«La profesora de literatura» y su antiguo amante en un teatral género negro
Por Horacio Otheguy Riveira
Una traumática separación y la muerte merodeando. Dos personajes. Un escenario vacío. Una actriz y un actor en un escenario con dos micrófonos y un pequeño sofá sin respaldo ni brazos. Les acompañan imágenes proyectadas sobre una pantalla. En ese ambiente, un teatro narrativo con mucha acción desprendida de las palabras y las emociones de quienes rememoran el pasado. Lo hacen en un diálogo al principio epistolar, para más adelante reencontrarse y vivir el presente, siempre más verbalizado que actuado, pero nunca discursivo, el texto domina una narrativa con el vigor exigido por el arte escénico en un estilo que se reconoce bajo la influencia de dramaturgos como Peter Weiss y Peter Handke en Alemania, o Marguerite Duras y Nathalie Sarraute en Francia.
Se van delineando los perfiles y las situaciones del pasado como en un thriller de alta tensión. Los personajes nos necesitan, dependen del público para liberarse de sus mayores debilidades. Personajes que se hablan con emociones encontradas, como si supieran que nunca recuperarán el frenesí de su juventud y que tal vez no volverán a tocarse jamás…
Después de 16 años sin contacto, la profesora Mathilda Kaminski y el autor de libros juveniles Xaver Sand vuelven a encontrarse vía Internet. Judith W. Taschler escribió la novela a partir de varios tipos de texto, aunando estilos, entradas de diario y citas de un informe de interrogatorio policial. También hay historias que Mathilda y Xaver se cuentan, relatos poco fiables. El cambio de perspectiva da lugar a contradicciones, correcciones y añadidos.
Thomas Krauss es el autor de la versión teatral y Elba López la traductora. ¿Por qué El profesor de alemán del original se convierte en La profesora de literatura? Como la respuesta es imposible, y por tanto el conflicto es algo irresoluble, ya que no existe la novela en castellano, no puedo sino quedarme con esta Mathilda Profesora de Literatura, muy atractiva, algo sinuosa, en cualquier caso invitándonos a seguirla en el misterioso asunto que la va envolviendo; una figura que como tal funciona a la perfección: coautora de su amante de nada menos que una trilogía para adolescentes, pero quedó al margen del éxito mundial de quien la abandonó sin previo aviso; a partir de entonces, ella se dedicó con entusiasmo a ejercer su profesión, una tarea minuciosa que le permite indagar, investigar, degustar historias ajenas y descubrir en ellas la mayor cantidad de perlas posibles en personajes y situaciones, algo que le será muy útil cuando se reencuentre con aquel que amó, y que se exhibe como un inmaduro con el síndrome de Peter Pan, demasiado abocado a la compulsión sexual, capaz de caer en situaciones límites que Mathilda sabrá observar detenidamente.
Los intérpretes dan buena cuenta de estas características de sus personajes. David Aramburu estiliza un sentimiento adolescente en la personalidad de un hombre maduro. Le va muy bien al personaje, y es evidente que el actor juega esta tendencia con mucho cuidado, pues a través de su agitada verbalización se percibe un desasosiego en circuito creciente. Bien contrastado ante la contención y los matices de su compañera, Patricia Gorlino, quien saca muy buen partido de las luces y sombras de Mathilda.
Versión/Dramaturgia: Thomas Krauss,
sobre la novela Die Deutsch Lehrerin de Judith Taschler
Traducción: Elba López
Reparto Patricia Gorlino David Aramburu
Dirección Marcelo Díaz
Concepto escenográfico: Blanca Moltó
Vestuario: Miriam Díaz
Videos: Teresa Martin
Diseño Gráfico: Blanca Moltó
Montaje Audiovisual: Nacho Cagiga
Audio: Antonio Barba
Divulgación y Publicidad: Ana Ros