas hacia la naturaleza- sea pensamiento, en un intento de quintaesenciar lo percibido, como nos advierten los magistrales versos del director de cine ruso Andréi Tarkovski que abren este Fruto previo: “El viento es largo como un sueño y geométricamente regular, / a juzgar por los abedules”.
Autor: Juan Antonio Bernier
Título: Fruto previo
Editorial: Pre-Textos
Año: 2021