José María Pou y Miren Gaztañaga ennoblecen una perturbada visita a Shakespeare

Por Horacio Otheguy Riveira

En 2012 conocimos una antología shakesperiana firmada en texto y dirección por Calixto Bieito: Forest. Muy delicada antología arbórea con gran elenco y la participación de la cantante-actriz Maika Makovski. Ahora nos trae —con arranque en Bilbao, pero en perfecto castellano—: Erresuma, Kingdom, Reino, con la ambición de simplificar en poco más de hora y media un recorrido por cinco tragedias históricas del autor inglés. Si entre bosques de aquel Forest flotaban poemas y escenas dulces y dramáticas, aquí todo se desmelena y va a peor hasta encarrilar en un demasiado obvio —ideológica y simbólicamente— estado de demencia provocado por el abuso de poder o las feroces batallas inducidas por codicia o mera irracionalidad. Intrigas palaciegas, asesinatos y algo de lujuria enraizada en la propia escatología de los reinos con baño de sangre desde la primera escena. Una insistencia sanguinolenta en muchas situaciones para rendir cuentas al genio del autor con el ingenio inestable del director.

Se escuchan párrafos que siguen provocando gran interés, aunque se brindan bastante versionados junto a invenciones escénicas poco o nada acertadas por una puesta en escena de suelo y paredes blancos por los que se mueven intérpretes muy entregados, sanguinolentos, laboriosamente preparados, pero a menudo víctimas de caprichosas propuestas que los arrinconan en situaciones físicamente incómodas, actoralmente limitadas. Una antología de escenas de obras maestras con una concepción demencial, más perturbada que perturbadora.

Un maremágnum que se va haciendo estrambótico, tan exagerado que pasa del grotesco a la negra humorada sin transición entre algunos recitados estridentes. Pero, eso sí, hay felicidad para el paciente espectador ante dos secuencias de gran alcance: un Falstaff genial en manos de José María Pou: ¡qué maravilloso dominio de las carcajadas de aquel fabuloso bufón entre alcoholes y putas por donde llevaba al joven príncipe que acabaría siendo rey para despreciarlo y abandonarlo por completo (Enrique IV). Pou nos entrega el personaje en su aparente comicidad y profunda capacidad de filosofar sobre la existencia, abundando en su grosera y a la vez encantadora forma de vida; sin duda, colosal en el discurso sobre la anodina importancia de la palabra «honor». Aquí y allá, la modulación de su voz organiza un ritual interpretativo que acaba con un recuerdo de su relación personal con el personaje desde los 12 solitarios años; al margen y muy dentro del corazón de Falstaff, el gran actor asume un conmovedor encuentro con el público.

El otro gran momento se produce mucho después, hacia el final de la función. Tras una irregular serie de secuencias donde los intérpretes luchan muy seriamente por aportar verismo y emoción en situaciones endiabladamente difíciles, la aparición de Ricardo III resulta un hallazgo, una consagración a la imaginación y la ruptura escénica desde el hecho de ser interpretado de blanco radiante por una mujer: Miren Gaztañaga, quien colma toda expectativa al asumir a uno de los mayores asesinos de las obras de Shakespeare, personaje forjado en intrigas terribles, fervientemente enamorado de sí mismo, deforme y espiritualmente horrendo, aquí bellamente femenino, sin ninguno de los rasgos que le hicieron célebre. La actriz se nombra: «Yo, Ricardo», y enriquece la insania grupal ideada por el director, para que el patético final original, tras el fracaso en una batalla clave, lanzado al grito de «Mi reino por un caballo», alcance la gloria eterna de un óptimo momento teatral. Gracias a este desenlace tan logrado, y a las referidas apariciones de Pou, la ardorosa, pero casi siempre deslucida, labor de sus compañeros consigue crecer y aunar fuerzas para recibir entusiastas aplausos, a pesar de los excesos y escasos logros de Calixto Bieito.

 

En las historias de los reyes de Shakespeare aparecen la violencia, el odio, la corrupción, la reflexión, la madurez, el desasosiego, la incertidumbre, la ira, la piedad… Me pregunto muchas veces qué haríamos sin estos cuentos. ¿Cómo podríamos explicarnos? Utilizar cuentos, relatos antiguos, narraciones de ciencia ficción nos ayuda. Me resulta muy difícil, y no creo que lo logre, pero intento entender un mundo donde las personas, la política, la cultura y la tecnología están completamente entrelazadas. Shakespeare lo entendió muy bien. Mientras tanto los círculos de la historia giran y giran. La brutalidad y la angustia acompañan a la humanidad desde los inicios. Pero también la poesía. ¿Por qué siempre caminan juntos?
Calixto Bieito. Director y adaptador al castellano.

 

TRAGEDIAS HISTÓRICAS DE WILLIAM SHAKESPEARE
Texto basado en los dramas históricos de Ricardo II, Enrique IV, Enrique V, Enrique VI y Ricardo III.

Versión y dirección: Calixto Bieito

Intérpretes: Joseba Apaolaza (Henry IV), Koldo Olabarri (Henry VI), Lucía Astigarraga (Lady Anne), Lander Otaola (Henry V), Ylenia Baglietto (Margarita D´Anjou), José María Pou (Falstaff), Ainhoa Etxebarria (Jeanne D’Arc), Eneko Sagardoy (Richard II), Miren Gaztañaga (Richard III), Mitxel Santamarina (Dick the Butcher), Iñaki Maruri (Duke of Cambridge)

Diseño de espacio escénico Calixto Bieito
Diseño de vestuario Ingo Krügler
Diseño de iluminación Michael Bauer
Ayudantes de dirección María Goiricelaya y Ane Pikaza
Ayudante de vestuario Paula Klein

Una producción de Teatro Arriaga de Bilbao en coproducción con Teatro Español de Madrid, Teatro Principal de Vitoria‐Gazteiz, Teatro Victoria Eugenia de Donostia y Muxikebarri de Getxo.

NAVES DEL ESPAÑOL EN MATADERO HASTA EL 10 DE ABRIL 2022

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