“Y no bebáis del agua del olvido” Luis Llorente

Por Pablo A. García Malmierca.

En nueva vida tornan muerte y olvido.

Quien haya leído con anterioridad alguno de los libros de poemas que pueblan la producción de Luis Llorente sabrán que estamos ante un autor de múltiples lecturas poéticas que abarcan desde los clásicos como Propercio o Safo, hasta autores clave para la poesía actual como César Vallejo, Lezama Lima, o el mismo Claudio Rodríguez, autor clave y visible en la poética del autor segoviano, sin olvidarnos de John Keats o los clásicos del Siglo de Oro que tanto influencian el lenguaje, en muchas ocasiones barroco o mejor barroquizante, de Luis Llorente.

La evolución del autor es clara. Si tomamos su libro anterior, Del fruto que arde, libro que califiqué de metafísico en su día, nos daremos cuenta de que en Y no bebáis del agua del olvido (Polibea, 2021) su poética avanza, o quizás se abre, hacia posiciones, que, aunque todavía mantengan el pulso metafísico, incluyen una línea más pesimista, experiencial e incluso nihilista en algunos momentos.

La aparición de una serie de temas, que unidos a los ya habituales del amanecer como momento del deslumbramiento o el epifánico descubrimiento de los elementos naturales, abren la percepción de la voz poética hacia zonas poco transitadas por el autor, ya sean la muerte, la soledad o el olvido. Esta apertura hacia lugares nocturnos o ausentes de luz provocan una indagación más profunda en la realidad y en el propio yo, pues ese es el fin del camino poético que nos propone Luis en este libro: una reflexión en y desde el ser hacia y desde la naturaleza y lo que se oculta tras su velo.

Podríamos hablar así de una poesía que viaja desde la metafísica hasta la ontología. Un camino, que el autor, como buen poeta caminante, en este caso de la noche, no duda en transitar pese al dolor que esto conlleva, la soledad o el reconocimiento de la propia herida, que aquí se abre como una grieta sobre la que poder vislumbrar el yo o voz poética.

Todo ello desde una voz barroquizante en ocasiones, en otras con finos pasos hacia una poesía experiencial pulcra desde la forma que transforma la polifonía de vocea que hablan desde la tradición literaria y que busca una voz propia que se diferencia de todos esos poemas que resuenan en sus versos.

Y no bebáis del agua del olvido supone un paso más en la búsqueda de esa voz propia, un paso que, gracias a la inclusión de temas como la muerte o el olvido, obsesivos a lo largo del texto, buscan un renacer de la voz, del yo, que se abre paso como haría Rimbaud, como ese poeta vidente que des-vela la realidad a través de símbolos; pero también impresionista, pues es desde la aprensión del paisaje y del instante donde la voz poética busca esa verdad que aquí es herida, muerte y olvido. Sin olvidarnos de sus connotaciones positivas, pues solo tras despojarnos de lo viejo puede llegar lo nuevo.

Libro también meta poético, muchos poemas nos hablan de la creación del poema, de la palabra como “fruto que arde” y que es refugio para la voz poética. Incluso, en un afán próximo a la didáctica neoclásica, tan alejada de nuestra sensibilidad poética, se nos acerca a ciertos poetas del gusto del autor.

El libro se abre en su primera parte con el endecasílabo de Claudio Rodríguez: “Miserable el momento si no es canto”, y he aquí la búsqueda de Luis Llorente, desde una poesía metafísica se adentra pasando por el pesimismo y el nihilismo en una epifanía de la luz que le ayude a comprender el ser envuelto en oscuridad, el yo íntimo del poeta que emerge desde la herida y entre las cenizas de lumbre hacia un nuevo renacer que puede constituirse en nueva voz.

Aldealengua 29/03/2022

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