Todo en orden
Todo en orden
Luís Sánchez Martín
Chamán
Nació en Cartagena en 1978. Estudió Empresariales en la Universidad Politécnica de Cartagena y ejerce como contable desde hace más de diez años. Dirige la editorial Boria Ediciones.
Ha publicado el libro de relatos “Sin anestesia” (Ediciones Hades, 2014), la novela “Bebop Café” (Boria Ediciones, 2016) y el poemario Carrera con el Diablo (Lastura Ediciones, 2019). “Todo en orden” (Chamán Ediciones, 2022), es su cuarto libro, segundo de relatos.
Ha sido finalista de varios certámenes de relato y poesía, a destacar el III Concurso de Relatos Contra la Violencia Machista organizado por el Ayuntamiento de Terrasa (2015), el V Certamen de Relatos Pablo de Olavide (2016), las dos primeras ediciones del Certamen de Poesía La Montaña Mágica (2017 / 2018) y las ediciones XVIII y XIX del Certamen de Poesía Dionisia García (2020 / 2021).
Sus relatos y poemas han aparecido en publicaciones en papel y digitales como Manifiesto Azul, Carne Para el Perro, Culturamas, El Coloquio de los Perros, Hankover, Plástico Revista Literaria, La Náusea, Taller Igitur, Revista Palabrerías, Revista Penúltima o el diario La Verdad de Murcia.
Es colaborador habitual del blog de reseñas literarias Literatura+1 y de la sección cultural ‘Leer el presente’ de eldiario.es (Murcia).
Sinopsis
Cansado de quemar tus días en horario de trabajo, abrazas otra realidad posible; cuando dependes exclusivamente de alguien que jamás te supo valorar; cuando tres días sin dormir te llevan hasta donde nunca creías poder llegar; cuando cruzas la frontera en busca de fármacos; cuando un graznido corta la oscuridad, una carcajada rompe la noche, el gato saca las uñas y aparcas tu vida en doble fila; cuando tu obra se convierte en una extensión de ti mismo y abres día tras día el mismo buzón, siempre vacío.
Cuando todo esto sucede, ha llegado el momento de poner todo en orden.
La vida como condena es el nexo común de estas historias de precariedad, ostracismo, lastre, muerte y soledad con las que el autor denuncia el dolor, pero también reivindica el derecho a morir con las botas puestas y la cabeza bien alta. Porque a muchos solo les queda el placer, que lo es, de hacer mucho ruido.